Capitulo 2:Jefe y Secretaria

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Refugio se removió despacio entre las suaves sabanas y sintió el calor de un cuerpo junto a ella, se giro despacio para encontrarse con ese rostro. El, el hombre del bar, ¿estaba en la cama? ¡¿Estaba en su cama?!
Se incorporo sosteniendo la sabana alrededor de su cuerpo, recordando poco a poco todo lo que había pasado.Las manos de el en su cuerpo, sus besos, su olor, su calor, se giro para mirarle y no pudo evitar sonreír. Había sido una noche fantástica, lo único de lo que se podía arrepentir era de no volver a repetirlo.
-¿Pero que estas diciendo Refugio? –Se reprendió en voz baja a ella misma, esto no volvería a ocurrir. Por supuesto que no, con nadie y menos aun con el. Claro que no, no volvería a verle nunca. Salio de la cama silenciosamente y con el máximo cuidado posible fue recogiendo su ropa por la habitación. Se encerró en el baño para vestirse y peinarse un poco, parada frente al espejo se observaba sin poder parar de reír como una tonta.Estaba feliz, probablemente no debería estarlo tanto, pero no podía evitarlo.
Puede que Camila tuviera razón después de todo, necesitaba esto, necesitaba ser libre y esta noche lo había sido. Cuando salio del baño camino por la habitación descalza para no despertar al hombre que permanecía dormido en la cama. Se acerco a el y le observo, no sabia su nombre, no sabia quien era, pero podría asegurar que le conocía mas que nadie después de esa noche. Observo su pecho desnudo moviéndose al ritmo de su respiración, sus fuertes brazos sobre la sabana, sus labios entreabiertos y por un momento deseo regresar a esa cama, junto el. Sacudió la cabeza tratando de regresar a la realidad ¿se había vuelto loca? Tenia que salir de allí cuanto antes, miro el reloj de la mesilla, eran las seis de la mañana. Lo mejor era que regresara a casa cuanto antes.
Evitando volver a poner sus ojos sobre el hombre que la tentaba camino hacia la salida de la habitación, cerrando con sumo cuidado.

Estaba segura de que mientras caminaba hacia la salida del hotel todos los ojos se posaban en ella, nada mas por la felicidad que irradiaba. Su sonrisa estaba marcada en el rostro y no se borraría durante mucho tiempo, eso era algo seguro. Rápidamente se dirigió hacia su coche y una vez dentro respiro con tranquilidad, había logrado salir de allí sin que el despertara, sin preguntas, sin enfrentarse a esos penetrantes ojos.
Simplemente había ocurrido y ya esta, no seria mas que un bonito recuerdo, el mejor en mucho tiempo.
-¡Lo sabia! – Refugio  se sobresalto al oír el grito de su amiga a sus espaldas, nada mas entrar a su departamento -¡Has pasado la noche con el! ¡Con ese bombón! ¡¿Cómo te fue?! ¡Tienes que contármelo todo!
-¿Camila? –ella llevo la mano a su pecho tratando de tranquilizarse -¿Qué haces aquí?
-Esperarte – Camila amplio su sonrisa y se levanto del sofá en el que al parecer había estado durmiendo –No estaba segura de que al final aprovecharas la situación, a veces eres demasiado mojigata. Así que le pedí a tu hermano la llave del apartamento para esperarte.

-¿Te has colado en mi apartamento para averiguar que paso? –No daba crédito a lo que oía, realmente su amiga estaba muy loca.
-Si – Camila  asentía con la cabeza sin parar –Y ahora cuéntame ¿Qué paso?
-¿Qué paso? –No estaba muy segura de lo que había pasado, solo como habian terminado –Estoy cansada, quiero dormir
-Cansada ¡Cansada! ¡Eso significa que la noche fue bien! –Comenzó a saltar sobre el sofá eufórica -¡Si! ¡Al fin!
-Quieres dejar de hacer el tonto por favor. –Refugio negó con la cabeza sin poder evitar sonreír –Esta bien, tenias razón.
-¡Lo sabia! ¡Lo sabia! – Camila salto del sofá y corrió hacia ella para abrazarla -¡Y con ese pedazo de hombre!
-Ahora dejémoslo y vamos a dormir, por favor –suspiro –De verdad que necesito descansar.
-Esta bien, pero mañana quiero todo los detalles –Apunto con el dedo asegurando que no lograría escapar de ella.
Dionisio estiro los brazos mientras bostezaba, hacia tiempo que no dormía tan bien, de hecho hacia tiempo que no sentía ganas de quedarse en la cama y hoy prefería. permanecer en ella todo el día con esa mujer. Fue entonces cuando sus ojos se abrieron rápidamente. ¿esa mujer? Esa mujer, el ángel caído del cielo, esa preciosa morena que le había vuelto loco con sus caricias, sus besos, su cuerpo. Nada mas pensar en ello, su anatomía reclamaba volver a revivir todo lo ocurrido esa noche y para que negarlo el estaba deseoso de volver a poner sus manos en esa delicada piel.
Se incorporo en la cama buscándola, pero no había rastro alguno de ella, ni siquiera su ropa estaba. Frunció el ceño ¿se había marchado? Normalmente las mujeres permanecían en la cama esperando que el las despertara con unos besos, unas románticas flores y si podía, venir acompañado de una proposición de matrimonio. Pero esta no, se había marchado y por una vez en su vida se sentía frustrado. ¡Necesitaba volver a hacerla suya! Y no es que pensara en tener nada serio, no por favor, pero habría agradecido volver a poseer ese cuerpo de buena mañana, estaba totalmente seguro de que su día habría sido fantástico.
Sin embargo se había encontrado con una habitación vacía, sin rastro alguno de que una mujer hubiera estado en ella. No sabia su nombre, ni quien era, ni a que se dedicaba. La verdad es que no sabia absolutamente nada de ella y normalmente abría dado gracias por que fuera así. Sin embargo en esta ocasión le apetecía saber mucho mas de la mujer con la que había pasado la noche. Algo que ya no podía ser.
Exasperado consigo mismo por pensar de esa manera salio de la cama y se dirigió al baño, encendió la ducha y antes de entrar en ella se observo en el espejo. Tenia una pequeña marca en el cuello, un mordisco de ella y otra en el brazo, un arañazo Sin darse cuenta se vio sonriendo como un tonto al espejo. Se metió a la ducha, por supuesto de agua fría, era lo único que se le ocurría para que su cuerpo se relajara sin tener junto a el a la mujer culpable de sus pensamientos.
Nada mas salir de la ducha oyó su móvil sonar, se trataba de un mensaje de su hermana, recordándole que hoy habian quedado todos para almorzar juntos. Lo ultimo que le faltaban era una reunión familiar, su padre preguntándole por trabajo, su madre por mujeres, su hermana por el matrimonio y ambas por los hijos, su cuñado el fútbol, sin olvidar sus sobrinos. El mayor Trevor, de cinco años, correteando por la casa e insistiendo en que jugara con el y el pequeño James de tan solo ocho meses, manchando y destrozando todo lo que había en su alrededor. Estaba claro que la vida en familia no estaba hecha para el.

La Secretaria Donde viven las historias. Descúbrelo ahora