Capítulo 28

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Chaeyoung oyó el eco del timbre dentro de la casa y después unos pasos que se acercaban. Se le contrajo el estómago de la aprensión porque no sabía cómo iban a recibirla. A lo mejor con un portazo en las narices.

¿Había sido mala idea presentarse?

Demasiado tarde para cambiar de opinión. Porque ya se había abierto la puerta y frente a ella había aparecido una Nayeon con su cara sonriente.

Chaeyoung esperaba aterrada a ver el cambio de expresión de la mujer cuando su sonrisa se desvaneciera. En lugar de eso, se amplió todavía más.

—¡Chaeyoung!

Nayeon parecía a punto de abalanzarse sobre ella para darle un gran abrazo, pero controló el impulso y en lugar de eso alargó el brazo a través del vano de la puerta y le estrechó la mano con una fuerza sorprendente. La estudió de la cabeza a los pies.

—Estás más delgada.

—Últimamente nado más y levanto menos pesas.

Nayeon continuaba sonriendo.

—Pasa, pasa. Si nos quedamos aquí fuera, entrará el aire frío, y nuestra factura de la luz ya es bastante astronómica.

Chaeyoung entró en la casa y se vio arropada al instante por los aromas, objetos y texturas que le eran tan familiares. Se detuvo para mirar a su alrededor. El arbolito de la entrada estaba donde siempre. El tapizado de la pared no había cambiado. El espejo enmarcado, que ella siempre había considerado un poco pequeño para ese punto en concreto, continuaba en su sitio.

—El año pasado cambié la alfombra del cuarto de estar.

—Me gusta.

Aparte de la alfombra, todo lo demás era exactamente igual que la última vez que había estado allí. Salvo una cosa: la fotografía de ellas tres ya no estaba en la mesita del fondo. 

Habían sacado la foto unos minutos después de la victoria en el campeonato nacional universitario, ella todavía llevaba la camiseta del equipo manchada de sangre y hierba, el pelo aplastado por el sudor y la gorra, y se había colocado entre Nayeon y Jeongyeon. Las tres lucían unas sonrisas radiantes. Nayeon había enmarcado la fotografía y la había colocado en un sitio muy visible apenas unos días después del partido.

Jeongyeon y Nayeon nunca se sintieron más contentas ni más orgullosas de ella que después de aquella victoria de campeonato, excepto, quizá, el día en que firmó la solicitud para entrar en la Universidad de Seúl. Ese día, aquella casa se llenó de periodistas deportivos de todo la provincia. Nayeon se quejó del alboroto que montaron y de cómo lo dejaron todo, con migas de galleta por el suelo y salpicaduras de ponche en la alfombra. Jeongyeon se quejó cuando los focos de la televisión fundieron un fusible.

Pero nadie tomó en serio sus gruñidos. A ojos de todos, era evidente que la pareja estaba exultante y muy orgullosa de Chaeyoung. No sólo le habían ofrecido una beca completa para jugar al béisbol en la universidad, sino que acababa de graduarse con matrícula de honor en el instituto. La decisión de la entrenadora de acogerla había sido acertada. Su inversión en aquella obstinada quinceañera había dado sus frutos, y no sólo en lo relativo a las capacidades atléticas de Chaeyoung.

Durante los cuatro años que Chaeyoung jugó para la Universidad de Seúl, tuvo como entrenadores a algunos de los hombres más respetados y reconocidos del deporte. Sin embargo, ella siempre siguió confiando en los consejos de la entrenadora Yoo. Cuando llegó a ese partido universitario, llevaba consigo todo lo que había aprendido de la entrenadora. El triunfo era tanto de ella como de Chaeyoung.

Jugando Sucio |MiChaeng| [G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora