Tosí y mi garganta dolió, tomé la taza de té de limón y miel, la llevé hasta mis labios, bebí un buen trago, luego tomé un pañuelo desechable y limpié mi nariz.
-Dios, ¿quién me manda a correr bajo la lluvia?-pregunté mientras sentía mis ojos ardiendo.
Hoy fue domingo de familia, fui a almorzar con mis padres y mi mamá me regañó luego de que le contará el porqué estaba enferma.
-¡si tus defensas no estuvieran tan bajas eso no te hubiera afectado! ¿Qué te he dicho de comer como se debe, Kim Dae In?
Me dijo eso, por lo menos unas 20 veces al día, 15 luego de destornudar, toser o sorber mi nariz. Antes de venirme me insistió en que me quedara en casa, pero desistí y me vine.
Mi móvil comenzó a sonar, lo tomé y vi el nombre de Henry en la pantalla. Carraspeé mi garganta y deslicé mi dedo por móvil.
-¿aló?
-hola, nena-sonaba alegre.
-hola, ¿cómo estás?
-bien, vengo llegando, salí con Jake un rato a jugar ¿y tú?
-genial-dije poniendo mi voz más animada-visité a mis padres hoy.
-¿ellos están bien?
-sí, ¿has estudiado?
-un poco-sentí mi garganta comenzaba a picar intenté no toser-pero ahora me daré una ducha y me iré de cabeza al cuaderno de química.
-genial-dije con voz ronca.
-¿pasa algo?-no pude más y comencé a toser, volví a tomar la taza y bebí un poco de su liquido-¿estás enferma?-su tono relajado ahora tenía preocupación.
-no es nada importante, mañana estaré como nueva.
-¿qué tienes?
-ayer me tomé un resfriado.
-¿por lo de la lluvia?
-sí... pero ya mañana estaré mejor, ahora bebo un té de limón con miel.
-¿quieres que vaya?-sonreí y por un momento deseé en verdad tenerlo a mi lado.
-es sólo un resfriado-terminé por decir.
-mañana si sigues mal, tomate el día.
-ustedes me necesitan más que nunca, debo pasar materia nueva y luego repaso para el examen de matemáticas, no puedo faltar-sorbí mi nariz.
-nena, debes cuidarte.
-está bien.
-¿ya estás acostada?
-sí, ya me bañé y arreglé todo para mañana.
-entonces intenta dormir.
-ok.
-nos vemos mañana, ponte una bufanda y ve en autobús a la escuela para que el viento frío no te haga peor-sonreí.
-bueno-tomé el último trago de mi té.
-sueña lindo, nena-me acosté.
-igual, buenas noches-susurré.
-hasta mañana...
-oye...
-¿hmm?
-hoy te extrañé-guardó silencio unos largos segundos.
-¿puedo ir a verte aunque sea unos minutos?
-no, es tarde.
-llego en 10 minutos-abrí mis labios para protestar, pero ya había cortado, solté un suspiro y miré hacia la puerta, luego escuché como pequeñas gotas golpeaban mi ventana y finalmente comenzó a llover, me levanté, fui por una toalla y la puerta sonó, caminé hacia allá y efectivamente estaba todo mojado, avanzó, tiró su mochila del colegio al suelo, se quitó la chaqueta de cuero, me acerqué y comencé a secar sus cabellos.
-¿y el casco?-pregunté.
-lo olvidé-me dijo mirándome, posó sus manos en mis mejillas calientes, lo miré, se cercó y antes de que posara sus labios en los míos puse mi mano.
-estoy resfriada, te contagiaré-dije frunciendo el ceño, frunció el ceño de vuelva, quitó mi mano y juntó nuestros labios antes de que pudiera apartarme. Estos estaban agradablemente fríos y dulces. Se alejó de mí, suspiró y miró con preocupación.
-¿comiste?
-sí, mamá me dejó venirme sólo si cenaba.
-entonces ve a la cama-miré su mochila.
-¿pretendes quedarte?
-quiero cuidarte-vi la decisión en sus ojos y tampoco quiero mandarlo de vuelta con la lluvia.
-quítate la ropa mojada y ponla en el piso para que se seque-sonrió, me giré y volví a la cama, me tiré hacia el rincón, a los minutos llegó sólo en bóxers-que fuerte esa lluvia que hasta traspasó la chaqueta de cuero-dije soltando un sonrisa, me sonrió de vuelta se metió entre las colchas, pasó su brazo bajo mi cuello y me atrajo a él, posé mi mejilla sobre su pecho desnudo y una de mis manos en su vientre-si no me sintiera tan como la mierda, tal vez y hasta seria un poco descarada...-murmuré y escuché como reía.
-sólo cuida lo que tocas y haces, no querrás despertar partes y luego hacer sufrir a tu novio-sonreí.
-te resfriarás.
-si tus labios tuvieran veneno, aún así los besaría.
-Oh Dios, que cursi-ambos reímos, tomó mi mentón, se acercó y me besó.
-también te extrañé, nena-abrí mis ojos, nos observamos un momento y nos sonreímos.
-mejor durmamos-propuse, me levanté un poco, apagué la lámpara y me volví a acostar.
A la mañana siguiente sonó la alarma del móvil de Henry, la apagó y luego sonó la mía, lo miré e hizo una mueca, me levanté y sentí mi cuerpo tembloroso. Me siento peor que ayer y anoche. Me tomé un medicamento y luego le llevé uno a Henry.
-¿te sientes mal?-le pregunté.
-mi garganta duele, pero con el medicamento se pasara-dijo sentándose, yo tosí y mi cabeza dolió.
-quédate-me dijo y tomó mi mano-si vas puede ser peor, nena-lo miré- quedémonos y cuidémonos, mañana vamos.
Lo miré un poco, él tiene razón, mañana puede ser peor si es que no me cuido hoy.
-bien...-me giré.
-¿Dónde vas?
-al baño, a lavarme los dientes, quiero besarte-dije arrastrando los pies, escuché como salía de la cama, luego el cierre de su mochila y llegó a mi lado. Le eché pasta dental a su cepillo y comenzamos a lavarnos, miré mi rostro y me sentí avergonzada. Estoy horrible, miré a Henry y este me sonreía, se agachó y escupió la espuma, luego pasó el cepillo por su lengua, volvió a escupir y se agachó, abrió la llave del agua y se enjuagó la boca. Besó mi majilla con labios fríos y salió, yo hice lo mismo que él, luego me lavé la cara, peiné mi cabello e intenté verme decente. Suspiré al no tener éxito y salí. Me tomó el rostro y juntó nuestros labios-genial, lo dos enfermos-dije y sonrió, puse mi mano sobre su mejilla y aparté su mirada de mí-deja de mirarme, me veo horrible-fui a mi cama y me volví a acostar, él se tiró a mi lado, me abrazó y posó sus labios en mi cuello.
-tú nunca podrías verte mal, nena-lo miré.
-deberías decime donde se mandan a hacer los hombres como tú, digo, por si me piden el dato-sonrió.
-soy edición limitada, sólo uno y eres la afortunada de tenerlo-enrollé mi pierna en su cadera, pasé mis brazos por su cuello y lo atraje a mí.
-por suerte no te importó resfriarte conmigo, porque no sé cómo le hubiera hecho con las ganas de besarte-me sonrió, me acerqué y atrapé su labio entre los míos-aunque deberíamos ir al doctor por una inyección, tu padre no debería recibir un resfriado y tu hermana tampoco.
Él asintió y posó un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.
Estuvimos otro rato en la cama y finalmente nos levantamos a hacer desayuno, luego nos vestimos y fuimos al hospital, nos pincharon y nos dieron unos medicamentos, de vuelta al departamento compramos pizza, una normal y otra vegetariana.
-no sé qué sentido tiene comer pizza sin pepperoni-me dijo viendo con una mueca mi almuerzo.
-no sé qué sentido tiene matar animales que hacen mucho mejor que nosotros a este mundo-tomé un trozo de mi pizza-estoy segura que ni siquiera sabes de donde salen las cecinas-él miró su pizza.
-prefiero la ignorancia-dijo y le dio un mordisco a su pizza. Cuando acabamos, nos lavamos los dientes y nos tiramos en mi cama otra vez.
-¿le dijiste a tu hermana que vendrías?-le pregunté mientras miraba hacia la pared, él metió su pierna entre las mías y juntó aún más su pecho a mi espalda.
-sí-dijo con voz soñolienta.
Nos tomamos una larga siesta, cuando desperté me sentía mucho mejor, le hice a Henry un repaso y finalmente lo mandé a su casa. Él también ya estaba mejor, en la noche llamé a mi mamá, le conté sobre mi día libre y me regañó porque no la llamé para que me fuera a cuidar. Cuando estaba preparando mi cena, sonó la puerta, fui a abrir y me encontré con mi mejor amiga.
-¿estuviste con él?-asentí-no te ves tan mal como pensé que estarías-ella pasó y dejó su bolso sobre el piso.
-¿te quedas?-asintió.
-sí, pero dormiré en el suelo, no me quiero resfriar-asentí y sonreí
-bien.
Al otro día me sentía mucho mejor, Henry y yo entregamos nuestras licencias y luego comenzaron las clases, la presidenta comentó que ahora si haríamos el bingo y sería lo último porque luego serán los exámenes.
Los días comenzaron a pasar, Henry cada vez tenía menos tiempo, ni a las peleas podía ir, yo intentaba darle su espacio, ya que conmigo a su lado simplemente no puede concentrarse.
El bingo nos dejó bastante dinero, finalmente saqué las cuentas y habíamos pasado la meta que se había puesto a principio de año. Estaba todo bien hasta que una noticia no tan buena llegó.
-¿por qué él?-le pregunté a Adrien.
-porque recuerda que su mujer estaba a cargo de su curso, por lo que iban a ir ellos dos para supervisar.
-¿y no pueden cambiarse, no sé... ser tú o alguien más?
-¿no te agrada?
-no, no es eso...-solté un suspiro, corrí mi mirada hacia Leeteuk el cual hablaba animadamente con el profesor de deportes de los cursos menores.
¿Henry sabrá de esto?
ESTÁS LEYENDO
Forbidden ~Leeteuk y Henry~
Romance¿En qué momento de nuestras vidas el príncipe azul comienza a ser aburrido? ¿Cuándo fue que encontramos el delicioso gusto a lo prohibido? Supongo que eso siempre estuvo ahí, de otra forma ¿Porqué Eva probó la manzana? Entre más peligrosa e incorr...