— Eres malo Carlos, es que tiene algo de malo que alguien pueda quererme, a pesar de mi condición; si quieres irte vete tono te detengo ni tampoco te despido, lo que no te permitiré ni ahora ni nunca es que me quieras chantajear porque sabes el afecto que tengo por ti, lárgate mejor y si crees que vale la pena salvar la amistad alguna vez volverás pero sino vuelves sin duda será mejor, no estoy segura de querer un amigo como tú. Sabes bien que esto que sucedido es... es... Sí, José se entera sabe Dios lo que puede pensar y sin embargo la puerta de esta habitación no habría estado cerrada para ti al temor de que pudiera pensar algo malo porque yo misma he depositado mi confianza en ti porque te quiero como a un hermano.
Pero habiendo dicho esto escondió su cara en la almohada y rompió a llorar, Carlos contuvo el aliento, todo lo que decía Leonor era verdad, cada cosa dicha era a causa de los celos. Miró el ruedo del vestido de Leonor no se le veían ni los tacones de los zapatos en señal de que se había encogido para llorar mientras sostenía una almohada con una de sus manos para evitar que la viera en ese estado. Aquellas últimas palabras casi lo destrozan porque él no quería ser visto de aquel modo y sin embargo ese sentimiento era muy fuerte y no poco como para no saberlo agradecer solo quizás tendría que modificarlo pero en esto último no se detuvo a pensar sino el afán de calmar a Leonor, en salvar la situación y por último y no menos desesperado demostrarle que quizás podría verlo de otro modo.
Se levantó desde que la vio tumbarse en la cama. Espero sin saber exactamente qué pero no saldría de ahí; Leonor se había calmado un poco esperando escuchar la puerta cerrarse tras de Carlos. Ese sonido no llegó a escucharlo y tampoco escuchó los pasos sigilosos acercándose a ella. Poco a poco se fue calmando pero aún resollaba, estaba segura que Carlos seguía en la habitación, lo podía sentir pero no estaba segura si tan cerca cómo para preocuparse, tenía los sentimientos a flor de piel y no deseaba arriesgarse a enfrentarle. Carlos estaba ahí sintiendo muchas cosas sin saber cómo expresarlas.
De repente se sentó en la cama y Leonor sintió que cuerpo se le ponía rígido pero no sé giró porque tendría que mirarlo a la cara aunque no sabía cómo decirle que se alejara con determinación y no con temor. Carlos puso con un poco de fuerza la mano sobre la cintura de Leonor para ayudar a que ella se girara, al sentir su mano casi sintió que podía quemarse pero no protesto y se dió cuenta que su cuerpo no estaba tan tenso como imaginaba o él era tan fuerte que sin proponérselo podía hacerla girar a pesar de sentirse engarrotada por la tensión que la situación le provocaba pero si se había apalado no duró la sensación. Carlos no se había ido, estaba ahí y pese a la vergüenza de verse expuesta por un accidente no deseaba que se fuera aunque tampoco tenía el valor para mirarlo.
— ¿Puedes perdonarme? Antes de irme.
Era estúpido decir aquello, porque el no quería irse porque decirlo entonces se sintió nervioso, tal vez porque estaba consciente de todo el remolino de sentimientos que traía consigo y tal vez estos pudieran modificar su conducta. Leonor movió la almohada para que el viera sus ojos mientras su cabeza descansaba ahora en otra almohada y quedaba muy cerca de Carlos. Lo miró y una tortura silenciosa se hizo entre ellos. Ella no le pediría que se quedará y el no quería irse aunque ella lo disculpara pero el mismo se había despedido nuevamente.
— Perdóname por ser tan estúpido Leonor, no quiero irme de tu casa, no quiero mortificarte con mis palabras, no quiero perder tu amistad... ni tú confianza a causa de esta equivocación de mi parte, no volveré a cruzar una puerta en esta casa sin antes llamar.
Leonor asintió, dándole al fin solución a la discusión y al vergonzoso evento, haberlo mirado ya No era tan terrible como pensar en que Carlos podía irse disgustado y por orgullo ella terminara la amistad. La joven dama se giró un poco más para abrazarlo.
El aspecto de la joven no era el mejor sus ojos se le veían rojos (así como su nariz) y ligeramente hinchados. El vestido era de una tela de terciopelo que no se arrugaba en tono beige sobre puesto a una camisa blanca de manga larga. Mientras que el recién llegado llevaba solo puesta una camisa pues su saco estaba en la butaca, se lo había quitado después de intentar limpiarse. Había hecho un buen trabajo evitando mancharse de sangre. Los pañuelos manchados con Sangre los depósito en su bolsillo.
La puerta fue abierta nuevamente por una persona que tampoco solía tocar antes de entrar... Amalia llegó al lado de un mozuelo y dirigió una disculpa a nadie en específico. La escena era inocente pero no por ello menos sugestiva y algo comprometedora.
Leonor se recompuso y trato de incorporarse de inmediato, Carlos no fue tan ágil ni aceptó de bien modo la interrupción de aquella impertinente. Al menos no había aparecido en medio de la pelea para divertirse aunque era obvio que se imaginabas que discutirían lo anterior no tenía porque saber lo que había sucedido dentro de la habitación a menos que Leonor quisiera decírcelo.
El joven, un paso atrás de Barena observó con desagrado que aquellos dos estuvieran encerrados; la razón... Era amigo de José; recientemente que empezaba su trabajo en el lugar y desconocía a detalle la amistad y confianza que existía entre ellos.
— El baño y la comida está lista, ¿cuál de los dos quieres primero Carlos? -dijo Barena en ese acento medio cantado y presuncioso además de provocador.
Carlos hubiera querido hincarle los dientes en alguno de sus dedos meñiques solo por hacerle callar ese tono burlón que escondía todo lo que se divertía a su causa y eso que ignoraba lo que acababa de suceder.
Lo cierto es que necesitaba más el baño. Así que decidió por el baño pero no contó que a causa del calor de Leonor su cuerpo le había traicionado con una erección no tan apabullante como las anteriores pero lo suficiente para notarlo él mismo pero tanto como Barena como el joven Antero lo habían estudiado y notado aquel detalle. Habiendo solucionado las cosas con Leonor no le vio caso permanecer ahí estando tan furioso con Amalia y el joven intruso en aquel momento íntimo así que se dirigió rumbo a la puerta casi llevándoselos de un empellón, mientras que escuchaba una burla de Barena.
Además de una pregunta demasiado audaz y por demás impertinente del chico.
— ¿Quién demonios es ese?
Espero les haya gustado el capitulo espero disculpen la larga ausencia, estaré publicando, si desean pueden mandarme mensaje pidiendo capitulo y si tengo la forma de publicar lo haré hasta con dedicatoria.
No olviden dejar sus votos y comentarios.
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necesidad de ti
Historical FictionLeonor es una chica con un gran reto, sacar adelante su hacienda para no depender de nadie, después de la muerte de su padre, el decomiso implacable del ejército a su propiedad por las deudas de su padre y la mala fortuna de haber pasado por la verg...