Capítulo 5

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Mientras tanto, en la planta superior, Mina consultó el reloj que tenía encima del escritorio de su despacho. Sólo había pasado media hora desde la llegada de Son Chaeyoung. Desde su «puntual» llegada. Presentarse a la hora convenida sin duda le habría hecho ganar muchos puntos a ojos de Jackson. Pero ¿qué otras impresiones se estaría llevando de ella? ¿Serían buenas o malas?

Llevaba esos treinta minutos leyendo un nuevo contrato para el personal de cabina que había propuesto el sindicato. No había retenido ni una palabra.

Dejó de fingir que trabajaba, se levantó del escritorio y empezó a pasearse por el despacho. Era una habitación luminosa y bien ventilada. Tenía cortinas en las ventanas, una alfombra en el suelo, molduras onduladas en el techo. Lo único que la convertía en una oficina era la mesa de despacho y una computadora escondida dentro de un armario antiguo de origen francés de dos metros y medio de alto.

«¿Qué estará pasando en la biblioteca?», se preguntó. Esa incertidumbre la ponía de nervios, pero Jackson había insistido en que quería reunirse con Chaeyoung a solas.

—Deja que tantee yo el terreno —le había dicho Jackson—. Una vez que vea qué tipo de persona es, te llamaré para que te reúnas con nosotros.

—¿Y si no te gusta el tipo de persona que es? ¿Y si no te parece apropiada? ¿Qué harás entonces?

—Entonces le diré que se marche, y te habrás ahorrado una entrevista incómoda y poco productiva.

Mina supuso que el plan de su marido tenía sentido. Pero no era propio de ella delegar la toma de decisiones en otra persona. Y mucho menos sobre algo tan importante.

Aunque se tratase de su marido.

Por supuesto, si Jackson y ella no estaban completamente de acuerdo en la idoneidad de Son Chaeyoung, la rechazarían. A pesar de todo, le daba rabia perderse su primera reacción ante la propuesta y no poder analizar esa reacción personalmente. El modo en que actuara diría mucho de ella.

Miró en dirección a la puerta cerrada y, por un instante, se planteó bajar y presentarse por propia iniciativa. Sin embargo, eso entorpecería el cuidadoso plan de Jackson. Él no vería con buenos ojos que desmontara sus esquemas.

Deambulando sólo conseguía ponerse aún más nerviosa. Volvió a sentarse en la silla de despacho, se reclinó, cerró los ojos y empleó las técnicas de relajación que había aprendido por sí misma cuando iba a la universidad.

Después de estudiar sin descanso durante días, cuando se le llenaba tanto de información el cerebro que era incapaz de asimilar un dato más, se obligaba a tumbarse con los ojos cerrados y hacía ejercicios para respirar hondo y descansar, o incluso dormir. La práctica de esa técnica le fue bien. Por lo menos, la ayudó a admitir las limitaciones del cuerpo y la mente.

Por mucho que le costara reconocerlo, ahora mismo no había nada que ella pudiera hacer salvo esperar.

Conforme su agitación empezaba a apaciguarse, sus pensamientos vagaron por los acontecimientos y circunstancias que la habían llevado a ese punto de su vida, a ese día y esa hora concretos, a contratar a una completa desconocida para que engendrara un hijo con ella.

Todo había empezado con el color de los uniformes...


. . . 


Los titulares de la sección de economía de los periódicos habían anunciado a los cuatro vientos que Jackson, el último de la saga de la influyente familia Wang que se había hecho rica gracias a la industria manufacturera y minera, se había trasladado de Hong Kong a Corea y se había hecho de la compañía aérea TwiceLights, que pasaba apuros financieros.

Jugando Sucio |MiChaeng| [G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora