Mi enfermedad

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Los dorados haces de luz comenzaban a filtrarse por las traslúcidas cortinas lavanda de su habitación. Inundándolo todo de un cálido color cobre, mientras la luz trepaba por sus pálidas facciones haciéndole oscilar los párpados. Intentando proteger sus claros ojos opalinos de la luz intrusa. Sin embargo, en vano. Por lo que rendida se incorporó y tras salir del refugio que propiciaba su cama y contemplarse unos segundos en el espejo comenzó a vestirse. Lenta y pausadamente, contemplando en su desnudez, como habitual, la pequeña marca oblicua en su pálida piel. Rememorando aquellos segundos en donde creyó todo perdido, aquellos instantes de soledad donde su corazón se estaba deteniendo paulatinamente.

Y como habitual, cada vez que rememoraba aquel suceso, sus pensamientos eran desviados hacia su amigo. Shikamaru. Por tonto que sonara, por más que quisiera fingir que nada acontecía la simple idea seguía atormentándola. Persiguiéndola en los sueños y en la misma vigilia. Haciéndola sentir incómoda, siempre que Shikamaru estuviera cerca.

—¡Qué tonto! Estúpida frente de marquesina, no se como puede pensar algo tan absurdo como que yo estoy enamorada de Shikamaru.

Entonces miró el reloj, y de repente recordó que aquel día se suponía desayunaría con sus dos amigos y ex compañeros de equipo. Contempló la hora 9:30 y comprobó que efectivamente llegaría tarde.

Así que bajó apresurada las escaleras, se despidió rápidamente de sus padres y se marchó. Recorriendo rápidamente las bulliciosas calles de Konoha en busca de sus amigos, hasta que finalmente los encontró. En la puerta del lugar que habían acordado.

—Llegas tarde —comentó el Nara aburrido, Chouji a su lado asintió.

Y no supo porque pero al verlo las palabras que la pelirrosa le había dicho la tarde anterior volvieron a resonarle impetuosas y fue como si una fuerza arrebatadora emergiera de su interior, como un torrente de ira. Sólo que no lo era, al menos no plenamente. Sin embargo no pudo contenerse.

—¡¿Cuántas veces te esperamos a ti?! Tú siempre llegas tarde, Shikamaru —espetó molesta, cruzándose se brazos.

—Que problemática eres, simplemente decía.

—¡Si claro! —replicó con sarcasmo y sin decir más ingresó al lugar.

Tanto Chouji como Shikamaru intercambiaron miradas claras de confusión justo antes de seguirla al interior del lugar.

—¿Qué le sucede? —cuestionó Chouji, el moreno simplemente se encogió de hombros.

—Yo que sé, quizá se levantó de mal humor.

Y así ingresaron, siguiendo la pequeña figura de su rubia amiga. Hasta una de las mesas junto a la ventana. Donde los tres se sentaron y dispusieron a hacer sus pedidos.

—¿Saben que encontré ayer? —preguntó exaltada sonriendo. Tanto Shikamaru como Chouji negaron con la cabeza—. Las fotografías del día en que nos tomamos la fotografía de equipo ¿Lo recuerdan?

—Mmm… No —admitió Chouji avergonzado.

—La verdad que no —respondió finalmente Shikamaru.

—¡¿Cómo puedes no acordarte?! —gritó al moreno. Ignorando al Akimichi junto a él.

—¿Eh? —la cuestionó confundido, si mal no había oído Chouji tampoco lo recordaba.

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