Dance For You

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"Sólo el latido unísono del sexo y el corazón puede crear éxtasis." Anaïs Nin

POV: Piper Chapman

Luego del riquísimo día que me había hecho pasar Alex Vause, me fue a dar un largo baño caliente. Fue tan reconfortante sentir el agua recorrer mi cuerpo que se había estremecido tantas veces ese día gracias a la hermosa mujer que me daba tanto placer. El agua caliente en mi cabeza también me hizo reflexionar como nunca antes de lo que estaba pasando en mi vida.

Lo tengo que admitir, siempre he sido una mujer demasiado egoísta, siempre me había interesado ante todo mi placer, tener lo que quería, hacer lo que me diera la gana. A pesar de mi forma de vida superficial, sabía que por dentro lo que tenía pasaba por mi nada más como el agua que recorría mi cuerpo. Cuando apagara la ducha el agua se iría de mi cuerpo y me quedaría desnuda, vulnerable. No tenía nada, la única pasión de mi vida era bailar, sin el baile yo era nada. Nadie nunca había tenido poder sobre mí, nadie nunca había provocado deseos de hacer tantas cosas prohibidas, peligrosas, sin sentido, hasta que llegó ella.

Cuando llegué al Santa Edith Stein tenía en mente que sería un puente para alejarme de estorbos que detenían mis sueños de alcanzar la libertad que me merecía como mujer, pero a las pocas horas, solo unas horas, me sentí atraída como nunca por una mujer. Jamás lo imaginé, el resto solo me parecían guapas y ya. Alex era diferente, era un enigma como un imán que me traía sin poder detenerlo, no importaba cuanto me rechazara, no importaba que ella pensara que estaba mal o lo que sentía por ella era absurdo. Estaba segura que también sentía algo y fue lo que la llevó a corresponderme, aunque fuera de una forma extraña.

Me llamaba demonio, a mí una simple mortal curiosa de dejar salir mis instintos más primitivos. Me había entregado a una mujer, como nunca lo había hecho con un hombre, le había puesto en bandeja de plata mi cuerpo, me rebajaba a lo más bajo por tener su atención, por conseguir conocerla, me arriesgaba con ella como nunca lo había hecho con nadie. Ella me cogía en un colegio religioso, me corrí en un templo, en el escritorio donde un colega que educa a señoritas, había sido mi mejor amante. Ya ni siquiera quería que nadie más tocara mi cuerpo, la tenía cerca de mí y me mojaba al instante, me hacía sonreír como idiota. Me trataba mal a veces, pero su presencia me hacía sentir bien, no quería ni pensar como la iba a extrañar cuando me fuera de ahí, esa era una de las razones por las cuales tenía que vivir cada día con Alex como si fuera el último.

No me sentía lesbiana, pero mi atracción por ella era inconmensurable, la quería como amiga, la quería conocer como mujer. Había fantaseado tanto con ella, con sentir su sabor en mi boca, no tenía experiencia, aunque estaba segura que la emoción de saber que sería mía y tantas utopías serían suficiente. Conocerla en cuerpo y alma era el mejor recuerdo que me podía llevar de ella, darle días de tranquilidad y placer, ser su amiga, su compañera, la amante que estaba loca por ella. Quería verla feliz y libre de cualquier atadura que sabía que no merecía vivir. Como deseaba sentir nuestros cuerpos desnudos reposando luego del placer, mientras hablamos del futuro, de nuestros sueños, desnudas completamente. No sabía cómo lo iba a hacer, pero aunque perdiera, aunque tuviera que estrujar el maldito órgano que tenía en mi pecho, iba a verla feliz antes de irme.

Me miré al espejo, tenía en mi cuello y en el valle de mi pecho marcas de su paso por mi cuerpo, al igual que mi entrepierna y cintura. ¿Era suya? Así me sentía, pero ella no me quería, no podía quererme así, no debía, lo había dejado claro las veces que le había dicho mi amor, ni yo sabía porque lo había dicho, solo salió de mí. Cerré mis ojos frente al espejo pensando cuanto había aprendido a quererla el tiempo que llevaba conociéndola, porque la quería, realmente la quería y me dolía quererla tanto, quizás eso era muy poco para lo que ella merecía.

CONTIGO O ¿SIN TI? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora