IV

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Luna y Theo paseaban distraídamente por Hogsmeade, de vez en cuando el moreno la miraba para admirar su tierna sonrisa.

Luna le contaba a Theo sobre las criaturas mágicas como los Thestrals, los torposoplos o los nargles, mientras Theo la escuchaba atentamente disfrutando de cada pizca de felicidad de la rubia. Compraron grageas de todos los sabores que disfrutaron paseando toda la tarde.
–Ya se hace tarde, deberíamos volver. –dijo Luna.
–Sí, te acompaño a tu sala común. –dijo el moreno.
Charlaron hasta llegar a Hogwarts.
–Me lo he pasado muy bien Theo. –dijo la rubia ha en la puerta de su sala común.
–Y yo, espero poder repetir. –dijo sonriendo. Entonces Luna se puso de puntillas y le beso en la mejilla. Ambos se sonrojaron y Luna entró en su sala común.

–Hermione. –decía el rubio arrodillado delante de la castaña, que leía placenteramente en el sillón de la sala común. –No me ignores sé que me escuchas. –dijo sonriendo.
–Por supuesto que te escucho. –dijo sin apartar la vista del libro. –Pero otra cosa es hacerte caso.
Draco cogió rápidamente el marcapáginas que estaba al lado de ella lo colocó en el libro y se lo arrebato de las manos en un gesto rápido. Después se colocó sobre ella a escasos centímetros de su boca.
–Veamos si ahora me haces caso. –dijo sonriendo de lado.
–Tienes toda mi atención. –dijo la castaña sonriendo. –¿Contento?
–Aun no. –entonces posó sus labios sobre los de la castaña en un beso tierno, que poco a poco se fue tornando salvaje. La lengua de Draco pedía permiso para entrar en la boca de la castaña, permiso que está concedió. Su lengua exploró cada lugar de su boca hasta separarse para coger aire. –Ahora sí.

A la mañana siguiente en la mesa de los Slytherin...
–Entonces te besó en la mejilla. –concretó Zabini.
–Sí... –dijo Theo suspirando.
–Esta completa y tontamente enamorado. –dijo Draco sonriendo. –pero me alegra verle feliz después de la guerra.
–¿Y tú Draco? –dijo Zabini. –¿Qué tal te sientes después de que tu padre entrara en prisión?
–Aun siendo quien era era mi padre, y sigo queriendole, pero tengo a Granger y me hace la persona más feliz del mundo, hace que parezca una miseria en comparación con ella, es simplemente perfecta. –dijo feliz.
–Vaya Draco, no sabía que eras poeta. –dijo la castaña tras el. –Tu también eres perfecto, ¿Puedes venir un momento?
–Claro Hermione. –dujo levantándose de la mesa.
–¡Feliz luna de miel pareja! –vaciló Blaise riendo.
–¿Y tú qué Blaise? –dijo Theo. –¿Que paso con la pequeña de los Weasley?
–La tengo en el bote. –dijo riendo. –Es muy extrovertida, maja e inteligente, he quedado con ella esta tarde, tú deberías hacer lo mismo con Lovegood. –dijo levantándose. –Nos vemos enamorado.

–Draco quisiera devolverles la memoria a mis padres. –dijo la castaña. –Quiero recuperar a mi familia, les borré la memoria para protegerlos de Lord Voldemort y me gustaría verles de nuevo.
–De acuerdo pero, ¿Cómo los devolveremos la memoria?
–Descubrí un hechizo para eso, pero quiero que tú me acompañes. –dijo sonriendo Hermione. –Quiero presentartelos y que sepan de nuestra relación formal.
–De acuerdo, ¿Cuando vamos a ir?
–¿Esta misma tarde? –preguntó la castaña.
–Hecho. –dijo Malfoy sonriendo de lado.
–Por cierto. –se apresuró a decir Hermione. –Lo que dijiste en la mesa sobre mi... Gracias. –dijo sonriendo. –fue muy bonito.
–Eran solo verdades leoncita. –dijo besándola en la frente. –Bueno me voy a estudiar si me disculpas. –dijo el rubio alejándose. Esta se despidió con una sonrisa, ¿Quien lo iba a decir? El mismo Draco que en segundo la insultaba ahora salía con ella y la protegía y defendía delante de la gente.

Aquella tarde, Draco y Hermione salieron hacia el Londres muggle, tras horas de búsqueda de los señores Granger encontraron la casa.
–¿Nerviosa leoncita? –preguntó el rubio.
–Sí... Mucho. –dijo mirando al suelo y aferrándose a la mano de Draco.
–Todo saldrá bien, tranquila. –Draco llamó a la puerta y un señor les recibió.
–¿Puedo ayudarles en algo?
–Sí, me gustaría hablar con usted y su mujer por favor. –dijo Hermione educadamente.
–No veo por qué no. Adelante. –dijo aquel hombre. Al llegar al salón de la casa, Hermione lanzó el hechizo, los padres de la castaña se quedaron desmayados durante unos segundos y después enseguida reaccionaron.
–¡Hermione! –gritaron sus padres al unísono. La abrazaron mientras una lágrima de felicidad surcaba el rostro de la castaña.
–Papá, mamá, os eché tanto de menos... –dijo ella.
–¿Que pasó hija? –preguntó el señor Granger.
–Antes de la guerra mágica contra el señor oscuro, os borré la memoria para que no os hicieran daño y me fui.
–¿Y quién es él? –dijo señalando al chico de cabello platinado.
–Draco Malfoy, mi novio. –dijo ella con orgullo, Draco se levantó para estrechar la mano del señor Granger.
–Es un placer señor y señora Granger.
Los cuatro pasaron la tarde juntos, Hermione les contó su historia y recordaron sus momentos juntos, al final volvieron a Hogwarts, agotados pero felices.

–Theo, deberías decirle ya a Luna. –dijo Draco.
–Si, Draco tiene razón. Está claro que ella está colada por ti. –dijo Zabini. –¿Sabéis que? Esperad aquí. –dijo Theo levantándose. Se dirigió a la mesa de Ravenclaw donde Luna disfrutaba su pudding.
–Luna. –llamó la atención de la rubia. –¿podemos hablar solos un momento?
–Claro Theo. –dijo ella levantándose. Se dirigieron a los pasillos.
–Tienes un poco de pudding aquí. –dijo retirando con el dedo un poco de pudding, rozando sus labios con su dedo. –Luna, me gustas. Desde el primer día en que te vi supe que eras especial, y quiero que seas mi novia. –soltó. –Si no sientes lo mismo, –dijo más calmado. –Espero no perder tu amistad porque me importas mucho y... –fue frenado por los labios de la rubia que tímidamente le beso colgándose de su cuello.
–Tu también me gustas Theodore. –dijo sonrojada.  El Slytherin sonrío sonrojado y rieron juntos.

Hermione y Draco disfrutaban de un bonito paseo por los jardines, charlaban distraídamente entrelazando sus manos. El joven Slytherin lanzó una de esas miradas que hacían que la Gryffindor se sonrojara.
–Bueno, ¿Y que tal la pequeña Weasley? –preguntó el rubio.
–¿A que viene ese interés por ella? –dijo la castaña en un tono celoso.
–Oye que no va por mi, –dijo Draco riendo. –A Blaise le gusta. Estoy seguro, según él, la tiene en el bote. Lo cual es difícil siendo como es.
–Vaya no me esperaba eso de Zabini. Ginny está bien, si quieres podemos quedar un día los cuatro y así vemos cómo van.
–Me parece perfecto. –dijo Draco dándole un suave beso en la frente a la castaña. –Me tengo que ir, tengo pociones. Adiós leoncita. –dijo tiernamente.

Now (Dramione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora