#11

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Kara acababa de terminar su segunda boda de la semana y estaba lista para irse. En cambio, tenía que recoger a Izzy en casa de Imra y Gayle. Kara las amaba a ambas, eran su tipo de personas: divertidas, y también honestas sobre la crianza de los hijos y lo difícil que podría ser. Su hijo Henry tenía tres años y era hermoso, pero también travieso.

Cuando Kara les contó sobre sus dilemas de cuidado infantil los fines de semana, se ofrecieron como voluntarios para ayudar cuando podían. Henry e Izzy se cayeron bien, así que Kara les había aceptado su oferta, insistiendo en pagarles en efectivo o vino. Eran su reserva si la familia o el cuidado de niños fallaban, y Kara no sabía qué haría sin ellas.

Esta noche, cuando se detuvo en el apartamento se quedó quieta. Había una mujer riéndose con su amiga en la acera que se parecía a Lena. El cabello corto y oscuro hizo que Kara recuperara el aliento. Había estado concentrada todo el día, pero ahora su corazón dio un vuelco. No era la primera vez que esto había sucedido desde su desafortunada cita.

Había pasado una semana y no había escuchado nada. Lena había enviado un mensaje de disculpa la noche de la cita fallida y prometió hacer un seguimiento, pero desde entonces, nada. Kara había pensado que una vez que Lena superara la conmoción, podría contactarla. Ella se había equivocado. Se preguntaba si debería tomar las riendas, pero no era tan fácil. Su ego era frágil y no quería volver a ser derribada. Una vez había sido suficiente.

Salió del auto y golpeó los nudillos en la puerta de Imra y Gayle; Escuchó a alguien bajando las escaleras, luego las instrucciones ladraron: –¡Henry! ¡Permanece allí!– Una pausa. –¡Gayle! ¿Puedes atraparlo?– Ella sonrió mientras esperaba. La puerta se abrió e Imra le sonrió, seguida de un abrazo. –Adelante. Cuidado con la bicicleta–. Imra decía lo mismo cada vez que Kara aparecía en su casa. 

–¿Puede Henry abrir la puerta de la escalera, ahora?– Kara siguió a Imra escaleras arriba.

–No pondría nada más allá de nuestro hijo. Pequeño genio astuto, eso es lo que es–. Imra lo levantó cuando cruzó la puerta y le besó la mejilla. –¿Que eres?

–¡Un maldito genio!– Henry respondió.

Fuera de la vista, Kara escuchó a Gayle reír. –¡Aunque no lo creas, lo aprendió de Imra, no de mí!– Gritó.

–Mentiras, todas mentiras–, respondió Imra mientras entraba a la sala.

Cuando Izzy vio a Kara, se acercó y aplaudió. –¡Mamá!– Estaba muy lejos del puchero con el que la había dejado esta mañana.

Kara se inclinó para darle un beso. No importa lo cansada que estuviera, ver a Izzy siempre le levantaba el ánimo. –¿Has sido buena con tía Imra y tía Gayle?

–Ella ha sido una pequeña joya, ¿verdad?– Imra se sentó en el sofá de al frente justo cuando Kara también lo hizo, a su lado Gayle se movió. –Ella ha estado jugando con Henry y vimos a Mary Poppins, ¿no? Aparte de la parte donde se quedó dormida.

–¡Mare-wee!– Izzy se dio la vuelta en círculos frente a Kara, su entusiasmo aumentó.

–¿Fue el terrible acento de Dick Van Dyke al que renunció?

–Roncó todo el camino–. Gayle sonrió. –Déjame traerte una bebida y puedes contarnos todo sobre tu día.

–Sí a la bebida, pero el día era bastante regular. Novia, novio, invitados, pastel, cena, baile. Solo una vez, me encantaría una boda diferente. La gente no parece darse cuenta de que los fotógrafos también necesitan variedad.

–Suena como trabajar en revistas. La misma mierda, un día diferente–, dijo Imra, sentada en el sofá de cuero marrón de enfrente.

–¿Cómo va el mundo de la salud y la aptitud femenina?– Preguntó Kara.

Vorfreude •SuperCorp• auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora