Capítulo 25

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[Contenido sensible]

Aquel lugar no parecía tan malo, era otra sección en un edificio al lado del hospital, cuando entró podía observar a algunas personas sentadas en el living; algunas iban vestidas con un atuendo gris mientras los enfermeros de blanco, a diferencia de otros psiquiátricos aquel lugar tenía grandes ventanales; a través de los cuales podía verse toda la ciudad, tendría que acostumbrarse a estar lejos de los demás durante un tiempo. Cuando se había despedido de sus amigos y su novia la doctora le había dicho que podría verlos a todos pero solamente los fines de semana.

María José caminó con pasos inseguros entre los pasillos hasta dirigirse a, la que dijeron, sería su habitación durante su residencia allí, al llegar lo primero que vio fue la cama completamente desocupada que se encontraba a tan solo unos metros de la puerta, al otro extremo de la habitación había lo que parecía ser la cama de alguien más. Aquella habitación no era como la que tenía en casa, de echo, está era mucho más espaciosa, incluso parecía acogedora, las paredes estaban pintadas en tonos azules algo claros y opacos; abeto y piedra pintaban las paredes dando algo de vida al ambiente, también había una ventana en la pared central de aquella habitación, justo frente a la puerta, una rejilla de seguridad colocada encima de ella pero aquello no le impedía admirar la vista.

Quizás era un centro psiquiátrico pero tampoco era una cárcel, no podían ser completamente libres pero tampoco eran encerrados.

Siguiendo su recorrido y continuando examinando la habitación, María José se adentró en ella permitiéndole a sus ojos escanear todo a su al rededor desde un punto de vista más cercano, colocó sus pertenencia sobre la cama. Estaba vestida con la ropa que le habían entregado antes de llevarla allí, tenía unos pantalones de chándal color gris; la tela era de algodón permitiendo así que no pasase frío, pero tampoco la hacia acalorarse, la mantenía justo con la temperatura adecuada, sobre su torso llevaba una simple camiseta blanca sin ningún estampado, sobre ella un poleron estilo deportivo cubriendo su cuerpo, y, finalmente. Sus pies estaban cubiertos por unos simples calcetines de color blanco y unas zapatillas deportivas cerradas con velcro.

En sus ropas no habían agujetas, cuerdas, chusos o cualquier cosa con la que pudiese hacerse daño, tampoco en la habitación en la que se encontraba, no habían espejos, cepillos o televisor, cualquier objeto que pudiese ser una amenaza contra su vida estaba fuera de su alcance. No había nada con lo que pudiesen hacerse daño, además, ninguna puerta tenía seguro los pestillos habiendo sido retirados. Después de dejar sus pertenencia sobre la cama se sentó a admirar lo demás del lugar, al lado de las camas había un taburete de madera color oscuro, cada cama tenía uno propio, en él habían dos cajones para guardar sus cosas, del otro lado de la habitación se encontraban dos cojines gigantes en los que podían ir y sentarse, debajo de estos se encontraba una sencilla alfombra pequeña de algodón y una mesa de madera adornaba en el medio, frente a ambos cojines. Cuando terminó de admirar aquel lugar se permitió pensar un poco, y es que, no se había dado el tiempo suficiente para asimilar todo.

Estaba en un psiquiátrico.

Y, en cuanto se dio cuenta de esto, supo que algo en ella en verdad no andaba bien, sólo no sabía que era... O tal vez sí, pero se negaba a creerlo. Inmediatamente pensó en Daniela y en como apenas y había podido despedirse de ella, antes de que se la llevasen, María José había logrado darle un abrazo y un beso en la frente prometiendo volver después. Estaba concertada en sus pensamientos que no se dio cuenta del momento en que alguien más había entrado a la habitación, sólo se percató de la presencia de aquel chico cuando escuchó un ligero carraspeo proveniente de la entrada.

"Hola" saludó con timidez aquel chico

"Hola" devolvió el gesto

"Asi que... Tú eres la nueva, ¿no?" preguntó con sutileza mientras llevaba su mano hacia su otro brazo abrazandolo con su palma. Ella simplemente asintió. "Bueno, es un gusto conocerte, soy Juan Pablo, pero todos me dicen Juanpa asi que puedes llamarme así si quieres."

7 DÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora