Vorfreude •SuperCorp• au

#5

Lena recogió el correo de su buzón compartido junto a la puerta principal y lo hojeó mientras volvía a subir las escaleras hasta su piso. Su estómago se revolvió. ¿Por qué se hacía esto a sí misma todos los años? Ella conocía las reglas, las había aprendido por las malas. Pero claramente, todavía había una astilla de ella que esperaba que los 30 pudiera ser diferente.

No lo fue. Su estómago se revolvió y se estremeció. Respiró hondo antes de volver al apartamento.

Una factura de gas, un anuncio publicitario para un nuevo gimnasio, algo de la oficina de impuestos, una tarjeta de unas de sus amigas y una de su tía. Pero nada de su madre. En el fondo, ella sabía que no habría. ¿Por qué su madre sabría dónde vivía?

Sin embargo, no dejó de doler.

Cuando Lena entró en su cocina, Sam estaba de pie envuelta en su bata azul celeste. Llevaba una sonrisa que no cubría sus ojos soñolientos, sosteniendo una cupcake elaboradamente decorado con una sola vela pegada en la parte superior. –¡Feliz cumpleaños! ¿Quieres que encienda esto ahora, o lo haremos más tarde cuando estemos borrachas? 

Lena respiró hondo y esbozó una sonrisa en su rostro. –Luego. Y gracias.

Sam dejó el cupcake y le dio un abrazo a Lena, apretándola con fuerza. –Te amo, ¿te he dicho eso últimamente?

–Solo cuando estás bebiendo más de mi ginebra.

Sam le dio una sonrisa. –Entonces te amo más, es verdad. ¿Hubo mucho correo?

Otro rasguño en su corazón. Lena sacudió la cabeza y se ocupó de llenar la tetera. –Lo de siempre, más un par de cartas para mí–. Lena aún podía saborear la decepción en su lengua. ¿Qué haría su abuela? Le diría que no se fijara en su madre, que nada bueno podría salir de eso.

–¿De quién son las cartas?– Sam recogió el montón. –La oficina de impuestos envió un nuevo código de impuestos. Eso es amable de su parte.

–Piensan en todo–. Lena hizo el té. Estaba decidida a concentrarse en las cartas que tenía, no en las que no tenía. Como ella lo hacía todos los años.

–Ven a la sala y te mostraré la tarjeta que te compré. Si no gana la mejor tarjeta, hay algo muy mal en el mundo–. Sam levantó ambas cejas. –¿Y luego sabes lo que vamos a hacer?

Lena sonrió, ignorando el eco de la decepción en su corazón. El entusiasmo de Sam era contagioso. –¿Qué?

–¡Vamos al festival y te damos el mejor cumpleaños! Oh. Por cierto, ¿Sabes algo de los gatitos?

Eso trajo una sonrisa genuina. –Lo hice, y obtuve una. Una pequeña en blanco y negro. Tengo que recogerla en seis semanas.

Sam la abrazó. –Increíble. Pronto vas a tener 30 años con un bebé peludo. ¿Quién lo hubiera pensado?

* *

La hierba ya estaba humeda bajo los pies cuando llegaron al festival justo después de las 2 p.m, el dulce y fresco olor a tierra húmeda flotaba en el aire después del aguacero de la noche anterior. El sol intentaba abrirse paso, pero el pronóstico era de más lluvia para más tarde. Lena había venido preparada con un piloto en su bolso, pero también estaba lista para mojarse. Este era exactamente el tipo de cosas por las que estaba decidida a no estresarse; mañana cumplía 30 años, entonces, ¿qué era un poco de lluvia entre amigas?

Además, los organizadores habían leído claramente el pronóstico. Aunque el escenario principal estaba abierto a los elementos, los dos escenarios más pequeños estaban dentro de carpas de circo de rayas rojas y azules. Lo que es más, la mayoría de los bares repartidos por todo el espacio estaban cubiertos, con una gran cantidad de asientos disponibles en el bar de vinos, su letrero ya brillantemente iluminado. Era un festival dirigido directamente a su grupo de edad. Esto se vio afectado aún más por la cantidad de camiones de comida gourmet alineados a su derecha. Lena ya tenía la vista puesta en el camión de tacos. En línea recta, una pancarta masiva proclamaba que este era el primer festival del año.