Entraba en el instituto segura de si misma, como cada mañana. Todos la miraban, como siempre, pero esta vez tenían miradas raras. No la saludaban con admiración o simplemente le dedicaban sonrisas, todos se ponían a cuchichear o le daban la espalda. Se extrañó un poco por la reacción de la gente, pero no le dio mucha importancia. Fue hacia su clase y, al entrar no podía creer lo que veían sus ojos. En las paredes, en la pizarra, en las mesas,… En todos lados estaba escrita la frase que había dicho Cloe “Está muy gorda”. Miraba para todos los rincones, dando vueltas sobre si misma, las lágrimas empezaban a acumularse en sus ojos.
-¿Qué pasa pequeña?¿Vas a llorar? – Dijo Megan con malicia mientras se reía.
-Sí, como no sabe hacer otra cosa… - Corroboró Cloe en la idea de su amiga uniéndose a su risa.
-No… No…¡No! – Decía Aileen mientras empezaba a llorar
PIPIPIPIII-PIPIPIPIII
La alarma de su despertador la sacó de aquella pesadilla. ¿Ya es de día? Se preguntó algo confusa mientras apagaba el despertador. Notó las mejillas mojadas y se dio cuenta de que había llorado por la pesadilla. Se levantó de la cama perezosamente y se fue al baño. Se miró en el espejo. Hola, Aileen, tan fea como siempre se dijo a si misma mientras se observaba. Se lavó la cara y volvió a la habitación. Abrió el armario y observó prenda por prenda todo lo que tenía en el, analizándolo. De repente se dio cuenta de que no había nada que le gustara realmente como le quedaba ¿cómo era posible? A saber.
Finalmente se decidió por unos pantalones vaqueros ajustados con una camiseta fina de color blanco y de manga corta que ponía “Just make me free”. En los pies sus All Star blancas bajas. Se miró en el espejo dando vueltas varias veces sobre si misma y poniendo distintas caras. Aceptable, se convenció. Volvió al baño y se peinó, alisándose un poco el pelo con la plancha. ¿Maquillaje? No, ella no era de las que se maquillaban para ir a clase.
Se acercó a la cocina, normalmente su madre le hacía el desayuno y esperaba a que se marchara a clase para irse ella al trabajo, pero una nota en el frigorífico le decía que ese día no era así “En el microondas está una taza con leche, caliéntala y prepárate el ColaCao. He tenido que ir a la oficina un poco antes, pero llegaré para tenerte la comida hecha cuando vuelvas. Muchos besos. Mamá”. Pfff, como le amargaba tener que hacerse ella el desayuno, sobre todo después de la pesadilla de esa noche.
Calentó la leche, dos cucharadas de ColaCao y se tomó la taza de un sorbo. Tenía hambre… Miró en el armarito a ver si había algo de bollería. No, Aileen, tienes que adelgazar, no vas a comer nada más hasta la comida su conciencia no le pasaba una. Cerró el armarito, fue a su habitación, cogió la chaqueta y su mochila, cerró la puerta con llave y las guardó en el bolsillo, justo veinte minutos antes de que empezaran las clases. Tenía suerte de que el instituto le quedaba a menos de diez minutos andando. Sí, ya es de día.

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Una vida
Roman pour AdolescentsUna vida perfecta, todo va sobre ruedas. Pero un día todo cambia, las cosas malas se suceden como fichas de dominó. ¿Será capaz de soportarlo?