Un secreto

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Sorpresa espero que les guste....

Carlos se sentó en la Poltrona y quiso decir muchas cosas respecto de sus sentimientos pero no pudo decir palabra alguna, no hubo promesas salidas de sus labios, ni declaraciones de anhelos, ni lamentos de agonía a causa del rechazo. Leonor había notado que el sufrimiento de Carlos era genuino.

— Soy como mi padre, toda la vida supe que era cuestión de tiempo para convertirme en él.
Leonor no le entendió hasta que ...

— un hipócrita, un mezquino y un...
El hombre al que le debería llamar padre era un hipócrita puritano que solía caminar con la biblia en mano, dictando sus conocimientos sobre Dios, venido de quién sabe donde, arrogante pero con aire inocente, como quien se ha perdido a causa de la soberbia que da el conocimiento mal encaminado, mi madre fue de su agrado pero hacía un par de años que el hombre se había casado, sin embargo encontraba que mi madre que era prácticamente una mujer de campo vestía a la luz de sus ojos buscando la atención de alguien como él para tentarlo. Esto lo supo mi madre después de que él abusara de ella.

Leonor escuchaba atenta y comprendió a dónde llegaría aquello apenas y podía respirar con calma anticipándose a las palabras de Carlos conmovida por aquel secreto de su vida que le confesaba.

— Un día simplemente le pidió que le ayudara con una viandas y siendo mi madre un mujer bondadosa se mostró dispuesta para ayudar, cuando la noche se anunciaba, reveló sus intenciones y cuando la obscuridad  envolvió los caminos abuso de ella.

Fue entonces que Leonor comprendió porque pese a ser un hombre al que no le trataba mal la vida y las mujeres era un tanto más serio y amargado para alguien de su edad. La madre de Julián le había contado que el joven no demostraba con facilidad sus sentimientos ya que la buena mujer insistía en que conocía bien al joven y lo que ella imaginaba, solía ignorarla pues pensaba que eran más sus deseos que ella también conquistará a Carlos

Le había contado además que al morir su madre esa amargura y seriedad se habían intensificado, como un enojo con la vida puesto que su madre representaba lo más hermoso que podía tener. Perderla por una enfermedad de forma abrupta siendo ella una mujer joven aún era una buena razón, no era accesible a las mujeres a pesar de su gran atractivo (el cual Carlos Soto consideraba una maldición), sí, recordó tantas cosas como que la piel blanca, cabellos castaños y sus ojos verdes, eran innegablemente herencia de su padre.

La buena mujer había omitido oportunamente que su padre no era alguien agradable como parte de su hoja de vida, quien podría andar por ahí diciendo se parece al hombre que violó a su madre. Carlos había tenido una vida colmada de amor pues su madre le había querido pese a las circunstancias de su nacimiento; quizás, él no era producto del amor pero ella le había amado y mucho.

Pese a qué era un amante algo apasionado podía ser tierno, sin demostrar el calor de su cuerpo, temía ser como su padre, siempre que estaba ahí la duda de ser como ese hombre, siempre había tenido ser como él, tal vez porque quienes sabían de sus orígenes le miraban con recelo y arrastraba consigo aquel peso. Don Julián se encargó de hablar de su miedo más terrible ayudándolo a disipar sus angustias como el padre amoroso que era para él y hasta ahora se comportaba con el amor y el respeto que le inculcaron.

Solo había un detalle Leonor también tenía una historia, una que no la dejaba avanzar con la cara en alto y sí con gran desazón. Su exprometido Rigoberto había intentado abusar de ella en el momento mismo de sabe que tenía derecho sobre ella y al principio su absoluta ignorancia sobre las relaciones íntimas de un hombre y una mujer le hacían pensar que había perdido su virtud, aún cuando comprendió lo que debía suceder para que ella dejara de ser virtuosa ya su reputación estaba destrozada pues haber permanecido en un cuartel militar después de ser golpeada y humillada camino a dicho lugar dejaron su postura en la sociedad por el suelo. Incluso el rumor de que Carlos era su amante se había regado por el pueblo y solo cuando el hombre dejo de visitar su casa habiéndose ido los rumores cambiaron de dirección no sin dejar un camino de lastima por la joven que ciertamente no tenía protección de nadie, se le juzgaba en voz baja tanto como se le compadecía de no haber logrado conquistar al hombre como para casarse con ella como Viviana había logrado con El General Galante. Entendía todo lo que Carlos decía y por todo lo que había pasado.

