Capítulo 2

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Nuevamente la pobre María José se encontraba en casa aliviada de no haber sido atrapada. Sobre la mesa había algo de pasta fría que había sobrado de la comida que tiempo atrás ella había preparado para su tío, ella solo comía porque debía de hacerlo ya que como Daniel le decía "No hacia nada más". Ni siquiera recordaba la ultima vez que él le había preguntado como le había ido, y si lo hizo alguna vez seguramente contestó "igual.. Nada nuevo".

"¿Quién va ganando? "oyó la voz de su tío a lo lejos, había bajado a la sala para ver la televisión, en una mano sostenía su teléfono y en la otra una botella de cerveza "¿¡Los Green!? Pero si esos ganaron la temporada pasada, además ni siquiera son tan buenos... ¿Van a venir? Claro que si, no hay nadie... Bueno sólo mi sobrina, pero ella no importa. Aquí los espero"

María José escuchaba todo desde la cocina, apretó los ojos y soltó un fuerte suspiro, sabía lo que aquello significaba. Los amigos de su tío irían a su casa, y eso quería decir que sería obligada a hablar con alguno de ellos.

"María José, ven aquí ahora" ordenó el hombre, dejó su plato de comida sobre la mesa y fue hasta donde él se encontraba "Necesito que vayas ahora mismo a comprar un paquete de cervezas, los chicos van a venir"

"Son las 11:30 de la noche y esta lloviendo "habló con temor

"¿Y? Nadie te haría nada, sólo mirate ¿Quién querría robarse a una chica inútil? Y si lo hicieran pues sería mejor para mi" sus palabras le cayeron como una bala al corazón, aunque puede que tuviese razón. Nadie querría a una chica tan fea como ella que solo servía para dar lástima "¿¡Qué estas esperando!? Es para hoy"

La chica hizo lo que le pidió, y aunque afuera hiciera frío, pues en aquella época de noviembre la ciudad de Rutland solía ser fría y húmeda, sabía que no tenia otra opción.

(...)

Al regresar a casa con las manos llenas de botellas de cerveza, los hombres que su tío había invitado ya estaba ahí, les regaló a todos una sonrisa forzada. Una sonrisa que solo representaba dolor, una sonrisa que pedía a gritos ser sacada de ahí.

"Majo apresurate a traer las bebidas que los muchachos seguramente tienen sed" sólo cuando tenían visitas era que aquel hombre se dignaba a tratarla bien, era el único momento en donde no se sentía tan despreciada.

"No te preocupes Daniel, yo no quiero "habló un chico de aspecto simpático de unos 20 años, miraba constantemente a María José y eso la hacía sentirse incómoda pero no podía irse.

"¿Y qué hay de ti Ed? ¿Tu tampoco quieres?"

"Yo si ¿Puedes darme dos botellas? por favor, preciosa "él era un hombre de unos treinta y cinco años que casi siempre vestía de forma sofisticada y elegante, pero claramente su ropa era de segunda mano. Solía coquetear con ella, pedía con la mirada que alguien la ayudase pero la única persona que podía hacerlo estaba allí, y no hacia nada.

Mientras los hombres miraban televisión María José se dedicó a observar por la ventana de la cocina, miraba el cielo y las estrellas como si estos la llamasen. La ultima vez que había visto a sus padres fue en una fría noche de otoño, la luna brillaba en su máximo esplendor y las estrellas la acompañaban, ese día descubrió el significado del amor pero también del dolor.

Cuando terminó el partido los tres hombres pasaron a la mesa para revisar algunas cosas del trabajo, María José cansada de estar despierta estaba decidida a irse. Y, como ya se lo esperaba, Daniel se lo impidió.

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