Motivos

237 36 5
                                    

30 de mayo, año actual

La clase comenzó y todos sacaron sus libros, mirando de reojo el pupitre vacío de Irene, preguntándose si volvería a ser ocupado o si su dueña no regresaría jamás. El ambiente en el aula era diferente al de todos los días; el color y el escándalo de las habituales mañanas había dejado paso a la languidez y los silencios incómodos propios de un hospital.

Jacobo intentaba mirar al frente sin tener en cuenta el asiento desocupado, pero le estaba siendo imposible. Él e Irene nunca habían compartido más que una relación de conocidos, pero el aura de misterio de la joven era imposible de borrar una vez impregnado. En la mente del chico permanecía una imagen fija: el cambio de clase de un martes a tercera hora. Sucedió hace ya unos meses, pero la conversación que mantuvo con la desaparecida recorría sus pensamientos una y otra vez.

"Una chica morena, rodeada por un corro de atentos oídos, contaba lo que parecía ser una de sus mejores hazañas del verano. Jacobo terminó entonces de copiar de una hoja los deberes de la siguiente asignatura y levantó la vista para devolvérsela a Irene, que fingía recolocar los libros de su mesa.

-Muchas gracias otra vez, no sé qué haría sin ti.

-De nada- respondió Irene amable, mientras que su mente se contenía de contestar: "Suspender, como todos".

-¿Ya no hablas con Elisa?- preguntó el joven refiriéndose a la muchacha morena.

-No, no desde el incidente.

Jacobo bajó la mirada, con un cierto remordimiento por su pregunta. Debería haberse figurado la respuesta, ahora él era el culpable del incómodo silencio que se había formado. Irene se dio cuenta de esto, por lo que decidió reanudar la charla con una frase que dejó pensativo al joven durante el resto del día.

-De todas formas, siempre he sabido que este no es mi lugar, todos lo sabemos.

Acto seguido, se giró y prosiguió ordenando".

Jacobo recordaba que, como si de una paradoja del destino se tratase, la reconciliación entre Elisa e Irene se había producido días después. Se preguntaba si ahora su compañera habría cambiado de parecer sobre su última reflexión. Tal vez no, tal vez ese fuese el motivo de su desaparición.

El sentido de no tener sentidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora