Miradas húmedas

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Hola, dejo este capítulo porque no logrado dormir y traté de corregirlo y dejarlo para ustedes con mucho cariño.


Amalia se decidió por entrar a la habitación de Carlos dispuesta a no dejar pasar la oportunidad de dormir, si es que su estómago se lo permitía y en su caso, encararlo para saber cómo es que aquello había ocurrido porque le intrigaba saber, ignorante de todo le que acontecía en la otro habitación.

Por alguna razón se sintió inquieta y no era por la situación en su estómago sino en la mentalidad de la joven, algunas personas del tren habían continuado en carruajes, otros con menos liquidez aguardaban dentro del tren o fuera de la estación y otro tantos estaban repartidos en diferentes hoteles, posadas o incluso lugares que se alquilaban aprovechando la oportunidad de ganar unas monedas. En el hotel había al menos tres pisos y dividido en dos secciones, luz moderada en los pasillos; sobrio pero de buen gusto, no era este un lugar al que estuviera acostumbrada Barena pero sabía cómo se manejaba la sociedad y lo importante que para Leonor era.

Sucumbir a los deseos de un hombre es lo más natural pero regresar a la realidad de lo que tus principios te dictan rompe la burbuja; pensó entonces que Leonor no se sentiría a gusto si alguien como ella se enteraba de lo sucedido, si le veían salir de ahí, se reprendió porque Carlos no era estúpido y no provocaría un escándalo pero estaba segura que tan pronto se le bajarán los calores a Leonor no lo pasaría bien.

Carlos había dado pasos en la habitación sentándose en una Poltrona dónde seguramente dormiría Amalia, pensó en ella y como lógica comprendió que la mujer estaría en su habitación. ¿Qué le diría? Pudiste haberme detenido, pudiste estar ahí; no, él no podía responsabilizar a otros de sus actos.
Él había perdido la cordura desde que la vio huir, desde que la tomó del brazo para hacerla volver, no había previsto que su cuerpo colisionara contra el suyo como efecto pero resultó devastador para ambos.

Carlos sintió que en ese preciso instante se habían escapado las mariposas que vivían y revoloteaban en su estómago mientras que en el caso de la joven; Leonor sintió que la vergüenza así como la indignación inundaban sus sentidos, no había razón para que Carlos la abordará de aquel modo en público, así como no la había para que ella huyera de él y por esa misma razón, los pocos comensales había presenciado una discusión de lo que parecía una pareja y uno que otro empleado dirigió una mirada incomoda al no saber cuál sería la mejor elección de sus actos, si interrumpir al caballero o dejarlo resolver sus asuntos con la dama aunque definitivamente no había sucedido lo primero. Al subir no hubo testigos, no hubo curiosos ya que tampoco es que estuviera ocurriendo un escándalo, Amalia estaba mal del estómago así que en ese momento se encontraba en las letrinas.

Cuando Barena entró a la habitación está no estaba asegurada, la acción de Carlos no era premeditada sino impulsiva, cuando Amalia lo vio al entrar se sintió impactada porque no esperaba aquello y salió tan rápido como el hombre había pedido de mal modo que lo hiciera; ella obedeció porque sabía que podía arruinar su momento. No había gritos o señales de defensa de parte de la joven; no quiso ni imaginar lo azorada que podría haberse sentido al ser descubierta en medio de tal acto pero no sé iba a quedar para constatarlo, le gustaba la idea de que ellos al fin terminarán juntos lo demás vendría después.

Carlos en la habitación sintió que las mariposas que habían abandonado su estómago en las escaleras regresaron y se metieron por la fuerza como un golpe cuando la vio entrar en la habitación y lo impulsaron hacia ella, hacia dentro. Fue entonces que ella lo reprendió con mayor severidad, insinuando que valoraba poco su dignidad y fue que las mariposas se convirtieron en poderosos murciélagos que parecían querer la sangre de Leonor totalmente sedientos.

Él la quería pero la impaciencia le había dictado que debía reclamarla ahora, justo ahí en ese instante, demostrarle que ella le pertenecía solo por el hecho de quererlo, enseñarle que podía ser el monstruo que ella solía insinuar porque estaba furioso y a la vez necesitado como asustado de perderla, no se le escapó que era cierto que sus pensamientos se desviaban sin quererlo a José y esto había cambiado su templanza.

Una vez más corroboró su pulso y este parecía regresar a la normalidad, acarició su rostro parecía que había logrado que sus murciélagos se transformarán nuevamente en mariposas y su estómago estuviera lleno no solo de ellas sino de flores que las apaciguaban.

Leonor abrió los ojos; inquieta, alerta y diferente. Lo primero que buscó fue su propia ropa sobre su cuerpo, como sino pudiera sentirla, había exhalado y expirado aire con mucha fuerza y sus ojos... lo miraron con vergüenza y temor. Cómo cuando había estado con él en el cuartel donde Viviana había perdido su virginidad.

—No temas Leonor, perdóname -Carlos entendía que en el momento mismo de decirlo él perdía a la dama que era dueña de su corazón. Las aletas de la nariz de Leonor resoplaban, su nariz estaba roja parecía que rompería a llorar pero no lloró, ni dijo nada.

La jovencita de cabellos dorados no era capaz de decir nada, seguía siendo él... Carlos; habría querido abrir sus ojos y ver a cualquier otro hombre pero no a él, para confirmar que era el mismo que momentos antes había tratado de obligarla a entregarse.

Se sintió casi tan sucia como la primera vez que había sido tocada, pese a que Carlos no había tocado su intimidad, ni la miraba con la misma lascivia con que lo había hecho Rigoberto. Sin embargo, había algo en su mirada obscura que le había asustado y, estaba segura que esto nunca lo olvidaría; fue entonces que hizo su cara a un lado porque mirarlo le dolía profundamente y entonces se sintió llorar.

Carlos no la había besado, no lo había hecho por la sencilla razón de que sentía que si lo hacía no pararía hasta obligarla a responder como le respondía a José, quería tenerla y para hacerlo solo necesitaba hundirse en ella. Al mismo tiempo, ambos recordaban el momento mismo que había abandonado su tarea en los botones del vestido, jalado un poco hacia bajo el mismo y después sus manos habían cambiado su trayectoria comenzando a  jalar los faldones del vestido hacia arriba, la joven se había removido al fin tratando de detenerlo pero había sido inútil, Leonor rompió en llanto en ese instante como en el momento en que había sucedido y Carlos estaba impactado por los recuerdos tan precisos de su memoria y como si pudiera adivinar que Leonor estaba recreando exactamente al mismo tiempo aquella escena, se atrevió a acercarse para pedirle que lo olvidará.

— Si no puedes perdonarme no lo hagas pero olvídalo, por favor, por favor.

Se colocó en la cama y la acunó en sus brazos mientras que Leonor no paraba de llorar y se escondió en su pecho refugiándose en los mismos brazos de su agresor, los mismos brazos que algún momento le habían defendido de Rigoberto, los mismo que había significado protección y ahora le significaban miedo, unos segundos le tomaron para entender que ya no se sentía tan bien, no se sentía tan segura y nuevamente pensó en José.

No podía ir donde Viviana no podía verla no podía decirle, no podía enfrentar nada ni a nadie, deseaba volver a su hacienda y encerrarse para no salir jamás.

— ¡Quiero que te vayas! -logro decir más que exigir.
— No quiero irme Leonor - respondió con labios temblorosos.

Las lágrimas que brotaron de sus ojos fueron más que suficientes para obligarlo a obedecer. Amalia dormía en la cama de Carlos y este no la movió, se sentó en un taburete y se recargó en la cama para no invadir la comodidad de los sueños de Barena, ella había sido su mujer en algún tiempo y nunca había actuado de aquel modo pese a los arrebatos de pasión que solían tener y ahora mismo no le inspiraba nada, su pasión estaba dirigida exclusivamente a Leonor, una criatura sensible.



Dejen sus votos y comentarios, no lo olviden por favor que son muy importantes para mí, bendiciones.

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