un año

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Hoy exactamente se cumple un año de  que Viviana partió rumbo a la hacienda de los padres de Julián, dio a luz a un niño y pese a la reticencia que mostró al principio entendió que ahora ese era su lugar, trató de convencer a Leonor de vender su hacienda y comprar otras tierras en aquella región...

Leonor lo pensó mucho, hizo cuentas pero... algo le decía que esa no era su mejor opción, tal vez era una necedad permanecer en un lugar donde era señalada por todo el pueblo, cuando pensaba en que si vendía y se iba solo dejaría a su paso un camino de rumores que dijeran huyó por vergüenza, hasta ahora, contaba con el apoyo de unos cuantos hipócritas y de otros tantos buenos amigos. Esa casona no solo representaba su único patrimonio sino mucho más... Era el alimento que mantenía su alma fuerte, cada mañana cerraba los ojos y recordaba a su madre, caminando hacia ella, sonriendo; cuando llegaba la noche y tenía miedo cerraba sus ojos y sentía su abrazo.

Cuando visitó a Viviana para conocer a su primogénito, vislumbró la posibilidad de vender aquello que atesoraba y aunque consideraba a Viviana parte de su familia (como si fuera su hermana), supo que añoraría su casa, su habitación y su cama, nunca había cambiado nada de ella salvó el colchón y hasta eso le costaba.

En aquel viaje también había encontrado que viajar sola no era una buena opción, así fuera en tren, un hombre había buscado hacer conversación después de la última parada en la que el vagón había quedado prácticamente vacío. Tuvo que mantenerse interpérrita, lo cual no fue fácil de lograr, había alzado los ojos al cielo para dar gracias cuando llegó a su destino y después de llegar a la hacienda de los Galante se felicito internamente por ser valiente, no sentía ganas de llorar a causa del temor que le había invadido al principio y aunque sabía que el mundo era hostil ella estaba dispuesta  a enfrentarlo. Ya de regreso a su hogar la opción de viajar no sería algo a considerar pero no diría la razón en voz alta.

Era una mujer que atesoraba lo que tenía y por eso orillar a Viviana a casarse con Julián no fue cosa fácil, rezó mucho por ella, por que fuera feliz y Dios la había escuchado, había llorado cuando tenía miedo, cuando se sentía sola y cuando los malos recuerdos la acechaban pero su madre le había enseñado a no llorar en vano... Siempre haz una plegaria decía; Dios recogerá tus lágrimas y no habrás llorado en vano.

Su madre tenía razón, recordaba a su madre como una mujer devota que Dios solía tomar en serio, siempre que le pregunta porque no le pedía a Dios para que su padre cambiara ella le decía, le pido algo mejor, le pido que siempre regresé con bien, algún día tu padre decidirá ser una mejor persona y todo estará bien.

Cuando pensaba en aquel anhelo de su madre trataba de ser justa; su padre llegaba entonces cada día, sin pelear y con el tiempo procuro ser un mejor padre, desgraciadamente el hombre dejo a su paso muchas deudas, muchos enemigos, y muchos malos recuerdos en muchas personas.

Pese a que los recuerdos de su padre no eran de todo buenos, le quería, no con aquella admiración. Cada que pensaba en él y en qué la vendió de algún modo con el mejor postor a cambio de su vida entristecía puesto que ahora estaba muerto y no pudo salvarse de su destino y sí cambio el suyo para siempre.

Un día más de cosas buenas..  hacía mucho que no recibía una carta de Carlos pero se sentía tranquila solía extrañarlo como se extrañan a las personas que llegan a ser especiales en nuestras vidas pero no como Carlos hubiera deseado, aquel hombre lamentaba no poder escribir pero tenía diligencias, estudiar de tiempo completo y trabajar no era cosa fácil,  menos cuando se estudiaba medicina, si bien tenía conocimientos varios de enfermería, disciplina y conocimientos empíricos esto no bastaba gozaba de una excelente memoria y sobre todo amor por lo que hacía, además de mucha motivación como médico y militar con los ingresos y apoyos de gente influyente pronto estaría a la altura de Leonor, solo tenía que hacer perder el interés a aquella muchacha que se había encaprichado con él y que podría ser una piedra en el zapato, era cuestión de tiempo para que pusiera sus ojos en otro pero era mejor si el buscaba un prospecto de suplente.

*****

Siendo ya un año de su visita a la hacienda de los Galante Leonor no estaba planeando hacer una nueva visita pese a que de alguna manera su situación económica no parecía tan precaria y razón aparte Viviana correría con los gastos, solo que imaginar pasar por lo mismo que en lo enfrentado en aquel viaje no le parecía una opción, incluso había vislumbraron llevar a Amalia o a Mago pero ninguna era opción o tendría que considerar llevar a los maridos de ambas y Cande, bendita fuera nadie la sacaba de la tienda, no es que una joven ya desprestigiada requiriera carabina pero definitivamente era más seguro, sin embargo no podía hacer un gasto semejante.

Viviana por su parte había recibido una carta de Cande escrita por puño y letra de Amalia Barena quien ahora era fiel doncella de Leonor, a decir verdad era un puesto peculiar para una mujer como ella y porque no decirlo su función principal seguía siendo la misma desde que había entrado a aquella casa... Espiar, vigilar, fisgonear y dar informe de lo observado solo que ahora lo hacía para Viviana.

Viviana se volvió una escritora y lectora asidua a las cartas de Barena pese a que su escritura era atropellada y su ortografía lamentablemente reprochable. Carlos y Julián también mantenían comunicación aunque ellos preferían los telegramas. Todo en ellos tomaba carácter de urgente, tal vez porque incluso se extrañaban más que Viviana y Leonor.

Con pesar Carlos aceptaba el hecho de que sus ojos no pudieran llenarse de ver a Leonor como tampoco había conocido al hijo de Julián por más esfuerzos que hizo, justo ahora tenía pensado ir en un par de meses hasta las tierras que le vieron crecer antes que ver a la dueña de su corazón, empezaba a sentir que Julián le ocultaba algo pero... No se atrevería a dar un paso en falso ganarse la amistad de Leonor no había resultado fácil pero bien sabía que perderla lo era si no calculaba bien sus actos.

necesidad de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora