Un amigo
Al joven se le revolvían las entrañas de coraje, había pasado la noche en la casa de aquella muchacha, disfrutado de sus caricias y alimentado en su mesa era obvio que esperaba que pronto se decidiera a juntarse con ella y porque no confesar que se lo había pensado, solo que Leonor seguía en sus pensamientos, quería hacerla su mujer porque imaginaba que sería deliciosa, últimamente era más el deseo que las sensaciones pueriles de enamorado que había sentido en un principio. Se sentía enfermo y se calmaba muy bien en los brazos de aquella muchacha mestiza que era sensacional en el acto.
A ratos se acomodaba con los brazos debajo de su cabeza y se decía que por mucho que Leonor lo intentara no sería tan buena amante como lo era la mestiza, estaba seguro y aquello le reconfortaba pero aun así la deseaba.
Se levantó y buscó un amigo a quien contarle su desgracia, sí, esa de desear a un mujer que en la primer oportunidad se fue viaje con un hombre mucho más importante que él, una mujer de la que se decía mucho y creía poco, como poco le importaba lo que se dijera de ella, nunca se hizo ilusiones sobre Leonor hasta que besó su boca; le daba la impresión de que era una buena mujer y no es que no lo fuera sino que ahora caía en cuenta que por mucho que lo intentara jamás estaría a su altura y que si bien podía aspirar a algo era a ser su amante, el asunto consistía en que ella estuviera dispuesta, suspiró, Leonor no parecía de ese tipo y sin embargo dejaba a "su amigo" visitarla en casa y reclamarle "derechos". Recordó que trató de hablar con él; no era tonto no tenía modo de ganar, aún así estaba esperando, no podía engañarse, esperaba a que volviera.
Caminó rumbo a cualquier parte, encontró un par de jóvenes que consideraba confiables pero no quiso exponer así que se guardó su lengua hasta llegara con su padre al cual empezaba a ver con menos respeto y más recelo. Lo miró con coraje como si fuera este quien le debiera algo y tal vez se debía a que probablemente el hombre le dijera algo que no quería escuchar, su padre lo miró con advertencia durante un segundo y luego sonrió, golpeó firme la barra en la cual extendió un papel e hizo una seña. Era el trabajo del día y una nota de trabajo, no podía quejarse pronto estaría abriendo su propio local pero un negocio no lo ponía la altura de una dama como Leonor aun así su prestigio estuviera prácticamente por los suelos sino por el contrario el significaba acabar con la poca dignidad que le quedaba a una dama de su alcurnia.
Por la noche, su padre extendió un plato de comida caliente y tortillas que hizo la mujer que vivía con ellos y atendía la cocina. Le expresó con una mirada que no esperaba que llegara a dormir y al mismo tiempo sí. Apretó los labios, su padre expresaba muchas cosas con sus silencios y entendía muchos de ellos sobre todo los suyos y aunque no quería hablar era el único en el que podía confiar.
— Eso que te traes... no hay nada para calmarlo solo la aceptación de lo que tenga que suceder, aunque eso signifique perder.
En respuesta el joven gruño era una plática breve pero efectiva. No hubo una palabra más y el joven se fue a la cama sopesando la respuesta de su padre a sus tormentos. Aceptación era una palabra amarga y no por ello tenía otra opción. Y aunque hubiera querido mantenerse despierto y hacer algo productivo se rindió a los sueños.
****
Una gran sonrisa sincera de ambos al verse y un hombre saltando de su caballo para abrazar al otro — ¡Hermano – Carlos lo apretó con fuera y Julián devolvió el mismo con efusividad e incluso lo elevo despegando sus pies del suelo!
— Vaya eso quieres decir que me has extrañado.
— No tengo porque negarlo –respondió Julián con algo de amargura lo cual no le pasó desapercibido a Carlos y quiso entenderlo agradeció entonces tener el valor de llegar a la hacienda antes de irse.
Si Julián supiera lo que había estado a punto de hacer, de su despreciable comportamiento, tal vez pudiera sentirse cómodo porque Julián tenía un pasado aún más obscuro que su presente y quizás podría entenderlo y justificarlo aunque no buscaba ninguna de las anteriores sino más bien consuelo y escuchar a su amigo, comprendió que Julián parecía necesitar lo mismo, ese presentimiento no era agradable; quería a su amigo, pensaba que era feliz.