— Tú no eres como ese hombre -se atrevió a decir después de un silencio perturbador-, eres un hombre bueno y no eres un hipócrita.

Le costó decirlo pues aún sentía en su carne el calor y la fuerza de sus manos pero no podía compararlo con la descripción que Carlos acababa de dar de su padre.

Carlos Soto eres diferente. Era noble, bueno, considerado. No, él no era hipócrita, no lo era. Y como no lo era está segura de que cumpliría su palabra de irse, sabía que no representaba un riesgo para ninguna mujer, ni para ella, su corazón se lo decía. Entonces en su corazón surgieron contradicciones, no quería que se fuera, no quería que se quedara, no quería la tocase nunca más y al mismo tiempo no quería perder su amistad quería que siguieran siendo amigos pero era obvio que la amistad estaba fracturada, pensó en José, en sus labios, en sus manos y pensó también en las manos de Carlos en las que nunca había puesto atención de su tacto como hombre tal vez porque en las ocasiones que aquel contacto había ocurrido ella no estaba como para sentir algo más, algo diferente. no sé daba cuenta que Carlos la respetaba tanto que jamás había intentado seducirla sino merecerla.

Carlos le sonrió con tristeza y algo de consuelo y dió por terminada la plática... ambos guardarían silencio, solo necesitaba partir en silencio. Quería tocarla por última vez, quería darle un beso en la frente por última vez... Se dió media vuelta y giró su cabeza un momento para mirarla una última vez. A Leonor se le mojaron los ojos no por última vez abrió los labios pero no le pidió que se quedara pues yo podría alentarle a creer que podía suceder algo que no podía ofrecer y Carlos se fue.

******

Aquella mañana Viviana alimentaba a su bebé tenía ya poco más de un año pero aún no estaba lista para quitarle el pecho, los ojos Julián la miraban con profundo deseo y se sintió avergonzada, en momentos como ese pensaba que ya era tiempo de destetar al niño pero Juliancito era demasiado hermoso para hacer una distancia entre ellos, su pequeño era muy cariñoso con todos pero siempre la prefería a ella y tal vez las cosas cambiaran al destetarlo aquello era lo que la detenía eso y la creencia que cuánto más tiempo tardará en darle el pecho mayor salud guardaría.

Julián se dió media vuelta era ridículo pero a veces sentía celos de su propio hijo que amasaba la carne de los senos de Viviana mientras se alimentaba de él ¿Por qué había deseado un hijo? Ahora le robaba la atención de la madre. Eran para él las sonrisas, las caricias, las noches y los días... Eran por él los desvelos, para él los cuidados y para él su valioso tiempo...

Algo lo distrajo de aquel pensamiento cuando miró hacia la ventana a los lejos un un jinete en su caballo. No distrajo a la madre de su adoración por el niño y salió de la habitación, Viviana sintió la decepción de verle salir, lo amaba y pese a que lo deseaba tanto como ella a él pasaban poco tiempo juntos y la intimidad era casi nula, lo deseaba pero pocas veces lograba intimar con él, a decir verdad Juliancito era un bebé muy demandante y ella disfrutaba darle todo su tiempo como cualquier madre primeriza pero a que su suegra le ayudaba.

Por su parte con una sombra cargaba Julián sobre sus espaldas la idea de que Viviana aún no le quería lo suficiente ni perdonado lo suficiente era una división invisible en aquel matrimonio. Así que Julián esperaba con ansia la visita prometida para espantar los fantasmas, había temido que Carlos no llegara jamás y era él con el único que podía disipar sus temores así que agradeció el verle llegar al fin. Su sonrisa se ensanchó al verle a las puertas de la hacienda.

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