Había pasado una semana ya desde aquel día, siete largos completos días que habían resultado para Ino más que una tortura. Había procurado por todos los medios mantenerse ocupada, pero parecía ser que cuando más lo necesitaba menos cosas había por hacer en la aldea, así como en la tienda de sus padres. Por lo que simplemente se había limitado a evitarlo, muy a pesar de su promesa de no alejarse. Y es que era simplemente imposible verlo después de lo sucedido, se repetía una y otra vez que la razón de ignorarlo era por el bien de su amistad. Que quizá debería dejar pasar un tiempo antes de retomar su habitual rutina, sin embargo no la convencía. Y se encontraba pensando cada vez más y más en él. Lamentándose aún lo sucedido, pero lo cierto era que no podía evitarlo. Sus pensamientos se desviaban automáticamente a Shikamaru. Incluso en aquel momento, en que se encontraba detrás del mostrador en la florería de sus padres había garabateado, inconscientemente, en un papel, el nombre de su amigo. Rápidamente frustrada abolló la hoja y la arrojó al cesto en el mismo instante en que la campanilla de entrada replicaba. Anunciando la llegada de un nuevo cliente.
—Buenos días —saludó, intentando sonar lo más alegre y amable posible, sin embargo su voz no sonaba igual desde hacía ya una semana.
—Hola, Ino —inmediatamente reconoció aquella voz.
Sólo entonces levantó la mirada del mostrador hacia la persona, comprobando efectivamente que frente a ella se encontraba quizá la persona que menos quería ver en aquellos instantes. Y contradictoriamente, la que más extrañaba.
—Shikamaru —forzó una sonrisa, jugando con la lapicera en sus dedos. El moreno la contempló por unos segundos y luego volvió a hablar.
—Hace bastante que no te veía... —ella asintió, evitando deliberadamente ver sus ojos.
—Estuve ocupada —mintió—, ya sabes entre misiones y la tienda.
—Por supuesto —sonrió levemente.
Hubo por breves instantes una larga pausa silenciosa y luego Ino volvió a hablar, intentando de alguna manera entablar conversación con él. A pesar de haberlo evitado por una semana, y haber faltado a su palabra, realmente había sido honesta en relación a conservar su amistad.
—¿Y que te trae por aquí? —cuestionó, una vez más forzando una sonrisa—. ¿Necesitas flores? —aventuró, aunque realmente dudando que aquel fuera el motivo de su visita.
—No, venía a decirte que Tsunade nos mandó a llamar —explicó entonces el moreno.
Una vez más el silencio se propagó, dando la sensación de una distancia abismal entre ambos jóvenes. En ese instante la campanilla volvió a sonar, esta vez se trataba de Inoichi.
—Papá —exclamó entonces la rubia, Shikamaru desvió levemente la cabeza y saludó con un silencioso gesto de su mano.
—Hola Shikamaru, hija.
—Papá, Shikamaru vino a decirme que tenemos una misión —explicó— ¿Podrías tú quedarte a cargo de la tienda?
El hombre asintió gentilmente, la rubia se despidió y ambos partieron inmediatamente en dirección al despacho de la Hokage.
El camino fue silencioso, Ino se limitó a observar el trayecto frente a sus pies preguntándose si alguien más sería convocado a la misión, rogando encarecidamente que no sólo fueran ellos dos. Por momentos podía jurar que Shikamaru la observaba por el rabillo del ojo, sin embargo la chica no se atrevía a mirar. Aún no, era demasiado incómodo y doloroso.
—¿Tsunade también llamó a Chouji? —el moreno asintió, colocando sus manos en los bolsillos.
—Y también a Naruto —explicó. La rubia suspiró aliviada, sabiendo que no sería solamente ellos dos. Además, realmente creía imposible el que se diera una situación incómoda con el rubio presente. Naruto se encargaría de romper el silencio cuando fuera necesario.
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Últimos suspiros
Fiksi PenggemarHola a todos! ¿Cómo están? Espero que bien. Acá yo de regreso con una nueva historia shikaino que realmente espero les guste.