Tell Em

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"Los amantes son como el atardecer y el amanecer: hay ese tipo de cosas todos los días, pero muy rara vez los ven." Samuel Butler





POV: Alex Vause

— Estoy cansada de ser tan sensible, de tener miedo, ¡quiero estar sana! — rompí en llanto en la camilla de mi terapeuta.

— ¿Cómo fue? Puedes contármelo todo.

Me sentía lista, ella estaba sobre mí, sentía su cuerpo tan tibio, excitado, no tenía miedo. Su mirada, cada una de sus palabras y su determinación hacia mí me decían que podía confiar en ella. Tomé su mano con la mía un poco temblorosa y la metí en mis pantalones. Cuando sentí sus dedos fríos tocando mi piel, a mi cabeza vinieron como flashes aquellos momentos. En cuestión de segundos mi respiración estaba agitada, no podía respirar, tenía miedo, mucho miedo.

¿Alex? ¿Estás bien?

¡Apártate de mí! Necesito... — lo último que recuerdo es su mirada asustad. Yo me fui corriendo, la dejé, como siempre. Corrí, corrí sin parar, llorando, sintiéndome horrible, estúpida, yo quería estar con ella, era todo lo que necesitaba para estar bien...

Escuché que tocaron la puerta de la habitación donde estaba con mi terapeuta. El permitió el pase, yo miré hacia la ventana, no quería verles sus rostros sabía que estaban ahí, tristes por mí. Fui débil, había tenido nuevamente una crisis.

— Alex... no es tu culpa, mi amor — la voz de Diane me estrujó el corazón.

— ¿Te sientes mejor, cariño? — Red acarició mi cabello, yo no contestaba nada.

— Señoras, las dejo — habló mi doctor — Alex ya puede regresar a sus actividades habituales — indicó como si yo fuese una niña o no estuviera ahí. Ellas lo despidieron y luego posaron sus miradas en mí.

Diane besó mi cabeza y se recostó en la camilla junto a mí — ¿quieres ir a casa? — me molestaba que tuvieran pena de mí.

— Estoy bien, solo me asusté un poco — contesté con voz sosegada — sabes cómo es Red, hizo un escándalo, solo fue eso — dije apenada con la mirada baja.

— ¿Qué estabas haciendo? — ya extrañaba ese cuestionamiento de mi querida pelirroja.

— Nada, solo tuve una pesadilla, ¿nos podemos ir?

— Alex, sabes que puedes confiar en nosotras, te amamos, ¿verdad, Red? — Diane trató de persuadirme. ¿Qué le iba a decir? ¿Que estaba tratando de tener vida sexual y soy una idiota que ni eso puede hacer bien?

— Ella lo sabe, Diane — Red sonrió triste — Alex, tienes que saber que esto no es un retroceso, fue una caída en combate, no has perdido la guerra — no sé qué sería mi vida sin Red, confiaba tanto en mí, más que de lo que yo lo hacía.

Ese día no fui a mis clases, estaba un poco sedada y lo mejor fue recostarme un rato. Mi cama olía a ella, recordaba que no pude darle lo que yo quería, lo que ella también deseaba y suspiré triste. Abracé mi almohada y apreté mis ojos tratando de dormir.

No habían pasado ni 10 minutos de mi llegada cuando la puerta se abrió abruptamente, era ella. Me apreté más a mi almohada sin atreverme a verla.

— ¿Alex? — sentí su voz cerca de mí. Me levanté de la cama y me lancé a sus brazos. Ella me apretó a su cuerpo. Yo recosté mi cabeza en su hombro e hice un esfuerzo para no desmoronarme a llorar.

— Perdóname... — le susurré en un hilo de voz.

— No, no está bien, yo no debí... insistir — ella soltó el abrazo, entrelazó sus manos en las mías y me miró a los ojos — creo que... sé que pasó, fue un ataque de...

CONTIGO O ¿SIN TI? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora