Manuel abrió la puerta y le cedió el paso. Había llegado la hora, la hora de hablar, de aclarar las cosas y de intentar solucionar todo. Pensando en todas las cosas que quería decir y las innumerables respuestas que podía recibir no se dio cuenta de que ya estaban en una mesa y con la carta en la mano. Sólo la voz de Manuel la sacó de sus pensamientos.
-¿Mary? ¿Estás bien?
-¿Q… Qué? ¿Qué si estoy bien? Eh… Si, perfectamente. – Contestó sonriendo - ¿P… Porqué lo dices?
-P… Porque t… tartamudeas y e… estas p… perdida m… mirando p… para o… otro l… lado– Dijo imitándola exageradamente y riéndose al terminar de hablar.
-Sólo pensaba en… bueno en todo un poco – Contestó con una pequeña sonrisa en los labios y agachando la cabeza para ocultar que se estaba poniendo colorada.
-Ese gesto también lo hace Aileen – Dijo Manuel con una sonrisa en los labios – Se parece a ti cuando nos conocimos.
- ¿Tú crees? A mí me parece que ella es mucho más guapa. Aunque nunca se me olvidará ese día.
-Ni a mí. Desde el primer momento me gustaste-
-¡Pero si estabas saliendo con Isabelita!
Una sonora carcajada conjunta los inundó en ese momento, recordando aquel día en el que se habían conocido y que, aunque no lo sabían en aquel momento, les había cambiado la vida.
***
-¡Hey! ¡Hola! ¡Estamos aquí! – Gritaban Carlos, José y Helena mientras se acercaban corriendo a empujones entre la gente.
-¿Dónde te habías metido? – Le preguntó Helena. Traían a una chica nueva, no la conocía. La verdad, ni le sonaba, pero parecía simpática y era muy guapa.
-¡Qué más da! ¡Estamos de fiesta! – Contestó él animado - ¿Y esta quién es? – Preguntó interesado mirando a la chica nueva del grupo.
-Hola, yo me llamo María, aunque prefiero que me llamen Mary – Contestó la aludida agachando un poco la cabeza tímidamente.
-Yo soy Manuel, encantado.
***
-¡No! ¡Para! ¡Ya basta! – Gritaba entre risas y carcajadas para que dejara de hacerle cosquillas - ¡¡Para!! – Chilló
Se habían caído en la cama de su nuevo piso, apenas tenían muebles montados. Intentaban recuperar el aliento por la exhaustiva lucha de cosquillas que acababan de tener. Ella acostada en la cama y él encima suya agarrándole las muñecas para que no pudiera escapar.
-¿Puedo decir una locura? – Preguntó él mirándola a los ojos cuando ya habían recuperado el aliento y se habían sentado en el borde de la cama abrazados.

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Una vida
Teen FictionUna vida perfecta, todo va sobre ruedas. Pero un día todo cambia, las cosas malas se suceden como fichas de dominó. ¿Será capaz de soportarlo?