El día de Lena en el trabajo había sido pleno, con reuniones consecutivas con los clientes y una última con su jefa para ponerla al día sobre los próximos pasos para Stable Foods. También había recibido un correo electrónico del asistente de Helena preguntando si Lena podía reunirse con ella para almorzar la próxima semana. Asumió que Helena también tenía la intención de incluir a Andrea, pero no quería ser presuntuosa. Lo que sea, ella tenía mucho en su plato en este momento, y eso que ni siquiera tenía en cuenta a Kara.
El festival parecía que fue hace mucho tiempo, y las palmas de Lena estaban humedas cuando se sentó en el restaurante que había reservado. Una oda a la cocina mexicana, Casa Martínez había comenzado su vida como un camión de comida, pero rápidamente ganó una clientela fiel. Ahora el chef había ampliado su equipo y había abierto un espacio en el centro, y Lena había estado ansiosa de probar la comida ya hace un tiempo. Esperaba que a Kara le gustara la comida mexicana; de lo contrario, pasarían una larga noche.
Estaba inquieta con su teléfono cuando alguien se aclaró la garganta. Cuando Lena levantó la vista, tragó saliva. Kara estaba parada allí, y se veía impresionante.
Había captado la atención de Lena desde el principio. Sin embargo, ahora, lejos de un campo húmedo, y con el recuerdo del beso grabado en su cerebro, Kara había adquirido un significado muy diferente. Kara rezumaba estilo, pero también, rezumaba actitud.
Se puso de pie, un hormigueo de anticipación recorrió su columna vertebral cuando Kara se inclinó y besó su mejilla.
–Es bueno verte de nuevo–, dijo mientras retrocedía.
–Igualmente–. Y lo decía en serio. Lena había pasado la noche anterior en la cama preguntándose cómo sería este momento. Porque el festival había sido como un espejismo en su semana. Un espejismo flotante y húmedo. No había estado segura de confiar en todo lo que sucedió, todo lo que había sentido. Había sido de otro mundo. Pero ahora, al ver a Kara nuevamente, todos los sentimientos volvieron a su cuerpo. Ligereza. Felicidad. Aire. Y afortunadamente, hoy era un día despejado. Uno de los primeros en lo que parecieron semanas. –No te reconocí sin agua pegada a tu cuerpo–, agregó Lena mientras ambas se sentaban.
–Lo sé. No hay sombrillas inaudito–. Kara sacudió su servilleta y la extendió sobre sus rodillas.
Lena estaba paralizada. –Espero que te guste lo mexicano.
Kara asintió con la cabeza. –Me gusta. Fui a Cancún con unas amigas hace un tiempo. La pasamos de maravilla–. Golpeó la mesa con el dedo índice. –He oído hablar de este lugar y he querido probarlo, así que es una buena decisión.
–Me alegra que lo pienses–. Otra marca en la casilla de Kara. Los músculos de Lena se relajaron uno por uno cuando la tensión que había estado albergando disminuyó. Kara era tal como la recordaba, si no mejor. Era un buen comienzo. –Entonces, ¿cómo has estado desde el festival?
–Ocupada–, respondió Kara. –Tendré cuatro bodas este mes, pero afortunadamente tuve la previsión de no usar el domingo después del festival. Un buen plan. Mi madre fue a almorzar la semana pasada y me dijo que había visto a mi hermana y que apestaba a alcohol–. Hizo una pausa. –Aparentemente, en su iglesia el Señor es muy indulgente.
Lena se sentó. –¿Iglesia? Wow, eso es algo que no cruza mi radar muy a menudo–. No podía decidir si era agnóstica o atea. Lo que sea, sabía que no le gustaba mucho lo que sucedía en la mayoría de las iglesias de todo el mundo.
Kara sacudió la cabeza. –En el mío tampoco, para disgusto de mi madre–. Ella examinó el menú. –Pero de eso se trata la vida, decepcionar a tu madre, ¿no? Me aseguro de hacerlo regularmente.
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Vorfreude •SuperCorp• au
FanfictieLa fotógrafa Kara Danvers está lista para volver al juego de citas ahora que su hija, Eliza (Izzy), se acerca a su segundo cumpleaños. Ha pasado mucho tiempo desde que ha estado en una relación, y está buscando una mujer especial que la ame a ella y...