Capítulo 12

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En los exámenes me fue más bien que nunca, gracias a Zack y a Jane, saqué un noventa en ciencias.

Había salido de la escuela, las vacaciones las pasaría en la casa de los abuelos, algunos primos asistirán también.

Iba a pasar tiempo sin ver a ese hombre que me pone de diferentes formas.

La semana pasada él y yo la pasamos juntos, fuimos al parque, le dimos de comer a las palomas que siempre estaban allí, vimos algunos niños jugando, se veían tan bonitos, a veces me fijaba como él los miraba, de una forma indefinible.

Esta tarde tendría que viajar fuera del país. Iría a Miami, allí en navidad toda la familia se reunía y la pasábamos cada año mejor que el anterior.

Prepare todo lo necesario. Los boletos ya estaban comprados y el vuelo salia a media noche.

Estaba en el avión toda nerviosa, sentía mis manos sudadas y cada vez que podía me mordía el labio que, a veces sangraba.

Al salir del aeropuerto estaban los abuelos al lado de un gran coche color negro.

-Hola mi niña, que grande estas -mi abuela me abrazaba al mismo tiempo que me separaba para verme mejor. Sonreí ante aquel gesto sin nada que decir.

Entramos todos al coche, donde adentro había un chofer. Cuando llegamos a la gran casa, baje rápido para poder admirar aquel lugar más cerca, a veces no podía creer que los abuelos viven solos.

Era de noche, estábamos todos sentados alrededor de una pequeña fogata que había echo uno de mis tíos. La noche estaba hermosa, brillante de tantas estrellas, el viento era frío pero, a la vez agradable.

Todos estábamos pasándola bien, me sentía mejor que nunca a pesar de no saber de él desde que me fui.

Me disculpe de todos, fui a la que es mi recamara en esa casa, busque entre mi bolso mi móvil.

Habían pasado una semana, los días pasaban rápido y para año nuevo solo faltaban dos días.

Mis primos y yo a veces montamos algunos caballos en la tarde o, íbamos a alguna plaza no muy lejos de los abuelos. Por otro lado, mi mamá siempre estaba ocupada y, casi no hablaba con ella.

-¿Alanna? -oír mi nombre me hizo salir de mis pensamientos. Isabella me miraba raro, pues obvio, otra vez estaba delirando- ¿Estas bien? Te noto algo rara.

-No me pasa nada, solo pensaba un poco -le sonreí con cariño para que no se preocupara. Ella me tomo del brazo llevándome a la parte trasera de la casa.

-No te creo ni un poquito, te conozco muy bien, algo te pasa y algún día tendrás que contarme -no le podía mentir, Isabella es una de la que mejor me conoce aunque trate de parecer normal.

-No tengo nada, enserio -cruce los brazos tratando de parecer lo más indiferente posible. Soy de las personas que a veces se guarda todo.

Es año nuevo y cada vez más me siento ansiosa porque ya termine. Estaba frente al espejo viendo una y otra vez un poco nerviosa, nunca en mi vida me sentía así, menos por estas cosas.

Baje las escaleras con mayor seguridad, muchas personas por doquier, la casa estaba repleta de familiares que nunca en mi vida había visto. En un segundo todos se habían percatado en mi.

¿Qué yo tenía?

-Hija, estas preciosa -dijo mi tío Jhon sonriente.

-Gracias, digo lo mismo -termine de decir con toda la amabilidad posible.

Se oían fuegos artificiales por toda la ciudad mientras todos se abrazaban recibiendo el año nuevo, mis tías lloraban de felicidad, mis primos en grupo daban pequeños saltos, incluyéndome.

Esas últimas dos semanas las había pasado mejor que nunca pero, las vacaciones habían terminado y yo, bueno yo, tenia que volver a mi vida; aburrida.

El vuelo fue de lo más agotador, lo primero que quería al llegar de nuevo a casa era dormir. En dos días volvería al colegio, cosa que, en parte, no quería.

Estaba en un lugar muy raro, no podía reconocer, ni casi ver donde estaba, comenzaba a asustarme. Comencé a caminar por una calle, a los lados habían pequeños palacios totalmente hermosos para mis gustos.

Mientras más me acercaba escuchaba la voz de alguien, me sonaba muy familiar pero, no sabia quien era. Al terminar de acercarme estaba él ahí, parado con su cabello alborotado, la camisa con las mangas subidas hasta sus codos, solo una palabra podía definirlo. Perfección.

Cuando estuve frente a él me quede observándolo, esperando a que algo pasara.

-Estas preciosa, ¿lo sabias? -me miraba como nunca nadie lo había echo. Yo solo quería perderme en esos ojos negros que tanto captaban mi atención. No sabia que hacer y, mucho menos que decir.

Darwin se fue acercando aún más a mi, quedando solo a unos centímetros de mi boca, su respiración se mezclaba con la mía, está ya estaba acelerada. Rosó mis labios mientras me apretaba la cintura, solté un gemido.

Alguien de fondo mencionaba mi nombre, el lugar donde estaba comenzaba a tornarse negro mientras, él desaparecía. ¿Qué estaba pasando?

Desperté.

Mire a todos lados; era un sueño, todo lo que había visto era irreal.

Mi mamá estaba a mi lado viendome algo preocupada, ahora estaba enojada por que me había despertado.

-No quería despertarte pero, la cena esta servida -posó su mano en mi muslo por un momento, me miró y salió sin decir más.

¿Cómo es que hay sueños que parecen tan reales? Me preguntaba a mi misma. Él había aparecido de nuevo en mis sueños a pesar de aquellas veces que nos hemos besado. A veces siento que solo me utiliza, es complicado porque, él tiene novia o, eso creo.

Cada vez que trataba de sacarlo de mi mente, me hacía otra de mis fantasías no cumplidas con él, o simplemente aparecía con su sonrisa brillante y perfecta, una de mis debilidades. A veces pienso que, a pesar de que el me obligo a contarle lo que sentía, no debí, por el hecho de que él, a pesar de que nos besemos a veces, no sera más que lo que somos que, ni siquiera sé como se le puede llamar.

Querido Profesor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora