Capítulo 9

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Chaeyoung le lanzó las llaves del Kia al empleado del estacionamiento y entró a paso ligero en el pulcro recibidor del edificio de lujo. Un hotel de categoría ocupaba las doce plantas inferiores, y distintos apartamentos las doce plantas superiores.

El bar del hotel estaba relativamente tranquilo aquella tarde laborable. Un pianista tocaba canciones al estilo de Sinatra en un piano blanco de media cola.

Casi todas las mesas estaban ocupadas por personas de negocios, que bebían sus cócteles mientras intentaban demostrar su superioridad.

El bar se abría a un patio bien iluminado donde quedaban sitios libres, pero Chaeyoung prefirió sentarse dentro, donde podría disfrutar del aire acondicionado mientras mantenía un ojo puesto en la puerta de entrada. Buscó una mesa libre, llamó a la camarera y pidió un bourbon.

—¿De la casa o de marca?

—El de la casa está bien.

—¿Con agua?

—Con hielo.

—¿Quiere que lo anote en su cuenta?

—Sí, por favor.

—¿Espera a alguien?

—No.

—Enseguida vuelvo.

A pesar de que la ocasión (celebrar que había salido de la cárcel) y el día que había tenido (incluida su extraña reunión con Jackson y su esposa) bien merecían un buen trago o dos, Chaeyoung no tenía ganas de beber. Como de niña se había visto obligada a fregar tragos regurgitados más de una vez, nunca le había encontrado el gusto de verdad a la bebida.

Sin embargo, la copa que le sirvió la camarera tenía un aspecto y un olor excepcionales. El primer trago pasó con suavidad, aunque, por el fuego instantáneo que se encendió en su estómago, supo que su cuerpo notaba que hacía más de cinco años que no ingería alcohol de ningún tipo. Prefirió tomárselo con calma. No estaba segura de cuánto tendría que esperar.

«Un millón de dólares.»

—Le pagaremos en efectivo —le había dicho Jackson—. Lo dejaremos en la caja fuerte, y sólo usted, Mina y yo tendremos autorización para abrirla. No habrá constancia de ningún tipo, ni documentos que atestigüen nada. Una vez que Mina conciba, nadie podrá establecer relación alguna entre usted y nosotros. Si nuestros caminos se cruzan por casualidad, algo muy improbable, no nos reconocerá. Será nuestro primer encuentro. ¿Entendido?

—Entendido.

La conversación se interrumpió cuando Benedic entró para entregarle una nota a la señora Myoui con el recado que alguien le había dejado por teléfono. Lo leyó, pidió disculpas y dijo que volvería enseguida. A continuación se marchó, con Benedic detrás de ella.

Jackson se dio cuenta de que Chaeyoung se quedaba mirando al sirviente mientras éste cerraba con cuidado la doble puerta tras de sí.

—No se preocupe por Benedic —le dijo—. Apenas habla unas palabras de coreano. Le dije que era usted una antigua compañera del colegio que había pasado a saludar. Es imposible que la haya reconocido de su etapa de jugadora de béisbol. Cuando él llegó a Corea, usted ya estaba en prisión.

Mina regresó casi al instante. Su marido le preguntó:

—¿Algo importante?

—Era Youngjae. Quería hacerme una consulta rápida que creía que no podía esperar a mañana.

Jackson se echó a reír.

—¡Este Youngjae! Siempre con prisas.

Mientras charlaban sobre el impaciente Youngjae, Chaeyoung pensó en otro problema.

Jugando Sucio |MiChaeng| [G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora