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– ¡Nos vamos a quedar aquí para siempre! – Ambos jóvenes estaban acostados en el suelo, tenían hambre y sueño, pero también tenían que salir de ahí. Pero la paciencia de Hana se estaba agotando al ver que Hoseok no paraba de lloriquear pensando que se iban a quedar ahí para siempre.

– Si sigues pensando asi mas nos tardaremos al salir. – Respondio Hana con la poca paciencia que le quedaba.

– Pero tengo hambre... – Agrego. Hana se levanto del suelo quedando sentada, miro a Hoseok que tenia los ojos cerrados y hacia pucheros constantemente. Puso los ojos en blanco, parecia que ella tenia que hacer todo, asi que se levanto y encendio la lampara de su telefono, estaba dispuesta a buscar una salida. Camino por alrededor y miro las ventanas. Tenia una idea.

Miro como la cerradura de cada una de ellas, en el fondo rogaba por que aunque sea una estuviera abierta, en serio tenía hambre y quería salir de ahí, el lugar la estaba asfixiando. Al cabo de unos minutos y con la ayuda de la lámpara miro que una de las cerraduras estaba floja y sonrió, trato de empujarla para abrir la puerta pero parecía que están estancada. Tenía que pedir ayuda. Miro al castaño en la misma posición de hace unos minutos. ¿Que no pensaba moverse de ahí?

– Si quieres salir de aquí necesito ayuda. – La pelirroja vio que tenía su atención. Logró levantarlo del suelo y de seguramente de un drama de su parte. – Parece que está atascado por que no puedo abrir.– Le advirtió. Cuando el castaño intentó moverlo vio que tenía razón, se necesitaba mucha fuerza para poder hacerlo. En el interior deseaba que su comida le sirviera para poder abrir ese candado viejo. Con solamente tres intentos el candado salió volando dando con el piso oscuro del teatro. Lo habían logrado.

El castaño con emoción brincó la ventana añorando la libertad y sobre todo el poder comer, se le había hecho eterno el tiempo que estuvo ahí. – ¡Vamos Hana, no es tan difícil!– Dijo mirando a la pelirroja tratado de brincar con cuidado. Algo que no se le daba bien en ella era hacer ese tipo de cosas, siempre recordaba como en la clase de educación física siempre salía lastimada ya fuera de raspones o golpes, simplemente era algo torpe para esas cosas. Y Hoseok pareció notarlo al esbozar una pequeña sonrisa al verla tratar de hacerlo. – Te puedo ayudar si quieres.– Se ofreció sujetando su mano. Pero ella negó con su cabeza y sacudiendo su brazo.

– Yo puedo hacerlo.– Se dijo para si misma. Ya casi lo lograba solo faltaba mover su otra pierna al exterior y era todo. Pero no todos los planes de Hana son efectivos y este no fue la excepción. Cuando estaba a punto de hacerlo, sintió como se iba de espaldas y se asustó sujetando fuertemente la ventana, Hoseok la miro hacerlo e inmediatamente la jalo hacia adelante para que no cayera, pero el había olvidado que todavía no sacaba la otra pierna así que al jalarla su pierna se alzó logrando que ella perdiera el equilibrio y con eso el castaño también haciéndonos caer en el pasto húmedo del campus. Hana esperaba el contacto de su cuerpo contra el frío pasto con el rocío de la noche, pero nunca llegó, solo siento que había caído encima de alguien, pero no quería abrir los ojos aun así.

– Ouch.– Escucho un quejido. Lentamente abrió los ojos para encontrarse con el rostro de Hoseok a centímetros del de ella. Tenía el ceño fruncido y los ojos cerrados. Hana se paralizó, jamás había estado a tan pocos centímetros de su rostro, empezó a sentir como su cara se calentaba indicando que estaba por sonrojarse violentamente. Hoseok abrió los ojos lentamente restregándoselos contra sus manos y al abrirlos también se encontró con el rostro de la pelirroja. Donde vio que su cabello no era lo único rojo, sus mejillas estaba teñidas de un tono manzana mientras evitaba mirarlo. Parecía que ninguno de los dos estaba por reaccionar , ninguno había estado tan cerca del otro.

El cabello largo de Hana tapaba parte de su rostro al estar en esa posición y aunque era una situación extraña, Hoseok sintió la necesidad de quitar ese cabello que parecía que le molestaba a la pelirroja y empezó a levantar su mano. – ¿Que están haciendo?– Ambos soltaron un grito cuando escucharon al guardia de la escuela. Tenía una lámpara apuntando a ambos que aunque ya se habían separado la posición en la que estaban daba mucho que pensar. – Este no es sitio para andar de novios.– Los empezó a regañar el guardia.

Amor no correspondidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora