Vorfreude •SuperCorp• au

#24

Lena le gritó algo a Kara desde la habitación, pero ella no pudo oír. Tenía la radio encendida, actualmente en una estación infantil. Kara sabía cada palabra. Lo cual, por supuesto, se debió principalmente a Izzy. Le había sorprendido la cantidad de actividades para niños pequeños que mencionaban las últimas canciones infantiles. Kara había pasado de ser una chica  que amaba a PJ Harvey y los Yeah Yeah Yeahs a conocer todos los últimos éxitos infantiles. Tenía que admitir que algunas de las canciones eran bastante pegadizas.

Pero lo que sea que estaba en la radio hoy, no podía ser más fuerte que la canción en su corazón, que la estaba ensordeciendo con su incesante ritmo acelerado. Todo gracias a Lena.

Ambas habían pasado la mañana conociendo mejor el cuerpo de la otra. Kara iba a doler en lugares que había olvidado que existían mañana. Las últimas 24 horas habían sido un paseo. Sí, tuvieron  un comienzo difícil, pero lo habían rectificado. Lena había preparado una cena deliciosa, y la habían comido a medianoche, en el sofá, mirándose con sonrisas tontas.

Se habían conectado de una manera que Kara no recordaba haber hecho con nadie durante años. Literalmente, años. Lena también se había abierto sobre su pasado. Cuando se trataba de relaciones, niños y familias, Lena era una gran duda. Kara representaba a los tres. ¿Había hecho lo suficiente para convencer a Lena de que probara las cosas de las que tenía miedo? Y si no lo hubiera hecho, ¿entonces qué?

Trató de dirigir su mente hacia el maravilloso y salvaje sexo, pero seguía volviendo a la conversación. Ella era alérgica a la mascota de Lena. Lena era alérgica a la familia y las relaciones. Nada más que la exposición y el tiempo iban a curar cualquier problema, aunque uno podría resolverse con píldoras. ¿Lo otro? Si tan solo fuera tan fácil lo otro.

Sin embargo, no iba a pensar en eso ahora. Tenían dos horas antes de que sus padres regresaran con Izzy, y ella iba a disfrutar de sus últimos momentos con Lena antes de escapar. Cuando Kara mencionó que sus padres iban a ir, Lena se puso muy verde y dijo que tenía que ir a casa. Kara no la culpó. Conocer a la familia de cualquier persona era estresante, incluso cuando no tenía problemas familiares.

Mientras ponía la tercera cucharada de café molido en su prensa francesa, apareció Lena. Su cabello todavía estaba húmedo por la ducha. Y también estaba vestida, lo que causó un enjambre de desilusión dentro de Kara. Lena desnuda era su nuevo plato favorito. Para comer, tocar, mirar fijamente. ¿Su cosa favorita? El trasero de Lena, que era sorprendentemente firme. Kara había bromeado que probablemente podría rebotar monedas allí.

–Hola preciosa. ¿Café?

–Sí, por favor, diosa de la cafeína–. Lena se acercó y le acarició el cuello. –Te extrañé en la ducha.

Kara se volvió y besó sus labios.

–Tuviste suficiente de mí esta mañana. Creo que puedes hacer frente.

Lena le sonrió y se sentó en su barra de desayuno. –¿Qué estás preparando para el desayuno?

–No te esperaba, ¿recuerdas? No tengo nada lujoso. ¿Cómo suenan los huevos revueltos con tostadas? Puedo prepararte tostadas con chocolate, pero supongo que anoche ya comiste suficiente de eso.

–Costó sacar los restos durante la ducha–. Lena mostró su sonrisa sexy. –Pero los huevos revueltos con pan tostado suena perfecto.

Kara sacó el cartón de huevos de la nevera, luego puso la cafetera sobre la mesa, junto con dos tazas. Lena la jaló a su regazo mientras caminaba de regreso a la cocina. –O podría hacerte mi tostada.

–No me digiero muy bien–, respondió Kara.

–Estoy en desacuerdo.

La risa de Kara resonó por la habitación, justo cuando sonó el timbre. Besó a Lena, luego la sostuvo con el brazo extendido. –Déjame atender eso. Estoy esperando un paquete–. Caminó hacia la puerta con alegría burbujeando dentro de ella. Las manos de Lena sobre su cuerpo tenían ese efecto.