VIII

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Era de noche, Draco había llevado en brazos a la castaña hasta la sala común de premios anuales.

–¿Herms?

–¿Ahm? ¡Malfoy! ¡Que bien que estás aquí! Justo contigo quería hablar yo... –decía una Hermione ebria.

–Si, pues vas a esperarte a mañana cuando te entre la resaca. –dijo el chico llevándola a su cuarto.

–¿Pero por qué? ¿Ya no me quieres? –preguntaba la chica con una sonrisa boba en la cara.  –Hay otra ¿verdad?

–No hay ninguna otra. –Draco la acostó en su cama. –Te lo aseguro.

–Eso es que hay otro. –dijo Hermione divertida. –Estas saliendo con Zabini ¿A que sí? –el chico rió.

–Me has pillado. –dijo Draco levantándose hacia la puerta.

–Draco espera... Quédate conmigo esta noche porfa... –el joven Slytherin no se lo pensó dos veces, se descalzó y se recostó con la castaña. Esta posó su cabeza sobre el pecho del chico y ambos se durmieron al instante.

Mientras, Blaise intentaba meter a su novia en la sala común de Gryffindor, a lo que está se negaba corriendo por los pasillos de Hogwarts.

–Ginny por dios que es tarde no corras. –decía Zabini. –Vengo de entrenar estoy cansado.

La chica continuaba huyendo con el moreno detrás.

–¡Eres un flojucho Blaise Zabini! ¿A que no me pillas? –entonces este se picó y corrió tras la chica más rápido que nunca hasta cogerla de las piernas y llevársela a hombros.

–¡Zabini bájame! –ordenaba la chica sin fuerzas. –Capullo...

El chico hizo caso omiso a la pelirroja, entró en la sala de Gryffindor que estaba vacía a esas horas y la dejó allí.

–Ahora te vas a la cama y me dejas pelirroja. –dijo el chico sonriendo. Entonces la besó en los labios y está se sujetó a su cuello, ambos cayeron sobre un sofá dónde Ginny se quedó dormida. El Slytherin se fue tras besarla en la frente.

Al día siguiente el joven rubio despertó con la castaña encima. Miró la hora, apenas eran las siete de la mañana.

La apartó con cuidado y se metió a la ducha. Al salir la Gryffindor aún dormía. Comenzó a leer el libro de Granger, otra vez.

–Draco, hijo... –dijo una voz familiar tras él, este se sobresalto y se levantó del sillón empuñando su varita.

–¿Padre? ¿Como has conseguido entrar? –preguntaba el Slytherin aún apuntándole con su varita.

–Hogwarts no es nada en comparación a Azkaban. –decía Lucius. –Hijo, es hora de irnos. ¿Tienes tus cosas?

–Padre yo... –el Slytherin pensó en que si no iba, quizás harían daño a la castaña. No quería que ella sufriera, se iría con él. –No, me faltan algunas cosas, ahora vuelvo.

–Bien. –Draco corrió a su habitación a coger su baúl, metió su ropa sin doblar y todo lo que vio en su habitación.

–Podemos irnos, padre.

La pelirroja despertó sin rastro alguno del moreno. La dolía la cabeza y un constante mareo se adueñaba de ella. –Maldita sea. –se levantó del sillón y se fue a la ducha para despejarse. Más tarde buscó Blaise y a los demás.

–¿Hermione? –preguntó en la puerta de su sala común. –Soy Ginny, tenemos clase, venga.

La castaña salió sobresaltada. –¿Habéis visto a Draco? No le veo desde anoche. –dijo ella nerviosa. –le he buscado por toda la sala común, su habitación y la mía. ¡Durmió conmigo y no está!

–Ya Herms tranquila. Le buscaremos, avisaremos a McGonagall. –decía la pelirroja calmando a su amiga. –Theo, Luna, avisad a McGonagall, yo, Blaise y Hermione le buscaremos en los campos de Quidditch, en la biblioteca y dónde haga falta.

Habían pasado horas desde la desaparición del rubio. Hermione y todos los demás habían registrado todo Hogwarts, nadie parecía haberle visto.

–Hermione, no quiero preocuparte. –dijo Blaise. –Pero, ¿Y si se lo ha llevado su padre?

–No... –las lágrimas brotaban de sus ojos color miel. –Le matará, seguro... Le torturará con miles de Crucios...

El joven Draco se encontraba camino a la mansión Malfoy donde esperaba sin noticia alguna Narcissa Malfoy.


Now (Dramione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora