Recuerdo perfectamente sus pecas y su pelo rojo. Su sonrisa llena de alegría y su nariz puntiaguda. Sus puntas abiertas y sus pequeñas orejas. Siempre me miraba con esos ojos que desprendían ganas y vida, lo cual es gracioso, pues yo misma se la quité. La imagen de mis manos manchadas de sangre pasean por mi mente sin prisa alguna. Y es que ojalá hubiese sido solo ella, pero maté a muchas mas, y nunca me lo van a perdonar.
El día que baje colgada de una soga con mi pecho desnudo al ardiente fuego y me visualiceis lanzándome piedras hasta desfigurarme, hasta ese día, no estaré en paz con vosotras.
Me merezco eso y mucho mas, no os merezco y no os merecéis mis penas. Perdón por ser así, me gustaría excusarme pensando que soy así y no hay manera de cambiar pero si la hay, sé que la hay, y la culpa es solo mía.
La mochila cargada de piedras que llevo a mi espalda cada vez pesa mas y no sé si algún día lograré acabar con ella, lo mas seguro es que no, pero está bien soñar con ello para tener alguna esperanza que seguir.
Quiero morirme, quiero que me matéis, y sobre todo quiero que lo disfrutéis. Ya no siento nada, nada me llena, solo vuestro desaliento puede darme vida. Rajadme la ropa, arrancadme el pelo, cortadme la piel. Haced todo lo que veáis necesario. Ya no estoy bien. No me encuentro bien. Quiero irme pero tengo que enfrentaros, y si eso significa mi fin, pues que así sea.
Un beso,
Y por vuestro bien que no sea mío.