Capítulo 2.

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Maxi, aún perplejo por la escena frente a él, alzó su mano y con una suave caricia de su pulgar, secó la lágrima que había escapado de los ojos de su amiga. — ¿Vi-Vilu? Por favor, dime que es un chiste —  No podía ser verdad, le tenía que estar jugando una broma muy mala broma. Si ese fuese el caso la perdonaría, lo haría con tal de solo se tratase de una broma pero no podría soportar que fuera verdad.
Las palabras se negaban a salir de su boca, solo pudo negar levemente con su cabeza. Quería decirle, debía hacerlo pero no estaba segura si su voz saldría. — Maxi… — Pronunciar el nombre de su amigo fue suficiente para que comenzara a sollozar. — me gustaría poder… poder decirte que si, que se trata de una broma pero… pero no puedo. — Aunque hubiese querido seguir hablando, el llanto no se lo hubiera permitido.
Quería consolarla, hacer o decir alguna cosa para calmarla pero su cerebro terminaba de comprender lo que estaba ocurriendo, se negaba a aceptarlo. — No Vilu… no puede… no es verdad.
No hizo ningún esfuerzo por contener las lágrimas, era una causa perdida que solo le causaba más dolor. — Ojalá así fuera pero es la única verdad.
El joven tiró de ella hacia él para envolverla con sus brazos, Violetta sin dudarlo se aferró a él escondiendo su rostro en el pecho de su amigo. Si alguien entraba, no quería que la viesen llorando. — Tranquila… — Acarició su cabello. No tenía palabras, nada que pudiese decir se sentía correcto.

— ¿De qué hablas Andrés?
— Ay León, me refiero a Maxi.
— Es cierto, él también debería ir. ¿Alguno sabe donde está? — Camila miró a sus amigos quienes se miraban unos a otros, haciendo gestos de negación.
— Hoy temprano lo vi en el Studio, tal vez siga dentro. — Broduey acompañó sus palabras con un encogimiento de hombros.
— Bueno, vamos a buscarlo. — Propuso León y junto a sus amigos se dirigió hacia el interior del edificio. Caminaron por los pasillos en busca de su amigo faltante, lo buscaron con la mirada y preguntaron por nadie parecía haberlo visto. — Hola, disculpa — León detuvo a una chica que reconoció de sus clases de danza. — ¿Por casualidad no has visto a Maxi?
La joven muchacha lo observó desconcertada. — ¿A Maxi? — León asintió levemente. — Creo haberlo visto por el S.U.M. — Dijo luego de pensar por un instante.
—Gracias. — León le dedicó una rápida sonrisa antes de marcharse con sus amigos.

Una vez estuvo más calmada, Violetta se separó recelosa del abrazo que compartía con el chico. Le hacía bien estar en sus brazos, sentirse contenida pero aún tenían mucho de que hablar. — Por favor, prométeme que no le dirás a nadie.
— Vilu…
No dejó que continuara con su objeción, no dejaría que la convenciera de lo contrario. Ya había tomado una decisión y él sería su única excepción. — Por favor Maxi, dijiste que no lo harías.— Claro que ella sabía que eso había sido antes de que supiese la verdad.
Había confiado en él y no podía traicionar su confianza, no estaba seguro si era lo correcto pero asintió. — Está bien, no se lo diré a nadie. — Ella solo le respondió con una sonrisa de gratitud y él otra vez se encontraba sin saber que decir. — Pero… Sigo sin entender. ¿Cómo… qué…? — Ninguna pregunta parecía correcta.
— Prometo que te contaré todo pero no ahora, no acá.
— De acuerdo, — Volvió a abrazarla, era un abrazo que ambos necesitaban.— