Era el día. ¿Cómo se habían pasado los días tan rápido? Se le hizo muy duro apenas hablar con su amiga en esta última semana a su lado. Cuando la llamaba siempre le daba largas y le decía que estaba muy ocupada. Le dolía, mucho, pero en el fondo sabía que era lo mejor. No era por miedo a esas chicas del Número Desconocido, sino porque ella ya se había mudado muchas veces y sabía que si se distanciaban poco a poco dolería menos el adiós.
Pero allí estaba, era un domingo y el cielo estaba cubierto de nubes. Parecía que el cielo quería llorar, pero que se estaba aguantando, igual que ellas estaban aguantando las lágrimas. Delante suya, el coche de su amiga en el que sus padres estaban guardando las ultimas cosas, y entre los dos, Kayla. A su lado estaban Megan y Cloe, llorando, pero eran lágrimas falsas. Apostaba a que no tardarían ni tres días en hablar mal de su amiga.
Kayla abrazó primero a Megan y después a Cloe, con lágrimas en los ojos pero sin dejar que se escaparan. Y llegó su turno, ahí estaba, delante suya, su primera amiga, una de sus mejores amigas, a la que había fallado mucho esta última semana.
El cielo amenazaba con dejar escapar sus propias lágrimas.
- No quiero decir adiós. - Dijo Kayla en apenas un susurro con la cabeza agachada.
- No lo digas - Le contestó Aileen con una voz temblorosa e insegura.
Un silencio melancólico invadió la escena. Un trueno lo rompió por unos segundos y se miraron a los ojos. Kayla no pudo aguantarse más y la abrazó más fuerte que nunca.
- Prométeme... Prométeme que seguiremos igual que siempre, prométeme que seguiremos siendo mejores amigas... - Kayla la abrazó aun con más fuerza y dejando que las lágrimas se escaparan.
- Yo... Yo no...
- Por favor... - Suplicó Kayla cortándola.
- De acuerdo, te lo prometo - Pero sabía que era mentira, sabía que no podría cumplirlo, nada iba a ser lo mismo.
El cielo, como si supiera que habían empezado a llorar, dejó escapar sus primeras gotas. Poco a poco la lluvia era más fuerte, Megan y Cloe se habían ido, no podían mojarse el pelo, y sus padres ya se habían metido en el coche, en cuanto se subiera se irían, para siempre...
Aún así allí seguían, abrazadas bajo las lágrimas del cielo y las suyas, intentando que aquel momento no se acabara nunca.
Su padre hizo sonar la bocina del coche llamando por ella.
- Creo que esto... Esto es un adiós... - Dijo Kayla muy apenada y con los ojos rojos de llorar.
- Si... Supongo...
Kayla se acercó al coche y agarró la manilla de la puerta, pero antes de abrir le dijo:
- Acuérdate de que siempre tendrás una amiga en mi, por mucho que pasemos sin vernos o sin hablar, siempre seremos amigas. Adiós Aileen.
- Adiós Kayla.
Se sube en el coche y este arranca, dejándola sola, lloviendo y con el alma en loa pies.
Adiós Kayla, siempre te querré.
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Una vida
Teen FictionUna vida perfecta, todo va sobre ruedas. Pero un día todo cambia, las cosas malas se suceden como fichas de dominó. ¿Será capaz de soportarlo?