Agonía

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Quizás sean mis últimas palabras, mis últimas letras, es como la carta de una escritora que se niega a vivir, pero a morir también.

Así estoy, en medio de la vida y la muerte, agonizando, sin ganas de escribir y a la vez con ideas atormentándome día y noche, con mis dedos deseosos por escribir, porplasman los sentimientos de un infierno, por plasmar el dolor y el sufrimiento. Por plasmar la forma en la que me asfixio y me rompo.

Quizás estas letras son las últimas escritas por esta escritora que ya no tiene alma ni corazón para escribir. Pero que se niega a morir, que lucha contra todo para seguir escribiendo, para que su corazón siga latiendo.

Tal vez sean las letras mi grito desesperado en medio de una decadencia y muerte segura de un gran amor que se niega a extinguirse.

Hay doctorares para padecimientos físicos y hasta psicológicos, pero mi mal. mi enfermedad es del alma, ya ni hablemos del corazón. Es de un alma desgarrada y rota, de una mal apuesta a pesar de ser mi otra mitad.

De alguien que me hizo sentir que fui la peor de las mujeres, que no merecía siquiera ser feliz, o ser amada por su otra mitad. Que no merecía ni un poco de compasión a cambio de lo obsequiado con tanto amor y fe.

Así que ahora mi alma agoniza, mis letras agonizan. 

Tal vez sean las últimas letras escritas, tal vez la escritora en mí logre sobrevivir, tal vez el amor en mí logré sobrevivir. 

¿Qué tanto de mí queda? ¿Qué tanto queda de la escritora?

La única verdad es que me metí al infierno por decisión propia, pensando que quizá lo valía, que quizá sobreviviría y no perdería nada de mí. Pero perdí mucho por nada, aposté la mitad del alma y terminé con un cuarto de ella y sin un corazón.

Ahora agonizan muchas partes de mí, al fin estoy rota por completo, al fin se lo que es desear la muerte, la calma eterna. Al fin sé lo que es el infierno.

He sido valiente porque no me ha quedado de otra, he sido fuerte porque eso esperaban de mí y necesitaban de mí.

Pero ya no lo soporto, ya no quiero. Ya no puedo, ya ni siquiera quedan más lágrimas dentro de mí.

Me rompí en tantos trozos de mí, nadie estuvo para sostenerlos y se han perdido tantas cosas de mí, he extraviado piezas de mí misma, de lo que era, de lo que soy.

Me cansé de dar y dar sin recibir más que lágrimas, desprecios, silencios, indiferencia. Me cansé de que todo el mundo se peleara una parte de mí para dejarme sin nada. Me cansé, me rindo y dejo de luchar. 

Estoy rota, desgarrada, hecha mierda... Y a ti ni siquiera te queda remordimiento de haber destrozado mi alma, de haberla despedazado y desgarrado. AL contrario, creo que sádicamente disfrutaste de haberlo hecho, pues con soberbia y orgullo te quedaste con pedazos de ella.

¿Qué tanto quedó de mí? ¿Qué tanto sobrevive? 

Solo sé que agonizo, que mi muerte es lenta y dolorosa. 

No hay nadie que quiera sostenerme, ni ayudarme. No hay nadie que me salve, quizá es mi castigo de vidas pasadas, de pecados pasados. Quizá en verdad lo merezco. Tal vez lo merezco por haber amado tan ingenuamente, tan desinteresadamente. Debí ser la mala del cuento. Pero no lo soy.

Pagué caro el haberte salvado, pague con mi vida, mi alma, mi corazón. Con mi escritura.

Solo me queda morir realmente, despedirme de lo que era, despedirme quizá de la escritura.

Y es que ya nos creo en el amor. Tal vez eres un invento de mi cabeza, de mi soledad. De mi imaginación, tal vez nunca hayas existido. Quizá ese cuento de las almas nunca fue verdad y solo lo use de pretexto, para justificar mi estupidez, lo tonta y crédula que fui.

Quizá nunca exististe, fuiste solo algo que imaginé, algo que nunca sucedió en verdad, tal vez todos tengan razón al decir que ese cuento de tu otra mitad no existe. Que solo es un cuento, una mentira cruel.

¿De verdad soy tan mala persona? ¿De verdad no merezco que ni siquiera mi otra mitad no me quiera en su vida? 

Por eso prefiero ahorrarme la agonía, negar toda existencia de mi estupidez. De mi inocencia. 

Hoy declaro mi muerte, la muerte de eso escritora que ya no soporta deambular entre la vida y la muerte. Tal vez con mi muerte venga la muerte de mi escritura, quizá sea un precio alto a pagar por mi sueño ridiculo y por mi fe ciega en el amor.

Pero es que con el amor se acaba mi escritura,porque... ¿Qué es una escritora sin amor ni alma?

No queda nada de ella, no quedan más que palabras vacías, frías y efímeras.

¿De qué sirven palabras superfluas entonces? 

Quizá sobreviva, tal vez no lo haga. La escritora se niega a morir, quiere seguir creyendo en el amor, a pesar de tener el alma desgarrada, de estar hecha mierda y ser solo fragmentos.

Porque ahora que esta rota por completo, porque ahora que duele todo y ha llorado todo lo que nunca había llorado. Qu esta cansada y duele todo... Solo ahora también es libre. 

Es libre de todos los miedos, de todas las heridas. Porque a pesar de estar a punto de morir, también es cuando hay mayor claridad en ella, mayor fuerza.

Irónicamente, así de herida, destrozada, es cuando he sido más libre.

No sé quién soy, queda poco de mí. Queda poca fuerza... Quiero darme por vencida. Duele todo, lastima respirar. 

¿Y si me doy por vencida? ¿Si dejo que la escritora muera?

Ya no tiene caso salvarla, ya no hay razón para mantenerla con vida. Porque ella lo perdió todo, porque ella lo dió todo. Y no recibió ni siquiera ayuda divina. Ella sola debió salir del infierno, sin ayuda, sin nadie que la se preocupara por ella.

Solo se tiene a ella misma. Y es por eso que ahora decide recluirse, encerrarse para no volver a ser lastimada. Decidió cerrar el corazón para no sentir, para olvidar.

No queda mucho de ella, y lo poco que queda es una niña pequeña que pide a gritos ser salvada, ser cuidada. Que pide a gritos que el dolor pare.

Se ha encontrado a ella misma, aunque la vida la hecho encontrarse con ella de la peor forma, a través del dolor.

¿Vale la pena seguir?

Queda poco tiempo, puede sentirlo... El final esta cerca.

Quizá sobreviva, y entonces será más fuerte. O quizá caiga en coma, en un sueño profundo del que jamás regresara. Pues ya no da batalla, ya no pelea. Se ha abandonado a lo que quiere la vida de ella. Tal vez su destino sea la muerte, y ella aceptará gustosa la muerte.

Quién sabe... Igual alguien pueda reanimar su corazón que esta débil y pronto dejará de latir.


Lo que te escribí y nunca te dije.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora