Capítulo 13

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"¡Si los perfumes que aspiraba eran tan gratos comparados con el de los vestidos lujosos de ella..., si el canto de aquellas aves sin nombre tenía armonias tan dulces a mi corazón! Estaba mudo ante tanta belleza, cuyo recuerdo había creído conservar en mi memoria, porque alguna de mis estrofas, admiradas por mis condiscípulos, tenían de ella pálidas tintas. Cuando en un salón de baile inundado de luz, lleno de melodias voluptuosas, de aromas mil mezclados, de susurros de tantos ropajes de mujeres seductoras, encontramos aquella con quien hemos soñado a los dieciocho años, y una mirada fugitiva suya quema nuestra frente, y su voz hace enmudecer por un instante toda otra voz para nosotros, y sus flores dejan tras escencias desconocidas, entonces caemos en una postergación celestial: nuestra voz es impotente, nuestros oídos no escuchan ya la suya, nuestras miradas no pueden seguirla"

"Me gusta la gramática con la que está escrito el libro" Daniela sonreía mientras, con la cabeza posada sobre el regazo de María José, admiraba con gracia a aquella chica de ojos aceituna "aunque es un tanto incesto, ¿no?"

"Pues... Relativamente si lo es, María es prima de Efraín y él está enamordado de ella desde que eran pequeños y viceversa" explicó cerrando aquel viejo libro que tenía desde hace unos años atrás

"Me gusta la historia, es un tanto... Diferente a las demás"

"Por eso es reconocido como el poema de América, es una buena historia de amor" dijo dejando a un lado aquel objeto viejo de sus manos a un lado para poder recostararse en el pasto de aquella colina junto a Daniela

Ir a aquel parque era algo que jamás habían dejado de hacer, desde el día en el que se vieron por primera vez visitan aquella zona boscosa para tener un poco de paz y tranquilidad, nada de lo que pasaba en sus vidas importaba cuando estaban juntas, todos los problemas, dificultades y retos a los que se enfrentaban día a día, desaparecían. Estando allí no eran María José Garzón; la chica huérfana que vivía con un tío abusador o la lesbiana de la escuela a la que dos chicas violentaban, ni Daniela Calle; la misteriosa chica del parque la cual pasaba por situaciones que por alguna razón solo ella conocía. No.

Solo eran Calle y Poché

Dos chicas que estaban aprendiendo a amarse la una a la otra.

"¡Oh! Yo tengo algo para ti" la ojiverde se removió a paso apresurado rompiendo así el silencio que había caído entre ambas

Con cuidado se levantó de donde había estado recostada y caminó hacia atrás, llevaba una mochila negra con algunos broches de bandas; su amor por la música y la literatura podían apreciarse en cosas tan simples como lo era un simple objeto, que aunque fuese sencillo tenía un gran valor para ella, no era el material del que estaba echo, de dónde había provenido o de que marca era, no. Lo que verdaderamente le daba valor era el significado que le daba, momentos compartidos en dónde aquel objeto había estado presente, miles de encuentros vistos y secretos guardados. El valor verdadero de las cosas se encuentra en el significado y la importancia que le des.

De aquel objeto de tela sacó tres cosas: un pequeño papelito de color violeta, una cajita de leche y una flor de lavanda. No era mucho pero era algo dado de corazón.

"Pensé que sería buena idea darte esto" le tendió las tres cosas y simplemente esperó

Lo primero que abrió fue la nota: "Se que esto no es mucho, pues no tengo nada que ofrecer sólo una leche en caja, un montón de sinceros Te Amo, una pequeña y linda flor, momentos felices y mi corazón. Si tú quieres puedes amarme, y yo te amaré de vuelta. Quiero dedicarte todos los días de mi vida"

Lo segundo que vio fue la caja de leche, era su favorita; plátano, aquel divertido cartón de color amarillo tenía una portada bastante peculiar y simpática, por eso la amaba. Al darle la vuelta había otra nota: ¿Te gustaría ser mi sola excepción?

7 DÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora