VII

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El joven rubio platinado había leído el artículo. Su padre, el odioso Lucius Malfoy había salido de prisión. No podía permitir que lo encontrara ni a él ni a Hermione. El rubio estaba mucho más pálido de lo normal. Tenía más miedo por la castaña que por él, el rubio ya había sufrido Crucios antes pero no iba a permitir que Hermione pasara lo mismo.

–¿Lucius ha... –preguntó la castaña tras él.

–Debemos decírselo a McGonagall para que nos proteja. –se giró el rubio. –Mi padre puede ser mucho más peligroso de lo que puedas imaginar.

–Esta bien, si eso te hace sentir más seguro lo haremos. De todos modos, ¿No crees que tu padre atacará antes a Harry que a ti? Es decir, eres su hijo al fin y al cabo. –decía la castaña enredando un dedo en el cabello rubio del chico.

–El odio hacia Potter era más por parte de Voldemort que de mi padre. Pero yo... A mí no creo que me perdone que esté contigo después de que por vuestra culpa él estuviera en Azkaban. –explicó Malfoy.

La pareja fue hacia el despacho de McGonagall, allí la explicaron todo. Después de la guerra Hogwarts fue reconstruido y ahora era mucho más seguro. McGonagall les prometió protección tanto a ellos como a todos los demás alumnos por parte de todo el profesorado de Hogwarts.

Tras hablar con McGonagall Draco y Hermione salieron hacia el comedor donde cada uno se encontró con su grupo de amigos.

–¿Entonces tú y la Weasley os lleváis bien? –preguntaba Nott a Blaise.

–Sí, es increíble la de cosas que teníamos en común. Su hermano no, pero ella es increíble. –decía el moreno.

–Jamas pensé que dirías todo eso de una chica sin estar leyéndolo. –Rió e rubio. Los otros dos Slytherin le miraron serios.

–¿Sabes que tu padre ha escapado de Azkaban? –se atrevió a preguntar Blaise.

–Sí, pero todo está bien. Estamos protegidos, hablamos con McGonagall y no creo que quiera venir aquí a que le vuelvan a llevar a Azkaban. –dijo el rubio llevándose un trozo de filete a la boca elegantemente. En la mesa de las Gryffindor la castaña respondía la misma pregunta mientras miraba como atontada al rubio.

–¿Hermione? –decía Ginny a su lado. –¡Hermione!

–¿Eh? ¿Que? –dijo la castaña apartando su mirada del rubio. –Perdon, me distraje.

–¿Con Draco? –decía Lovegood. –No me extraña, yo también me quedé así con Theo el otro día en el partido de Quidditch.

–Eso es cierto, desde que empezasteis a salir con ellos no apoyáis a Gryffindor en Quidditch ¡y os recuerdo que yo juego en Gryffindor! –se quejó la pelirroja, las demás rieron.

Mientras, Lucius Malfoy tramaba la manera de entrar a por su hijo para posteriormente ir a la mansión Malfoy con Narcissa Malfoy.

Una carta llegó a manos de Draco al día siguiente. Este, con miedo la abrió. La carta decía lo siguiente:
Draco, hijo.
Vuelvo a ser libre, te recogeré de Hogwarts mañana para ir con tu madre y que huyamos de aquí donde nadie nos encuentre. Recoge tus cosas.

Lucius Malfoy.

El rubio palideció tras leer la carta. Se quedó paralizado por un momento para después levantarse de la biblioteca y correr hacia el despacho de McGonagall.

–¡Profesora McGonagall! –gritó el rubio llamando a la puerta, está se abrió tras cinco golpes.

–¿Qué ocurre Malfoy? –preguntó preocupada. El chico le mostró la carta, McGonagall la leía con una expresión de preocupación. –Esto es algo grave como usted comprenderá. Si Lucius ha conseguido salir de Azkaban no le será difícil entrar en Hogwarts. –el Slytherin la miraba con cara de preocupación.

–¿Qué debo hacer? –preguntó el rubio.

–Permanece en grupo, es decir, seguirás atendiendo a clases pero siempre mantente con mucha gente. Los profesores ayudaremos, daré un aviso ahora mismo. –decía McGonagall. –Vuelva con alguien, llamaré a su compañera de premio anual.

Al momentó la castaña estaba allí.

–Ya me han dicho lo que ha ocurrido, no me separaré de Draco. Llamaré a más gente para vigilar. –decía la castaña acercándose al rubio.

Caminaban por los pasillos buscando a Ginny, Luna, Blaise y Theo. Una vez encontrados les contaron todo lo ocurrido, todos mantenían ojo avizor para que el padre de Draco no les pillara desprevenidos.

–¿Y si ataca cuando duerma? –preguntaba el rubio.

–¿Duermo contigo Draquín? –preguntó Blaise vacilón. Los demás rieron levemente.

–Gracias, pero prefiero a Granger si no te importa. –sonrió el joven Slytherin. La aludida se sonrojó y este la rodeó con su brazo. –Chicos, tenemos entrenamiento de Quidditch, tenemos que irnos.

–Id con cuidado. –les dijo la castaña. El rubio besó en la frente a Hermione y se despidió.

La castaña estaba preocupada, no quería le pasara a Draco. Era increíble en lo que se había convertido en unos meses, pasaron de odiarse a quererse como nunca, aunque como dice el dicho solo hay un paso del odio al amor.

–Se te nota preocupada Mione. –dijo Luna acercándose a ella.

–Me preocupa Lucius. –dijo la castaña mirando a la rubia.

–Se lo que necesitas –se unió la pelirroja a la conversación. –Vamos al bar, un Whisky de fuego no le hace daño a nadie.

La castaña rió ante la ocurrencia de la pelirroja. Se dirigieron hacia el Caldero Chorreante, una vez allí pidieron dos Whiskies y una cerveza de mantequilla.

Los chicos volvieron del entrenamiento, Hermione y Ginny iban algo borrachas agarrándose a la pobre Luna que apenas había terminado su cerveza de mantequilla.

–¿Hermione? –preguntó el rubio al ver a su novia en un estado completamente borracho. –¿Que la habéis dado?

–Ella y Ginny pidieron Whisky de fuego y bueno...

–¿Pelirroja? –dijo Zabini acercándose a Ginny. –Llevemoslas a sus habitaciones.

–Me parece bien, yo me voy con Luna. –dijo Nott. Ellos dos vivían en su mundo, eran un caso aparte.

Now (Dramione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora