Jadeó agitada, el aire en aquel lugar era tan denso y húmedo que se sentía sofocar. Asfixiar. En la espesa neblina que ahora la envolvía. Que se arremolinaba a su alrededor.
Miró a todos lados, empuñando el kunai con firmeza. Todo a su alrededor se veía en sombras de intensos grises. Como un manto impenetrable que la alejaba del mundo.
Ya no veía el cielo, aquel vasto firmamento azul que hipnotizaba y solía alzarse por encima de ellos había desaparecido. Ya no veía el sol, sus dorados rayos cálidos no parecían poder llegar hasta allí. En aquel lugar todo era frío y desolación. Por momentos se sentía perder ella misma, como si fuera un fantasma. Así como tampoco veía a Anko, Naruto y Kiba. Sus compañeros en aquella misión. Se preguntaba que habría sido de ellos ¿Dónde estarían? Y si estarían bien.
Volvió a examinar sus alrededores, sin embargo no pudo vislumbrar nada. Ni siquiera una sombría figura que pudiera indicarle la presencia de alguien más. Estaba sola. Sola en aquel frío lugar, sola en aquella niebla.
Entonces oyó un ruido, un crujir no muy lejos de donde se encontraba. Como pasos, cada vez se acercaban más. Cada vez más próximos. Aprisionó aún con más fuerzas el kunai entre sus dedos, sin embargo toda firmeza había desaparecido. Las manos le temblaban, al igual que las piernas.
—¿Anko? —llamó, más no recibió respuesta. Sin embargo los crujidos se oían cada vez más y más cerca—. ¿Naruto? —solo recibió silencio. Sepulcral y fantasmagórico. Se sentía observada, acechada—. ¿Kiba? ¿Akamaru? —nada.
Respiró profundamente, intentando serenarse y detener los escalofríos que se apoderaban de su cuerpo a cada segundo. Escalofríos que nada tenían que ver con el frío del lugar. Más con el miedo.
—¿Quién está allí? —chilló, intentando esconder la angustia en su voz. Sin éxito, aquella situación era simplemente desesperante. Necesitaba de alguien, rogaba porque de un momento a otro apareciera alguno de sus compañeros a ayudarla. Sin embargo aquello no pasó.
Hubo un soplo de aire y de pronto sintió un golpe seguido de un dolor agudo en el hombro. Jadeó, alguien acababa de cortarla. Sin embargo no tuvo tiempo de reponerse antes de volver a sentir aquel dolor punzante en uno de los brazos.
Sus inmensas orbes azules se abarrotaron de lágrimas. Aún el cuerpo le temblaba y en la mano aferraba el kunai. Con todas sus fuerzas, esperando el próximo ataque. El cual llegó de improvisto desde atrás. Provocándole una incisión en la espalda, más en concreto en el omóplato derecho.
—¡Ahhhgg! —exclamó, llevando su mano libre a la herida. Comprobando que sangraba, al igual que en el brazo y el hombro.
Intentó concentrarse, ubicar el atacante entre aquella tupida niebla. Sin embargo el shinobi era ágil, escurridizo. Y parecía conocer el terreno a la perfección. Pudiéndose manejar entre la neblina sin problemas, actuando como una sombra o un fantasma.
—¡Ah! —sintió una vez más aquel dolor, acababa de cortarle en la rodilla. Y su estabilidad empezaba a flaquear.
Inhaló profundamente y cerró los ojos, enfocándose únicamente en los sonidos a su alrededor. Sirviéndose solo del oído para guiarse. De todas formas estaba ciega en aquel lugar. Perdida. Un leve crujido, a sus espaldas. Uno más fuerte a su izquierda ¡La atacaría por la derecha! Entonces rápidamente se giró y evitó el impacto con su kunai, oyendo solo el replique de los metales al chocar. Apenas si pudo ver sus ojos, de un color gris oscuro. Más oscuros que las misma niebla que los rodeaba.
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Últimos suspiros
FanfictionHola a todos! ¿Cómo están? Espero que bien. Acá yo de regreso con una nueva historia shikaino que realmente espero les guste.