XVIII

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–Mañana por la mañana os explicaré que haremos, ahora descansad, se os ha hecho tarde. –dijo Trelawney.

Todos ellos se fueron a sus respectivos dormitorios, aquel año en Hogwarts apenas habían asistido a clase.

Blaise y Ginny dormían en el dormitorio del Slytherin, Theo y Luna en la habitación de la Ravenclaw, en cambio, la castaña estaba solitaria en su dormitorio de premio anual.

Sin embargo, está no podía pegar ojo. Echaba de menos a Draco y no había pasado ni un día, echaba de menos dormir en su pecho y que este acariciara su pelo mientras la calmaba.

Sn querer una lágrima cayó por su mejilla. Se levantó y se fue a su sala común, se sentó en el sillón preguntándose donde estaría su rubio.

En ese momento alguien llamó a la puerta.

–¿Puedo pasar? –preguntó el pelo azabache.

–Harry, pasa. –dijo está sin levantarse siquiera. –¿tú tampoco puedes dormir?

–No, vi una luz encendida y supuse que estarías aquí. –dijo sentándose a su lado. –Cuantos recuerdos hemos vivido aquí...

–Sí... –dijo la castaña sonriendo. –Confieso que te echaba de menos, para mí eres como un hermano. Cuando pasó todo esto no quería verte ni a ti ni mucho menos a Ronald.

–Siento mucho todo esto. ¿Sabes? Yo también te echo de menos. Y a Ginny también. –dijo Harry melancólico.

–¿Entonces, por qué lo dejasteis? –preguntó la castaña.

–No lo sé. Sinceramente al no vernos pensaba que ya no me gustaba, es algo tonto pero luego al verla de nuevo con Blaise... Comprendí que no la puedo olvidar.

–Pues lo siento pero ahora ella está con Zabini. –dijo está. –Tranquilo, encontrarás a alguien.

–Lo sé Herms pero la necesito de vuelta. –decía el azabache.

–Necesitar es un verbo demasiado drástico, no necesitas a nadie, salvo a ti mismo. –decía la castaña.

–Tu dirías lo mismo de Draco. –reprochó Harry.

–Necesito a Draco, eso es diferente. Draco podría llegar a... morir. –dijo la castaña afectada. –Me voy a dormir.

La castaña se despidió del azabache y se fue a la cama. Estaba cansada, y eso no tardó en hacerla caer rendida.

El ojiverde siguió deambulando por los pasillos que alguna vez fueron su hogar, que le libraron de los Dursley y que hicieron que conociera a mucha gente, entre ellos el que ya no sabía si era su mejor amigo, la castaña sabelotodo, y muchas más personas que ya habían pasado a mejor vida tras la guerra.

Se dirigió a la sala Gryffindor, allí la pelirroja que le quitaba el sueño estaba igual que todos, despierta, en silencio, sola.

–Ginny. –dijo Harry llamando su atención.

–Potter. –dijo ella a modo de saludo. –Disculpa, me voy a la cama.

–Hey, no tienes por qué irte Ginny. –dijo él agarrándola el brazo.

–Harry suéltame porfavor. –este hizo caso.

–Lo siento. –se disculpó el pelo azabache. –Ginny necesito hablar contigo.

–Habla.

–Lo siento. Siento que cada vez que abro la boca la cago, la cagué yendo con Ron, la cagué cuando no os avisé y la cagué... Dejándote. Lo siento, muchísimo. Sé que ahora eres más feliz, y no quiero que me tengas pena, pero es que te echo de menos, y mucho.

–Harry, he pasado contigo siete años, desde la primera vez que te vi en el andén 9¾ cuando te fuistes con mi hermano. Sé que lo sientes, y si te soy sincera yo también te eché mucho de menos. –la pelirroja hizo una pausa, y el azabache esperaba más. –Te debo algo. –acto seguido la pelirroja le plantó un beso en los labios, el azabache siguió el besó apasionadamente.

–¿Ginny? –preguntó Blaise entrando en la sala. –Oh dios.

–Blaise... –dijo la pelirroja. –Oye no es lo que parece. –continuo alejándose del ojiverde.

–Dejalo. Me voy a mi habitación de Slytherin, nos vemos mañana.

Las cosas se complicaban cada vez más, con Draco desaparecido, Blaise y Ginny discutiendo, Hermione sin pegar ojo, nada parecía salir bien.

Al día siguiente Blaise seguía esquivando a Ginny, y Harry seguía sintiéndose mal por lo ocurrido. Hermione solo pensaba en el rubio que la quitaba el sueño, el Slytherin la hacía sentir tanto en tan poco tiempo.

Luna y Theo no ignoraban las dificultades de la pareja de Blaise y Ginny, ambos intentaron hablar con ellos por separado, Blaise seguía triste y a la vez furioso por haber perdido lo que más le importaba. Ginny se sentía culpable de todo lo que estaba ocurriendo.

–¿Trelawney? –preguntó la castaña entrando en una clase particular impartida por ella.

–Estoy aquí señorita Granger, siéntese por favor. –dijo apareciendo de detrás de una cortina. –¿Y los demás?

–Llegan ahora. –en menos de un segundo aparecieron por la puerta todos ellos.

–Bien, tomen asiento y comenzamos. –dijo Trelawney. –Para empezar, debéis tener mucho cuidado, por el comportamiento descrito, Draco no tiene consciencia sobre su cuerpo, con lo cual podría matar a cualquiera de vosotros y no derramar ni una lágrima. –la mujer hizo una pausa. –Lo que debéis hacer es hablar con él, esto es importante para ti Hermione. Debes hablar con él, al ser tú la más cercana debes hacerle recordar hasta que vuelva a ser dueño de su cuerpo.

–¿Qué pasa si la ataca antes de que pronuncie palabra? –preguntó Harry.

–Debeis estar allí para defenderla, sois otros cinco magos. Aparte, Potter, tú ya has derrotado una vez a Voldemort, y sabemos que está vez es más débil, lo único que le hace fuerte es estar dentro del cuerpo de Draco mediante la varita, si acabamos con esa varita Voldemort no volverá jamás.

–La última vez que intentamos acabar con esa varita nos fue imposible. No con fuerza ni con hechizos, era indestructible. –añadió la castaña. –¿Cómo podremos romperla cuando la tengamos?

–Es más complicado de lo que parece. –dijo Trelawney. –Cuando Tom Riddle era más joven ya sabía que iba a crear 7 horrocruxes pero al destruirlos e ir perdiendo poco a poco trozos de su alma decidió guardar un último trozo en el ultimo objeto que tocara , que resultó ser la varita de Saúco. Para ello creo también un conjuro de irrompibilidad que le protegería ante otras amenazas una vez "muerto". Pero para saber el conjuro que destrozará la varita debéis encontrar un papel que el joven Riddle escondió en lo que antes era su casa.

–¿Y como demonios vamos a encontrar la casa de Voldemort? –preguntó Blaise.

–Aquí tenéis, –dijo repartiendo un mapa entre los jóvenes. –Os guiará. Los horrocruxes no fueron el único secreto que el joven Tom Riddle ocultaba.

Los chicos, confusos volvieron a sus respectivos dormitorios, Theo y Luna estaban tristes al no conseguir que Blaise y Ginny se reconciliaran. Hermione se pasó por la biblioteca para conseguir algo de información.

–¿Ginny? –dijo el joven Gryffindor llamando a la puerta de la pelirroja. –Soy Harry, necesito hablar por favor.

–¿Qué quieres Harry? –preguntó está abriendo la puerta. –Lo del beso, fue porque te lo debía. No quiero volver contigo, solo quiero volver con la persona que me ha dejado por ese maldito beso.

–Lo siento Ginny, de verdad. Te ayudaré a volver con él. Lo digo enserio, le diré que fue mi culpa.  –dijo el pelo azabache saliendo de la habitación.

–Harry, fue mi culpa. –dijo Ginny. –Yo le contaré toda la verdad. A lo único que debes ayudarme es a que acceda a verme.

Gracias por leer, intento sacar tiempo para escribir. No olvidéis votar y comentar!

J💚❤️

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