Jackson había esperado a que transcurriera un año después de la muerte de Suzy para pedirle salir a Mina. Al principio, ella había interpretado mal la propuesta, pues creyó que la había invitado a ir con él a un acto de gala benéfico por motivos empresariales. Pero cuando, justo antes de que él pasara a recogerla, le entregaron a domicilio varias docenas de rosas, empezó a pensar que a lo mejor había algo más. No podía negar que la perspectiva le provocaba cosquillas en el estómago.
Para cuando terminó la velada, no cabía duda de que la cita era personal.
Si Jackson le hubiera pedido a cualquier otra persona (por ejemplo, al director financiero) que lo acompañara a la cena, no le habría tomado de las dos manos para darle un beso de buenas noches en la mejilla.
Sus citas se hicieron cada vez más frecuentes. Algunas veces iban a cenar juntos después del trabajo, o salían a pasear por la zona del rio Han los sábados por la tarde, o comían juntos los domingos en casa de ella. Mina iba a verlo en las competencias de esgrima, y él no tenía reparos en darle un beso delante de sus compañeros de equipo después de una victoria. Poco a poco, Mina se convirtió en la acompañante fija de las fiestas privadas y los actos públicos. Dejó de aceptar otras citas, incluidas las invitaciones de su compañero de tenis, quien empezó a hacer bromas sobre su nuevo «pretendiente».
Mina no podía calificar de esa manera tan frívola a Jackson, pero fuera de la oficina actuaba como tal. Cuanto más tiempo pasaban juntos a solas, menos castos se volvían sus abrazos. Ella empezó a dedicarle gran parte de sus pensamientos, a fijarse en su sonrisa, sus ojos, sus gestos. Sin darse cuenta, empezó a soñar despierta con él, con una ilusión que no había sentido por ningún otro hombre, ni siquiera de adolescente. Siempre había disfrutado de una vida social muy activa. Había tenido varios novios, y amantes suficientes para tener confianza en su atractivo personal, aunque no tantos como para avergonzarse de decir el número.
Además, en ninguna de esas relaciones había habido malentendidos, ni corazones rotos por la decepción, ni compromisos tirados por la borda. Porque todas las relaciones amorosas que había mantenido en su vida, desde la primera cita en un coche hasta el último hombre con el que se había acostado, habían cumplido una condición. No podían interferir en sus ambiciones.
Cosa que ahora la colocaba en una verdadera tesitura. Debido a las implicaciones profesionales, ninguno de los dos quería reconocer la intimidad creciente ni el anhelo que sentían. Sus besos y arrumacos los dejaban al rojo vivo, pero se frenaban porque ambos querían mantener a toda costa su relación laboral.
Una noche, mientras estaban acurrucados en el sofá de casa de Mina, viendo una película en la televisión, él agarró el mando a distancia y de pronto apagó el aparato.
—Gracias —dijo ella—. A mí también me estaba costando seguirla.
—Amaba a Suzy con todo mi corazón, Mina.
Al percatarse de la seriedad en el tono de Jackson, Mina se incorporó y lo miró a la cara.
—Sí, ya lo sé.
—Si hubiera vivido, la habría amado eternamente.
—No lo dudo.
—Siempre valoraré su recuerdo y los años que compartimos.
Ninguna de esas afirmaciones sorprendió a Mina. Los había visto juntos en distintas ocasiones después de aquella fiesta en su casa. Era evidente lo mucho que se amaban el uno al otro. Tras la muerte de Suzy, Jackson la había honrado creando una fundación cuyo objetivo era recaudar dinero para la investigación contra el cáncer. No era sólo un charlatán con el talonario lleno, sino un comprometido defensor de la causa y un recaudador de fondos entregado. En la muerte, igual que en la vida, Suzy era primordial para él.
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Jugando Sucio |MiChaeng| [G!P]
Mistero / ThrillerUna noticia que llega hasta los medios internacionales, una mujer -sí, por una extraña mutación, tenía aparato reproductor masculino, pero ante los ojos de la sociedad seguía siendo mujer- logra ir contra las reglas y, después de largos juicios y de...