#20

15K 1.3K 99
                                    

Si alguien le hubiera dicho a Lena hace un par de meses que ella estaría en un parque de trampolines a las 9.45 de la mañana en un día laborable, habría pensado que ese alguien estaba loco. Sin embargo, aquí estaba ella. La emoción se arremolinaba en la boca de su estómago, los recuerdos inundaban su corteza frontal.

Lena no tenía muchos recuerdos felices de la infancia creados con su madre, pero el trampolín era uno de ellos. Las vacaciones escolares y los sábados por la mañana habían sido marcados con trampolines. Su madre conocía a la maestra y ella siempre la dejaba ir cuando venía a buscar a Lena.

Su madre también había sido buena. Agraciada. La única vez en la vida de Lena lo había pensado. Agraciada no era una palabra que se asociara con su madre. Apresurada. Rota. Olvidadiza. Loca. Estas eran todas las palabras que Lena recordó de su infancia, palabras que podrían marcar la vida. Su madre no había sido como las demás. 

Lena contuvo el aliento. Estaba un poco inestable sobre sus pies. Las lágrimas calientes amenazaban con picar la parte de atrás de sus ojos. Honestamente no había esperado esta reacción. Cuando Kara mencionó el trampolín, Lena lo tomó como una señal. Conocía el trampolín.  Recordaba los movimientos, e incluso podría mostrárselos a Izzy. Lena había sugerido venir para mostrarle a Kara que estaba bien, incluyendo a Izzy como parte de su relación.

Ahora, sin embargo, estaba cuestionando esa decisión. Tragó saliva con fuerza. Lejos de impresionar a Kara, temía que pudiera deshacerse. Todo lo que Kara tenía que hacer era tirar de su hilo emocional, y su pesadilla podría hacerse realidad. Lena respiró hondo y caminó hacia el café donde habían acordado encontrarse.

Kara ya estaba en una de las mesas de plástico blanco con Izzy, cuyos pies no alcanzaban el borde de su silla de plástico color crema.

Lena caminó hacia ellas, tratando de controlar su respiración. Ya no tenía 13 años. Era una mujer de 30 años con una carrera exitosa. Lena era capaz, segura.

–Oye–. Mierda, su voz ya estaba temblando.

Kara levantó la vista y le dirigió una sonrisa débil. –Viniste–. Se levantó para abrazarla.

Lena se aferró un poco demasiado fuerte. –Dije que lo haría. Además, este es el tipo de cita que tenemos, ¿verdad? Un poco rara, bien iluminada, sin ninguna posibilidad de acercarnos demasiado.

–Describir esto como una cita es demasiado. Te invitaste a la sesión de trampolín de mi hija–. Ella hizo una pausa. –Ahora, ¿quién es rara?

Lena sonrió. –Culpable de todos los cargos–. Sacó una silla y se sentó. –Aunque tenía un motivo oculto. Quería verte en tu cumpleaños y darte esto–. Sacó el regalo de Kara de su bolso y se lo entregó. La forma lo delató, cuadrado y plano. –Feliz cumpleaños.

Izzy se arrodilló en su silla, su interés despertó. –¡Regalo!

Kara le dio a Lena una mirada perpleja. –¿Qué es?

–Ábrelo y descúbrelo.

Kara arrancó el papel y luego sonrió.

–Oh, Dios mío, me encanta–. Miró a Lena. –Lo recordaste.

Lena asintió con la cabeza. –Abrelo.

Kara abrió la edición doble del primer álbum de PJ Harvey. Y entonces ella jadeó. –¡Está firmado!– Dijo y se agarró el pecho. –¿Como obtuviste esto? Solo te dije que era mi cumpleaños hace dos días.

Lena sonrió. –Hemos hecho un montón de trabajo de relaciones públicas con su sello discográfico, así que tuve una entrada. Después de que me dijiste que tu madre tiró tu vieja copia firmada, iba a ver si podía reemplazarla. Esto solo aceleró la solicitud. Espero que te guste–. También esperaba que le dijera a Kara exactamente cómo se sentía acerca de ella.

Vorfreude •SuperCorp• auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora