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Mirai se encontraba completamente satisfecha de todas las cosas que había conseguido en una sola tienda sin tener que recorrer tantas. Miro a la parte de atras donde se miraba las bolsas de todo lo que ocupaba para hacer los postres y a pesar de que algunas de sus clientas habían entendió que durante ese tiempo estaría más que ocupada, por otra parte todavía había algunas que querían de sus postres. Aunque ignorando eso, se sentía feliz y relajada de hacer las compras, era lo que más disfrutaba de hacer cuando trabajaba. Incluso había ignorado el teléfono ese tiempo que estuvo en la tienda. Se subió al auto y manejo tranquila hasta el departamento pensando en cuantos viajes tenía que hacer para llevar todas las cosas hasta su casa y suspiro con algo de desgano, aunque le gustaba comprar las cosas, no le gustaba el hecho de que tuviera que hacer tantos viajes para llevarlos hacia su departamento.

Aún así en el camino de regreso, prendió la radio del auto y disfrutó libremente de las canciones que estaban pasando, tarareando y moviendo sus manos al ritmo de la canción. Fue hasta que sonó una canción diferente que ella no había escuchado, era algo  energética pero aún así la dejo por curiosidad, aunque sabía que probablemente estaría algo nostálgica por la letra. Y cuando pensaba en tener algo de nostalgia, pensaba en el pelinegro, en sus ojos, su voz, simplemente en el y en cómo lo conoció la primera vez que lo vio tocar el piano, aunque deseaba que eso se hubiera quedado así y nunca se hubieran hablando para ella no sentirse como ahora en ese momento. Mientras había llegado al estacionamiento tomó su teléfono y lo reviso mirando los incontables mensajes de Yoongi, diciendo que la estaba esperando o si estaba bien, pero aún así decidió no contestarle. Lo mejor para todos era que ella se alejara de él, aunque eso le doliera a Mirai.

Cuando estaciono el auto y miro por el espejo retrovisor observo el montón de bolsas llenas de la comida que había guardado y en su mente pensó que serían al menos tres viajes en tener que subir todo y de tal solo pensarlo, la pelinegra dio un suspiro de cansancio. Aunque se bajo del auto y tomó todas las bolsas que podían sostener sus manos, haciendo una mueca al sentir que estaban pesadas y como iba a batallar para subir las escaleras hasta su departamento. Cuando llegó hasta la puerta de su casa, lanzó un suspiro de satisfacción y pasó su mano por su frente tratando de secar el sudor que tenía. Aunque al tratar de buscar en su bolso las llaves de la puerta, esta fue abierta por una animada pelinaranja, Mirai frunció el ceño. ¿No estaba con Jimin? Cuando entro miro también a Hana en la cocina tratando de acomodar unas cosas que había dejando desordenadas la peliengra. ¿Que hacia ella también ahí? Se suponía que cada quien tenía cosas que hacer, ya que tenían los proyectos de la escuela y lo que menos quería era intervenir en lo que ya tenían planeado hacer.

– ¿Todavía tienes más cosas en el auto?– Pregunto Yuusei al ayudarla con unas bolsas y ponerlas en la mesa. Ella asintió con la cabeza.– ¿Muchas?– Volvió a asentir.

– Vamos Han.– Le dijo a la pelirroja llamando su atención. Ella asintió con la cabeza mientras dejaba lo que estaba haciendo para ir junto con Yuusei.

–Esperen.– Dijo Mirai mirándolas a las dos antes de que cruzaran la puerta. – ¿Que hacen aquí?– Pregunto en un susurro. Pero sus amigas sonrieron.

– Te dijimos que te íbamos a ayudar.– Respondió Hana encogiéndose de hombros.

– Pero ustedes también tienen que proyectos para la escuela, yo solo haré postres para un baile.– Dijo tratando de restarle importancia.– Solo no quiero alterar lo que ya tenían planeado por estar ayudándome.– Agregó con sinceridad.

- Si ambas estamos aqui es por que tenemos el tiempo para hacerlo, no te preocupes Mirai.- Agregó Yuusei mientras jalaba de la mano de la pelirroja.

Ambas bajaron por las escaleras de los apartamentos y se dirigieron hasta el auto de Hana. Mientras que Yuusei iba mas enfrente de la pelirroja, Hana escucho el sonido de una motocicleta acercándose, miro de reojo y parecía que era Yoongi llegando al lugar. Ella frunció el ceño, ¿No se suponía que no iba a venir? Al menos que la pelinegra nunca le haya avisado que ya no iban a tener las clases, aunque simplemente las cosas no les hallaba ningún sentido. Solo se encogió de hombros y le siguio el paso a su amiga para no estar atrás.

Amor no correspondidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora