18 de junio, año actual
El sonido del despertador interrumpió el sueño de Marta, que se maldijo a sí misma por no haber anulado la alarma el día anterior. Tras tres intentos fallidos de volver a dormirse, se levantó dispuesta a aprovechar el día.
Su primera parada fue su espejo de cuerpo entero, donde se peinó con el cepillo que cogió de su cómoda. Acto seguido, se dirigió al baño a lavarse la cara. Con sumo sigilo y procurando no despertar a nadie, atravesó el pasillo en dirección a la cocina, donde empezó a prepararse el desayuno.
Los párpados le pesaban enormemente, tras haber regresado a casa a las cinco y media, su móvil la había despertado a las siete. Últimamente sus horas de sueño se habían visto enormemente reducidas, y la chica conocía bien el motivo: necesitaba saber qué le ocurrió a Irene. Recordó entonces que hoy debía hablar con Lorena, pues había averiguado que Miriam salió del centro de menores apenas 40 días después de entrar y no en la fecha que le correspondía, aproximadamente el mes pasado. El dato era extraño e inquietaba a la joven, que había tratado de figurarse la causa en vano. Tal vez Lorena resultase ser más ocurrente.
Entró en su facebook para matar el tiempo y pudo entonces comprobar que su amiga ya estaba despierta, pues lo primero que aparecía en su pantalla era una publicación suya. Se aseguró de aquello mirando su última conexión en whatsapp, que confirmaba el dato. Se dispuso entonces a llamar a la chica, que contestó tras el tercer pitido.
-¿Marta?¿Qué haces despierta a estas horas?
-Te podría preguntar lo mismo.
-No he dormido muy bien estas últimas semanas y creo que no soy la única, ¿me equivoco?
-Aciertas de pleno. Tenía que hablar contigo, no urgentemente, pero...
-¿Decubriste algo más sobre Miriam?
-Efectivamente. No cumplió ni la mitad de la condena. Salió del centro a los 41 días de entrar.
-¿Y eso qué más nos da?
-No lo sé, pero es raro. Tal vez diga algo en su favor, si tuviese algo que ver con la desaparición de Irene, ¿por qué habría esperado todo este tiempo?
-Puede ser. Tienes que hablar con ella.
-Apenas la conozco, ¿qué te hace pensar que me confesaría algo?
-Por probar...
***
Miriam se dirigía a paso apresurado a la cafetería donde había quedado con Marta, pues llegaba tres minutos tarde y odiaba ser impuntual, incluso con aquella chica. Al recibir su llamada, se extrañó enormemente de que le propusiese verse, luego se cercionó de que Irene estaba recién desaparecida y Marta era su amiga. Seguramente sería ese el motivo de su encuentro, ¿cuál sino?
La joven la esperaba ya sentada en una de las mesas del fondo, sonriéndole al atractivo camarero que la atendía. Miriam interrumpió la escena sentándose a su lado. Dos minutos después, el joven volvió con un chocolate caliente para Marta, Miriam decidió no pedir nada.
-¿Qué querías decirme?- preguntó seria, clavando su mirada en la de la chica.
Marta terminó de dar un sorbo a su chocolate, pensando cómo empezar aquella conversación. Realmente, había ido hasta allí para pedirle explicaciones de su vida, le iba a resultar complicado que le dijese algo.
-Sabrás que Irene ha desaparecido, ¿verdad?- comenzó.
-Si- afirmó Miriam- ¿Qué tiene eso que ver conmigo?
-Todos sabemos que no os llevábais bien...- insinuó la joven.
-Eso es mentira- respondió la chica ante la sorpresa de Marta.
-Yo misma la acompañé al hospital tras la paliza que le diste.
-Eso es agua pasada. Reconozco que no me solía caer bien, pero todo cambió cuando me vino a ver al centro- explicó Miriam.
-¿Te fue a visitar después de aquello?- inquirió Marta desconcertada.
-Me dijo que se arrepentía de haberse comportado así conmigo respecto a Javier, que había decidido alejarlo de ella para siempre porque la estaba convirtiendo en una persona horrible y que también estaba procurando arreglar todo el daño que causó por su culpa- comenzó la chica ante la atenta mirada de Marta, que recordaba perfectamente el día que Irene le comunicó que ya no había sitio para Javier en su vida.
-¿Qué le respondiste tú?
-Su visita me desesencajó totalmente. Nunca me había planteado que ella no fuese la absoluta y total culpable de lo que Javier me hizo, supongo que yo también estaba algo ciega. En ese momento me di cuenta de que nos había estado utilizando a las dos, y me compadecí de Irene. Cuando me dijo que me iba a sacar de allí no le di ningún crédito, pero a la semana siguiente estaba fuera, no sé qué clase de chanchullos hizo por ahí. El caso es que nos perdonamos y, aunque tampoco se pueda decir que nos convirtiésemos en amigas, nos llevábamos bien.
Marta analizaba minuciosamente la historia, buscando fisuras que desmontasen su credibilidad. No halló ninguna, todo encajaba a la perfección. Sin más, se figuró que Emilio habría logrado sacar a Miriam de allí, siempre respondía bien a los favores que le pedía Irene y, estudiándolo a fondo, seguramente se había alegrado enormemente de que la chica eliminase a Javier de su vida.
-¿No dices nada?- interrogó Miriam, rompiendo el silencio.
-No me queda nada más que decir- sentenció mientras abandonaba el local.
Feliz por lo convencida que había salido la joven, Miriam dibujó una sonrisa malévola, aunque enseguida se le borró al percatarse de que Marta no había pagado la cuenta.
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El sentido de no tener sentido
Roman pour Adolescents"Nadie nos conoce realmente, cada persona tiene una imagen de nosotros y no somos sino la suma de todas ellas" Irene Peñalver era un puzle del cual cada persona tenía una pieza, pero la chica había guardado las más importantes para sí, de forma que...