—Hola, Somi.
—Chaeyoung. Había oído que salías hoy.
—Las malas noticias viajan rápido.
—No, es fantástico volver a verte. —Sonrió y la miró de arriba abajo. —Tienes buen aspecto.
Chaeyoung también se recreó en la figura de ella y la estudió, desde el alborotado pelo castaño rojizo hasta las zapatillas de tacón alto. El terreno lleno de curvas que separaba ambas cosas la volvía loca de pasión. Con una risilla suave, contestó:
—No tan buena como tú.
—Gracias.
Chaeyoung le sostuvo la mirada durante unos segundos y después preguntó:
—¿Estás libre?
La sonrisa de Somi titubeó. Paseó la mirada por el vestíbulo del hotel, cada vez más incómoda.
Chaeyoung se acercó un paso más y dijo en voz baja:
—Han sido cinco años muy largos, Somi.
La mujer se quedó pensativa un momento más y después, tras tomar una decisión, le dijo:
—He quedado con alguien a medianoche.
—No tardaré tanto, ni mucho menos.
Chaeyoung tomó a Somi del codo y juntas se dirigieron a los ascensores, sin decirse nada más hasta que estuvieron dentro de uno de los cubículos de espejo. Somi insertó una llavecita en una discreta ranura del panel mecánico. Como respuesta a su mirada interrogativa, comentó:
—He ascendido un par de plantas, ahora estoy en el ático.
—El negocio debe de marchar bien.
—Tengo a tres chicas trabajando para mí.
Chaeyoung silbó.
—Entonces el negocio marcha francamente bien.
—El mercado para mi producto siempre se mantiene en alza. —Con una risa, añadió—: Por decirlo de alguna manera.
Chaeyoung se quedó todavía más impresionada de su éxito cuando salieron del ascensor y entraron en un recibidor con suelo de mármol y una claraboya abierta en el techo que proporcionaba la vista de un cuarto de luna y unas estrellas resplandecientes que brillaban lo bastante para desafiar a las luces de los edificios más altos de la ciudad.
Desde ese distribuidor privado se abrían tres puertas.
—¿Te llevas bien con los vecinos?
—Uno de ellos es un hombre de negocios japonés. Casi nunca está en casa, pero cuando está, saca provecho a la proximidad.
Chaeyoung chasqueó la lengua.
—¿Llama a tu puerta para pedirte azúcar?
—Por lo menos una vez siempre que está en la ciudad —contestó Somi con recato—. La otra es un amiga, una decoradora gay que tiene envidia de mi clientela.
Abrió con llave la puerta del centro. Chaeyoung entró detrás de ella. El interior del piso parecía sacado de una revista, seguramente sería la fantasía erótica de su vecina gay. Chaeyoung echó un vistazo, dijo un educado: «Qué bonito», y después se acercó a Somi y la atrajo hacia su cuerpo.
No había besado a una mujer desde hacía cinco años y, joder, el sexo tendría que ser de los mejores para superar al placer que sintió al introducir la lengua en la boca de Somi. La besó como un adolescente cachondo con una primera novia facilona. Con mucha avidez, con muchas ansias, con mucho empalago. Sus manos se movían por todas partes a la vez.
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Jugando Sucio |MiChaeng| [G!P]
Mistério / SuspenseUna noticia que llega hasta los medios internacionales, una mujer -sí, por una extraña mutación, tenía aparato reproductor masculino, pero ante los ojos de la sociedad seguía siendo mujer- logra ir contra las reglas y, después de largos juicios y de...