— Entonces he hecho bien en venir aunque sea una visita breve.
— ¿No te quedarás? ¿Dónde está Leonor?¿tuvieron algún disgusto? –por un momento Carlos pensó que las preguntas no se detendrían pero después de la tercera pregunta Julián se limitó a reír a carcajadas.
— ¿De qué te ríes?
— De mi pregunta que no es necesaria cuando la respuesta es más que obvia, cuándo dejarás de disgustar a esa chiquilla caprichosa.
— Yo no preguntaré entonces porque no luces como un hombre felizmente casado, quiere decir que tú tampoco estas cumpliendo bien con tus deberes –esto último llevó un doble sentido que le hizo acreedor de un zape.
— ¿Enserio quieres una pelea cuando acabas de llegar y dices que así como llegas te vas? ¿Quieres que te recuerde que soy mucho más afortunado que tú? Porque mi mujer está allá arriba y la que tú quisieras que fuera tuya ¿Dónde está?
— Bien, no creo que queramos hacer esto justo ahora –suspiró, notó entonces Julián que su cansancio no era del viaje sino del corazón atribulado, de hombre atormentado y él que sabía bien lo que era vivirlo, lo compadeció mucho más.
Julián miró entonces hacia la habitación donde se hallaba su esposa y de lo estúpido que era por sentir aquellos celos por su hijo. Viviana estaba con él, era suya, tal vez no le gustaba compartirla pero era mejor que no tenerla, además cualquiera que lo escuchara diría que era absurdo sentir celos de su propio hijo. ¿Qué era lo que traía Carlos consigo? Él, en verdad se veía muy triste e incluso parecía atormentado pero... ¿por qué? si Carlos siempre buscaba hacer lo correcto.
— ¿Entonces qué?
— Empieza tú como dices lo tuyo está a dos pasos y lo puedes solucionar, lo mío en cambio...
Julián elevó una ceja pensando que podría ser tan complicado para Carlos si él mismo se ponía a distancia de Leonor más no desestimó sus sentimientos y su desazón.
— A veces siento... -hizo una pausa se metió las manos a los bolsillos algo avergonzado tratando de parecer más relajado, miró hacia ninguna parte y pensó en si sería correcto decirlo- miró sin querer más lejos donde se amontonaban los árboles antes de llegar a la zona de cosecha o donde pastaba el ganado, Carlos lo miraba impaciente, nomás aparecer mamá o papá Galante, no tendrían tiempo de hablar pero no lo apresuró- siento...
Siguieron caminando, hasta que al fin... — necesito que me digas que estoy loco, es solo que siento que nunca me ha perdonado realmente que no me ama como yo la amo a ella y que cada día que pasa se aleja más de mí que solo tiene ojos para nuestro hijo.
Carlos Sonrió — Julián ella ya te perdonó hace mucho pero no te has perdonado tú mismo. Perdónate y por favor no tengas celos de un pequeño solo porque se pega a los senos de su madre para ser alimentado. Primero, porque es un poco tonto y segundo, porque si quieres estar en competencia con mi sobrino sin duda perderás.
Carlos le palmeó la espalda a Julián y siguieron caminando hasta atravesar por aquellos árboles sin seguir el camino hasta llegar a los cultivos. Julián respiró profundo y sintió algo de alivio, intentaría seducir a su esposa y liberarse de esos fantasmas. Julián hizo un mohín que se vio algo gracioso por el efecto retorcido en su bigote indicándole a Carlos que era su momento de hablar.
¿Carlos se atreverá a decirle lo que ha sucedido? ¿Cómo podría tomarlo Julián? ¿Volverán a reencontrarse Carlos y Leonor en la hacienda de los galante?
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necesidad de ti
Historical FictionLeonor es una chica con un gran reto, sacar adelante su hacienda para no depender de nadie, después de la muerte de su padre, el decomiso implacable del ejército a su propiedad por las deudas de su padre y la mala fortuna de haber pasado por la verg...