30 de mayo, año actual
Aquella mañana el viento soplaba gélido, todavía más frío que de costumbre. El cielo estaba cubierto por una masa de nubes grises que mantenía al sol en el eterno cautiverio del que solo salía en ocasiones contadas. Aunque la primavera había llegado hacía unas semanas a la ciudad, su esencia todavía era invernal; y es que todos allí sabían que en aquel lugar solo había dos estaciones: el invierno y los días en los que el mal tiempo daba tregua.
La gente vagaba triste por las calles, luciendo esa falsa sonrisa que ya se habían acostumbrado a lucir como otro complemento más del uniforme de trabajo. Las luces de las farolas todavía permanecían encendidas, pues la luz natural aún no se había hecho con el control total del cielo. Aquellas horas constituían otra etapa más del día a la que nadie puso nunca nombre: el limbo entre la noche y el alba, entre la mañana y la madrugada.
El amanecer irrumpió en la escena, tintando las nubes de un bonito tono ámbar, que combinaba a la perfección con el intenso azul del cielo. Pronto se rompió el hermoso paisaje para dar paso a una intensa lluvia, que caía sobre los charcos que ya había dejado el día anterior.
El camino que llevaba desde un céntrico segundo piso hasta el instituto de la zona vieja hoy echaba en falta a una joven, su nombre no era otro que Irene Peñalver. Los viandantes se preguntaban dónde estaría aquella chica que, cambiante en su ánimo, recorría cada día aquellas calles con sus auriculares puestos y un paso apresurado hacia otro monótono día de rutina.
La desaparición de Irene era reciente, apenas se cumplían 24h desde que su madre despertó y no la encontró en casa. Ahora todos se lanzaban a formular hipótesis sobre su posible paradero, sin tener en cuenta lo poco que conocían a la chica. Y es que, aunque todos creyesen conocerla, pocos sabían quién era realmente, y muchos menos todavía estaban enterados de sus secretos.
Nadie nos conoce realmente. Cada persona tiene una idea de nosotros, y no somos sino la suma de todas ellas.
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El sentido de no tener sentido
Teen Fiction"Nadie nos conoce realmente, cada persona tiene una imagen de nosotros y no somos sino la suma de todas ellas" Irene Peñalver era un puzle del cual cada persona tenía una pieza, pero la chica había guardado las más importantes para sí, de forma que...