Capítulo 13

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—¿Qué opinas?

A Mina no le hacía falta preguntar: «¿Sobre qué?». Jackson y ella todavía no habían hablado de Son Chaeyoung, pero parecía que fuese el centro de mesa alrededor del cual estaban cenando. Su presencia entre ellos era casi tangible.

Mina dejó el tenedor en la mesa y se dispuso a coger la copa de vino.

Arropó la base con las dos manos y se quedó mirando fijamente el contenido de color rubí.

—Mi primera impresión es que está enfadada.

—¿Con quién?

—Con la vida.

El comedor formal, con capacidad para treinta personas o más, sólo lo empleaban para ocasiones sociales. Los primeros doce meses de su matrimonio habían dado numerosas cenas y fiestas de gala. Durante los últimos dos años, sólo habían dado una: en Navidad, para los directivos de TwiceLights y sus esposas.

Esa noche, como casi todas las noches, estaban cenando en el comedor familiar. Mucho más acogedor, estaba separado de la cocina, de tamaño profesional, por una puerta sencilla. El ama de llaves y cocinera, la señora Yubin llegaba todos los días a las seis de la mañana. Su última obligación era dejar la cena lista en una bandeja térmica.

Como Mina había asumido la mayor parte de la carga laboral de Jackson, solía quedarse en el despacho de la empresa hasta las siete y media o las ocho, de modo que cenaban tarde. Jackson se negaba a cenar antes de que ella llegase a casa.

Hoy la cena se había retrasado todavía más por la entrevista con Chaeyoung. Mina se había quedado sin apetito, pero Jackson parecía encantado de degustar su ternera Wellington. Cortó un pedazo y lo masticó exactamente doce veces, cuatro series de tres, luego lo tragó, dio un sorbo de vino, se limpió la boca con la servilleta.

—Pasar cinco años en la cárcel pondría de mal humor a cualquiera.

—Creo que la señorita Son estaría igual de enfadada en cualquier circunstancia.

—¿Quieres decir que la ira forma parte de su personalidad?

—Bueno, ya leíste el artículo del periódico en el que contaban cómo se crió —dijo ella—. Está claro que sus primeros años fueron una pesadilla. Pero eso no disculpa lo que ha hecho de adulta. Infringió la ley. Merecía el castigo. Es posible que mereciera más de lo que recibió.

—Recuérdeme que nunca le lleve la contraria, señora Myoui. Es usted despiadada.

Ella no se ofendió, porque sabía que bromeaba.

—Es que no tolero a los adultos que echan la culpa de sus carencias, o incluso de sus delitos, a una infancia nefasta. La señorita Son es la única responsable de sus actos.

—Por los que ya ha pagado —le recordó su marido con amabilidad. Para suavizar la tensión, añadió—: Te prometo que haré lo que pueda para que nuestro hijo no tenga una infancia nefasta.

Ella sonrió.

—Si te dejara solo, seguro que malcriarías al niño...

—¿Al «niño»?

—O a la niña.

—Me encantaría tener una niña que se pareciera a ti.

—Y yo sería muy feliz si tuviéramos un niño.

Los dos mantuvieron la sonrisa, pero las palabras omitidas desparecieron en el aire, por encima de la mesa del comedor. Daba igual si era niño o niña, ninguno de ellos tendría las facciones de Jackson. Podrían ser similares, pero no las suyas.

Jugando Sucio |MiChaeng| [G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora