Dia 20: Fetiche

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ChenMin BDSM

JongDae tenía el dinero suficiente como para esclavizar a media Corea con este, y es que, ¿a quien no le gusta el dinero?

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JongDae tenía el dinero suficiente como para esclavizar a media Corea con este, y es que, ¿a quien no le gusta el dinero?

Muchos harían cualquier cosa por este, aunque fuera algo que se imprimía de sobremanera cada día.

Aún así, Kim JongDae no era una persona egoísta, superior o algún Dios, si, era algo narcisista pero solo en broma, era bastante humilde y amable para serles sincero. No usaba dinero de maneras inapropiadas.

Bueno, solo una manera.

—Buenas noches.—saludo a HeeChul con una sonrisa que le sonrió de igual manera y movió su mano tras la recepción.

—Buenas noches Dae. ¿Con Xiumin?.

—¿No está ocupado?.

—Para ti nunca corazón.—HeeChul rió antes de señalar a un lugar de aquel enorme salón solo iluminado por luces fluorescentes y otras pequeñas de colores. Logró ver a la pálida figura recostada en uno de esos sofás negros de cuero, con su cuerpo curveado por lo que podía ver su linda espalda y su pomposo trasero. Noto como entre sus manos jugaba con una pelota de aquellas para el estrés, mirando a la nada mientras mecía sus piernas.

Relamió sus labios para acercarse, detallando fugazmente la ropa interior de encaje negra unida a una liga en su muslo derecho, su piel blanca resaltaba como si fuera porcelana, era precioso. Deslizó sus dedos superficialmente por su espalda causándole un escalofrío y que girará a verle justo cuando acercó su cara a esta, quedando solo a centímetros cerca.

—Hola precioso...—susurró sobre sus finos labios, depositando un superficial beso pero que aún así hizo sonreír al de piel más blanca y cabellos negros. Miró a los ojos contrarios, eran como dos perlas que brillaban con emoción al verle.

—Dae~...—susurró encantado, moviendo su cabeza para darle un lindo beso esquimal.—Pensé que no vendrías... Tenia miedo de que no pudieras ver el regalo que te hice...

—¿Un regalo?.—el de ojos de un azul grisáceo asintió feliz, dándose la vuelta para quedar recostado sobre su espalda, permitiéndole a su acompañante acariciar su vientre delicadamente.—¿En donde esta?.

—En la habitación, por supuesto.—JongDae sonrió de lado antes de tomarlo de sus brazos para obligarlo a rodear su cuello.

—Entonces vamos allá gatito.—lo levantó por debajo de sus rodillas, cargándole como a una princesa para caminar a las escaleras que daban al segundo piso, deleitándose de los besos de mariposa que le daba el chico en sus brazos.

Ese pequeño de grandes ojos gatunos era su perdición, era lo único en lo que podía gastar su dinero de manera tan egoísta, estaba seguro que podía pagar miles de dólares solo por una noche con el pequeño de regordetas mejillas.

30 Days of SmutDonde viven las historias. Descúbrelo ahora