Deseaba ver a Julián pero más deseaba ver a Leonor y pese a que faltaba un poco más para recibirse de doctor, al fin reunió valor para visitar y confesarle sus sentimientos a Leonor.
No recordaba desear tanto algo cómo mirarse en los lindos ojos de Leonor. El viaje en aquel bendito carruaje fue agotador pero era la excusa perfecta para salir sin dar mayor explicación. Un viaje tranquilo bajo la excusa de visitar a Julián.
Pensaba pedirle a Leonor que lo acompañará por ello no llevaba al caballo sería más fácil proponérselo, solo le molestaba incluir en esos planes a Barena, sintiéndose sumamente resentido con Mago por no quedarse de tiempo completo con ella, pero la joven que había estado bajo el cuidado de Julián se había casado y se estaba dedicando en cuerpo y alma a su nuevo hogar.
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— No me dirás lo que pasó ayer con el muchacho.
— No hay nada que contar.Amalia era curiosa y sabía que ese largo silencio significaba algo. Se sentía genuinamente molesta por no haberse jugado la posibilidad de ver el resultado de su travesura confiando en que en una rabieta Leonor todo le contaría. Pero estaba callada e inquieta había tomado tinta y estaba segura que se dedicaría media mañana a escribirle a Viviana y que por supuesto esa carta no pasaría por sus manos.
Deshizo una mueca, según recordaba el joven estaría por ahí en vista de que esa misma mañana le llegarían a Leonor unos encargos. Ya se imaginaba tratando de sacarle algo al joven Concepción. Sonreía mientras contoneaba sus caderas. Había madrugado y echado al fuego todo aquello que Cande necesario para hacer los guisados y se dió cuenta de que se estaba portando relativamente mal.
Tenía demasiado tiempo libre y está vez estaba tentada a caminar sin Leonor y no por José Concepción sino por Don Concho. Ese hombre le parecía enigmático y tentador. No le parecía tan aburrido como atrayente con esa sensación de seguridad displicente. Fue entonces que cayó en cuenta del error que estaba cometiendo. Aventuraba a Leonor a caer en enamoramiento por un joven solo por diversión.
Sabía bien que José tenía la cualidad de ser un buen hijo, amable, serio y trabajador. Sabía que Leonor era una joven tímida, digna y... con una turbia cortina de especulaciones a su alrededor. Leonor poesía muchas cualidades pero podía salir lastimada, no le parecía que José pudiera hacerle daño pero... no era ella la que buscaba la atención del padre; sus acciones podrían repercutir de manera negativa en Leonor.
Aquel día mientras recordaba que era una mujer casada que procuraba ser decente trató con extrema altanería al tendero y este sonrió mucho más, Barena nunca demostraba estar entusiasmada era algo que llevaba en su personalidad a todas partes pero aquella mañana las cosas le salieron diferentes.
— Si gusta la puedo ayudar -por regla iba en compañía de Leonor y también por regla controlaba su temperamento y siendo que había bastado con ver al hombre que generaba atracción en ella sin realmente proponérselo para entrar en razón de que podía estar tocando terreno peligroso, quiso hacer lo correcto.
— No es necesario.
Aquella mañana un sonrojo apareció en las mejillas de Amalia Barena debido a algo que estaba segura que ya no podía sentir y eso era vergüenza.
— Usted me gusta -dijo don Concho- de verdad que me gusta.
— Y a mi qué, que yo le guste -deshizo el contacto que cautelosamente había manejado el tendero.— No le voy a faltar el respeto.
— Ya me lo esta faltando -replicó ofendida.Dió un paso atrás y ese paso no la llevo hacia la puerta de la calle sino un poco más dentro de la tienda.
— No quiero estar aquí -dijo de pronto temiendo que aquel hombre pudiera malinterpretar aquel error- de verdad no quiero.
— No se preocupe usted, yo sé respetar a una mujer. Por mucho que me guste -agregó.
Se llevó la mano a la cabeza y dejó espacio para que Amalia saliera.
— Sra. Barena -atajó su huida con aquel llamado- no debería usted ser tan coqueta, yo... en verdad me había entusiasmado y no solo por algo de diversión.
Le estaba ofreciendo más, sabiendo que ella ya tenía una pareja. El tendero vio su tribulación.
— Si en dónde está usted no es feliz y ustedes me diera la oportunidad... Le prometo que yo le daría su lugar, ya no estoy como para querer jugar.
Le tomó las manos y algo en su contacto le hizo saber a Barena que el hombre decía la verdad, se había prendado de ella pero también en ese instante supo que no dejaría a su marido ni al que ya consideraba su hogar.
***
En aquellos días Leonor De Martín fue particularmente cautelosa, tanto de sus movimientos dentro y fuera de la casa, como de sus acciones cerca o lejos de Amalia Barena. Fue además eficientemente inasequible. Lo que fue realmente difícil fue ignorar los sueños repetitivos de aquellos dulces primeros besos, no había duda que era bonito ser besada si era así.Fue entonces que anhelo tener con toda su alma a Viviana para compartir sus pensamientos y hacerle miles de preguntas que ni en mil años podría decirle a Barena, era mujer aparte de manipuladora y mezquina era una lujuriosa. Si la mujer hubiera escuchado sus pensamientos lo más probable es que aquello realmente le divirtiera.
***
Aquella tarde justo pensando en lo mucho que había esperado por llegar Carlos encontró que aquel bendito lugar lo hacía infinitamente feliz y recordó que la primera vez que llegó pensaba que nada interesante lo haría envejecer en un lugar así y en ese caso había pensado particularmente en mujeres y ahora justamente estaba de vuelta por una... Leonor De Martín.Sonrió con algo de duda, no sería cosa fácil enamorarla hasta ahora no sabía cómo romper la barrera de amistad y distancia sobre ellos, no era capaz de cortejarla abiertamente por temor a perder todo los que ya tenía ganado.
Espero que les haya gustado este capítulo y que dejen sus votos y comentarios...
Les mando besos y bendiciones.
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necesidad de ti
Historical FictionLeonor es una chica con un gran reto, sacar adelante su hacienda para no depender de nadie, después de la muerte de su padre, el decomiso implacable del ejército a su propiedad por las deudas de su padre y la mala fortuna de haber pasado por la verg...