Sonrisas

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Llegó a su casa con su típica sonrisa, aunque esta vez era falsa. Se había pasado todo el recreo llorando y, obviamente, ninguna de sus tres mejores amigas la había encontrado. ¿Su escusa? Que se había pasado todo ese tiempo estudiando en la biblioteca, sabía perfectamente que ninguna de ellas habría ido a la biblioteca, son de las populares, no pueden perder su imagen.

Abrió la puerta de casa concentrada en que su sonrisa fuera lo más natural y creíble posible:

-Hola, cariño – Le escuchó decir a su madre

-Hola mamá – Fue su contestación. Escueta, simple, normal.

Fue hasta su habitación, dejó la mochila encima de la cama y se acercó hasta la cocina, donde estaba su madre.

-¿Qué tal en el instituto? - La pregunta que cada día le hacía su madre desde pequeña y a la que ese día temía como nunca. No le quedó más remedio que mentirle a su madre, aunque no le gustara.

-Bien, muy bien, como siempre – Sonrió para recalcar su supuesto buen estado de ánimo – ¿Y tu en el trabajo qué tal?

-Bien, cansada, como siempre. Hoy a la tarde me espera más trabajo que nunca

-Vaya...

La comida entre madre e hija transcurrió silenciosa, sin mencionar nada más acerca del instituto ni sus amigas. Aileen, cuando ya llevaba medio plato, recordó las palabras de Cloe “está muy gorda”... Decidió que, para que su madre no se precupara mucho, no dejar el otro medio plato. Pero después de comer tres cuartos del plato dijo que no podía más y se fue a su habitación, poniendo como escusa que tenía muchos deberes y que la semana siguiente tendría exámenes importantes. Media hora después alguien llamó a su puerta

-Toc, toc – Dijo su madre imitando el ruido de la puerta - ¿Se puede?

-Claro, estoy haciendo las ejercicios de tecnología. Dime

-Nada, sólo quería avisarte de que me voy a ir a trabajar. Si te pasa algo me llamas ¿vale?

-Pues claro mamá

-Por cierto – añadió justo cuando estaba saliendo de su habitación – tal vez hoy llegue algo tarde, pero no te preocupes, en cuanto llegue papá ya cenáis los dos algo

-Vale, no te preocupes, no me pasará nada – Le regaló una sonrisa lo más tranquilizadora que pudo.

-Te quiero Aileen

-Y yo a ti mamá

El sonido de la puerta principal al cerrarse fue lo último que escuchó Aileen antes de cerrar la de su cuarto, sentarse en el suelo abrazando sus rodillas con la cabeza entre las piernas y ponerse a llorar.

Una vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora