IX

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–¿Con quien compartían sala común hijo? Oí que fuiste premio anual. –intentó hablar Lucius. El rubio palideció ante la pregunta.

–Con... Granger. –se resignó a decir el joven Malfoy.

–¿La sangre sucia? Agh. –dijo su padre con asco. Siguieron el trayecto en silencio hasta llegar a la mansión Malfoy.

Lucius llamó a la puerta, allí una elfina les recibió.

–¡Draco! –dijo una mujer lanzándose a los brazos de su hijo. –¿Lucius? No lo entiendo, estabas en Azkaban...

–Escapé, es una larga historia. –decía el hombre acercándose. –Ahora debemos marchar.

–Pero, ¿Y los estudios de Draco en Hogwarts? –preguntó la mujer.

–Habrá otras escuelas, coge tus cosas más importantes y nos iremos. –dijo el hombre. Narcissa, con miedo aún preparó su improvisada maleta.

–Mamá. –la llamó su hijo. –No me quiero ir y se que tú tampoco pero no quiero que nos haga daño ni a ti ni a nadie.

La mujer sonrió. –Me alegra ver cómo te has hecho más y más maduro hijo. Siento todo esto, pero no nos queda más remedio. –acto seguido le abrazó.
–Yo misma me ocuparé de que no te pase nada.

El chico sonrió despidiéndose para ir al salón de la casa. Se sentó pensando en la chica que le quitaba el sueño, y en la vida que había dejado atrás. Esa castaña de pelo rizado había desaparecido al igual que las salidas con sus amigos. La noche anterior con Granger dormida en su pecho, la noche de picnic nocturno con Blaise, Theo, Luna, Ginny y ella. La primera vez que besó a la castaña bajo aquella cascada. Sin querer el chico estaba sonriendo.

–¿Por qué sonríes hijo? –dijo su padre tratando de ser amable. Cosa que no consiguió

–¿Qué? No, nada. –él joven Slytherin despertó de sus pensamientos. –pensaba como será mi nueva vida. Padre, ¿Azkaban es tan horrible como cuentan? –intentó cambiar el tema Draco.

–Los dementores solo te quitan cada pensamiento feliz, incluso si solo es de comida o esperanza por salir. –dijo Lucius. –Espero no volver nunca. –El chico fingió una sonrisa sin ganas.

–He de coger una cosa de mi habitación, ahora vuelvo. –él chico se ausentó al ir a su cuarto. Allí cogió un último recuerdo de la castaña, un anillo que le había regalado tiempo atrás, que dejó en su casa tras las últimas vacaciones.

–¡Draco es hora de irnos! –gritó Lucius desde abajo.

El chico no dudó en obedecer y bajar al salón donde sus padres esperaban para marcharse en coche muy lejos de allí.

La joven Gryffindor daba vueltas por la habitación. Llevaba mucho encerrada, justo cuando pensaba que todo iba bien, Draco desaparecía. Echaba de menos su olor, su voz, todo.

–¿Herms? –decía una voz al otro lado de la puerta. –Somos Ginny y Luna, venimos a ayudarte.

–Marchaos. –dijo sin ganas la castaña.

–Hay pudding y algo de yogur helado. –la animaba la rubia.

–Esta bien, pasad. –tanto tiempo con el pelirrojo la había hecho valorar más la comida.

Charlaron largo y tendido, la castaña solo esperaba poder volver a ver al rubio con vida. Mientras este seguía su viaje sin hacer otra cosa que pensar en ella.

–¿A dónde iremos padre? –preguntó el rubio.

–Lejos, muy lejos. –dijo él. –Tranquilo, podrás escribir a tus amigos sin poner datos sobre nuestro paradero.

El chico suspiró aliviado con ganas de llegar para escribir a la castaña y contestarle todas sus dudas.

El viaje se hizo eterno pero al fin llegaron. Draco subió sus maletas a la habitación y comenzó a buscar lápiz y papel.

Querida Hermione:

No sé cómo explicar con palabras todo lo que ocurre. Mi padre llegó esta mañana temprano y tuve que marcharme con él. Escúchame, no quiero que te pase nada malo ni que él te haga daño. No puedo darte datos sobre mi paradero pero no te preocupes por mí, estoy bien. Estoy con mi madre y con mi padre, acabo de llegar, me inscribirán en otra escuela pero sé que no será lo mismo sin ti.

Saluda a Blaise, Theo, Luna y Ginny de mi parte, tranquilizales aunque Blaise y Theo sepan que no ganarán al Quidditch sin mi.

Te echo de menos y no ha pasado ni un día leoncita, espero volverte a ver algún día aunque lo veo difícil. No intentes nada, no quiero que os haga daño.

Un beso, Draco Malfoy.

El chico dobló la carta y la introdujo en un sobre con destino a Hogwarts a nombre de Hermione Jean Granger. La lechuza del rubio no tardó en llegar a la escuela, así como la carta a manos de la castaña.

Esta la abrió rápidamente provocando un pequeño corte en su dedo. Comenzó a leer mientras sus ojos se empañaban. No podía creer que no le vería mas, no. La castaña no tardó en idear un plan para rescatar al rubio aunque eso significará sacrificarse ella misma. Aquel rubio la había cambiado la vida y no permitiría que a él se la arruinaran. No mientras ella lo pudiera evitar.

–Hermione, sal. –la decía la pelirroja al otro lado de la puerta. La castaña llevaba un día en su habitación ideando un plan. –¿No leíste que dijo que no intentarás nada?

La joven Gryffindor, cansada de su amiga abrió la puerta.

–Ginny, me conoce, sabe que no me quedaré sin hacer nada. –la pelirroja rodó los ojos.

–¿Y que planeas? No sabes siquiera dónde está. –dijo con razón la pelirroja.

–Aún. –dijo la joven. –digamos que le coloqué algo a su lechuza, un pequeño hechizo que me dirá donde está mediante esta bola.

–¿Eso no es de Trelawney? Pensé que odiabas su clase después de que te dijera que no tenías talento en tercero. –

–Y odio su clase, pero por fin la he encontrado una utilidad. –dijo la castaña pendiente de la bola y a la vez de un papel.

–¿Y que escribes? –dijo la pelirroja robandola la hoja, está sin dejar de mirar a la bola ignoró a la pelirroja.

Misión rescate Draco.

-Localizarle con el hechizo.

-Ir hasta allí.

- Distraer al padre de Draco con Blaise y Theo haciendo ruido afuera.

- Entrar a por Draco y Narcissa y salir de allí apareciendo en Hogsmeade.

- Pedir protección al ministerio y a Hogwarts.

Now (Dramione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora