Hombres

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Disculpen la demora este capítulo es un borrador así que puede tener algunos errores o ser modificado mas adelante.

El ajetreo acostumbrado en la hacienda atrajo la atención de Leonor y luego de un leve momento incómodo se encontró con José a la puerta con notas de pago de la tienda, el marido de Barena como en algunas otras ocasiones había llevado la lista de encargos para pagar al final del mes, lo cual momentáneamente Leonor había olvidado, de ser el caso de estar alerta habría mandado a Barena pero había descuidado su tan escrúpulosa cautela.

Tal vez porque Viviana había mencionado que Carlos había manifestado su interés en visitarles en el próximo mes. Tal vez porque se había preguntado cómo era posible que no le mandara a ella algo parecido a un recado para anunciarlo, a decir verdad lo había extrañado y mucho. Al pensar en él su pecho colmaba en seguridad una que pese a tener gente a su disposición no lograba sentir como cuando estaba él.

- Buenos días Leonor. Srita de Martín -se corrigió José al sentir que se estaba equivocando.

Había quemado con su mirada a Leonor, no había dejado de pensar en ella, había pasado noches enteras dándose alivio en su honor y hasta desfogado en una joven que solía buscarle con esa única y vana intención. No solía buscar mujeres y por alguna extraña razón las mujeres como sucedía con su padre solían buscarlo a él. Se sentía en uso de mujeres que buscaban placeres y nunca era él quien tomara iniciativa,. En eso tenía razón su padre cuando le decía no te preocupes mucho solitas llegan aunque no lo esperes.

El hombre había enviudado cuando José tenía doce años y había tenido que acostumbrarse al desfiles de mujeres que buscaban a su padre, unas con más otras con menos intereses. Habían logrado afianzar un patrimonio en tiempos que eran sumamente difíciles, la tienda era solo el principio de un gran proyecto de Don Concho para su hijo.

- Buenos días José -la joven no corrigió, ni amonestó al muchacho, nadie tampoco hizo mayor aspavientos y entonces se encontró dentro de la casa caminando detrás de ella rumbo al despacho.

Al joven le sudaban un poco las manos y se sintió algo estúpido, saco el acostumbrado pañuelo rojo, se limpio disimuladamente el rostro y también las manos, ver aquel detalle hizo a Leonor de cierta forma feliz pero el recuerdo se vio interrumpo por otro pañuelo rojo el de Carlos Soto, quien por cierto era también un hombre prolijo y atildado. En ese mismo momento deseo volver a ver a su amigo.

Casi empezaba a sentirse molesta por la ausencia de noticias directas de aquel hombre que ocupaba sus pensamientos cuando no estaba pensando en José. Entonces se dió cuenta que tal vez solo tal vez Carlos estuviera ocupado pensando en otra mujer como ella se ocupaba en José. Aquello de repente lo agrado y recordó la ocasión en que se había molestado con las hijas del doctor anfitrión en el viaje que había hecho tiempo atrás junto a Viviana y Julián por no ser precisamente la mujer más adecuada para Carlos, pero que podía decir había mucha jovencita descerebrada y Dios quisiera no fuera Carlos a acabar con una.

Entre esos pensamientos buscaba distraídamente la llave para abrir el cajón para pagar la tienda. José había dudado un momento en acercase pero otra vez su cuerpo parecía moverse sin haber una concordancia con su cerebro. Justo cuando estuvo muy cerca de ella nuevamente se detuvo.

Leonor dejo su búsqueda y se encontró sorprendida y nerviosa. Esto no le estaba gustando.
- No debería acercarse tanto, no así, sin consultarmelo.
- Discúlpame. Es solo que yo quiera... Que volviéramos a besarnos.

Amalia contuvo un jadeo había invertido todo su tiempo y esfuerzo en vigilarlos. "Besarnos". Sí se habían besado, que el buen Dios de los cielos la cubriera con su manto porque si Carlos se llegaba a enterar hasta que punto habían llegado y como es que habían llegado ya se imaginaba al hombre casi despellejandola.

- Yo no creo que debamos volver a besarnos.

Leonor esquivó su mirada y trato levemente de alejarlo, no había una razón pero cuál podía ser su intención salvó la curiosidad de ver hasta donde podía llegar... Y ella le temía a su curiosidad. Era una jovencita buena y devota pese a su mal carácter y su mala costumbre de blasfemar, había logrado apaciguar los cuchicheos y dejar que José la besara no iba a ayudar. Confusamente la idea le gustaba, sí, le gustaba, quería sentirlo de nuevo, un beso sin miedo a las imposiciones.

Pese a que José estaba nervioso logro decir - No te ha gustado o es porque piensas que no es correcto.

Leonor no sabía lo que quería decir pero el continuó: - ¿Es por qué no tengo dinero?

A Leonor se le partió el corazón ¿cómo podía creer él que sus escrúpulos podían deberse a cuestiones de dinero?

- No -se apresuró a decir-, no es por eso, es porque no es correcto -susurró.

- Pero te quiero -le confesó él- te quiero y dicho esto la besó.

No había puesto ni un solo dedo de sus manos sobre ninguna parte de su cuerpo solo sus labios se unieron. Se separó ligeramente de ella y volvió a besarla de nuevo y... a punto estuvo de saborearla con su lengua pero se detuvo. A pesar de su torpe experiencia alcanzó a comprender que Leonor era una muchacha inexperta y por los rumores que escuchaba de la gente, Leonor no gozaba de gratas experiencias.

La prueba estaba en que la muchacha bajó su mirada avergonzada y lo menos que deseaba era lastimarlo, nunca como varón había tomado la iniciativa y ahora que lo hacía no quería arruinar su única oportunidad de enamorarla. No entendía como algunos hombres disfrutaban lastimar a las mujeres.

Su padre le había enseñado que una mujer necesita saber que está lista para lo que va a suceder sino no sucede. Cuando su padre le explicaba no entendía hasta que un día, lo observó en conquista. Era sumamente cuidadoso de no buscar un contacto hasta que la distancia se hace corta y la caricia es como la brisa, suave, la mujer casi imperceptiblemente la busca y nunca se debe hacerle sentir que está mal lo que la motiva. Su padre era un hombre altamente eficiente para amar a las mujeres.
Ese recuerdo de una joven viuda. Su padre le había dicho que ella no se quedaría que así como llegaba así se iría que ella solo necesitaba confiar y aprender todo su poder.

Don Concepción le había enseñado que las mujeres viven bajo los estigmas de la sociedad y la iglesia, condenadas por amar, sentir y entregar todo lo maravilloso que tienen y a él le gustaba ayudar a las mujeres.

José le preguntaba porque no se había vuelto a casar y su padre había contestado que algún día cuando encontrará la mujer que no quisiera más aventuras sino una que realmente quisiera amarle.

Leonor estaba frente a un caballero, no de esos que se definen por la ropa, sino por el corazón.

Espero que les haya gustado.
Dejen sus votos y comentarios que son muy importantes para mi.

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