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Hana se levantó esa mañana con un intenso dolor de cabeza mientras se removía en la cama en la que estaba acostada, aunque trataba de cubrirse con los almohadas que tenía sobre su cabeza, aún así no podía calmarse su dolor. Con pesadez abrió los ojos para casi a los segundos fruncirlos. ¿Por que su sabana era de un color diferente? Ella no recordaba haberla cambiado, noto por debajo de las sábanas  que tenía la misma ropa que ayer. Se sentó en la cama revolviendo su cabello mientras trataba de recodar lo que había pasado, miraba a todo alrededor con desconfianza, esa no era su habitación, ni su cama, ni mucho menos su casa.

– ¡Oh! Ya te levantaste.– La pelirroja se asusto al escuchar una voz de pronto, volteo hasta la puerta mirando al castaño con una bandeja con desayuno en ella y también algo de pastillas.– ¡No te asustes! Estas bien y tus amigas viene en un rato.– Respondió al mirarla más desorientada que la noche anterior.

– ¿Que estoy haciendo aquí?– Pregunto al ver como el castaño se acercaba para dejarle la bandeja con comida y medicina enfrente de ella. El desayuno se miraba bien, pero quería saber cómo había llegado ahí en primer lugar. ¿En que momento empezó a olvidar todo? Lo único que recordaba era a ambos sentados en el restaurante y comiendo, después de ahí todo eran nubes grises en la memoria de Hana.

– ¿De verdad no recuerdas nada?– Pregunto sentándose frente a ella mientras la miraba comer algo del desayuno y tomándose las pastillas.

– ¿Crees que si recordará te preguntaría? – Respondió con una pregunta mientras fruncía el ceño. Hoseok sonrió al verla desayunar a pesar de que estaba molesta de que no le respondiera nada, en realidad era una faceta que no había visto de la pelirroja y le parecía gracioso.

– ¿Recuerdas que estuvimos comiendo en el restaurante?– Hana asintió con la cabeza, en efecto, eso era lo ultimo que recordaba. – Te lo resumiré diciendo que te acabaste la botella de soju tu sola.– Hana casi se atraganta con el jugo de naranja al escuchar eso, si fuera posible y sobre todo si el castaño no estuviera mirándolo se hubiera golpeando a sí misma.

– ¿Y por que me trajiste aquí?– Dijo dejando el desayuno aún lado. No quería que el castaño le diera detalles de lo que había hecho o dicho, le era suficiente vergonzoso de que la hubiera visto en ese estado.

– Por que me pediste que no te llevara a tu casa.

– Y ¿fue todo lo qué pasó?– Pregunto con algo de temor al tener que saber la respuesta. El castaño se quedó callado debatiendo mentalmente en decirle todo lo qué pasó, desde lo qué le dijo en la salida del restaurante hasta cuando llegaron aquí y la pelirroja lo besó, pero al mirar el rostro de Hana decidió mejor no hacerlo, prefería que ella misma recordara lo que había pasado, quizás esta era la primera vez que le pasaba eso, pero sabía que lo iba a recordar.

– Solo maneje hasta aquí y te quedaste dormida enseguida.– Respondió bajando la mirada. Eso tranquilizó más a la pelirroja, por un momento pensado que no había hecho nada que la hiciera arrepentirse, aunque había otra parte de ella que le decía que Hoseok le estaba mintiendo. Aún así ella suspiro con algo de serenidad por dentro, cosa que duro muy poco al escuchar su teléfono sonar. El castaño se estiró hasta el pequeño mueble donde se encontraba y con un asentamiento de cabeza se lo agradeció.

– ¿Hola?

– ¡Han, Han, Han!– Canturreo su amiga más mayor en cuanto contestó. Debido a su ánimo que aparte hice fruncir el ceño de la pelirroja, se retiró un poco de la bocina del teléfono ya que el dolor de cabeza todavía no pasaba del todo.– Ya vamos por ti.– Agregó con cierta diversión en su voz, parecía que toda la situación le daba gracia, más al escuchar de fondo como Yuusei a regañadientas le decía que dejara de hablarle tan dulce.

Amor no correspondidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora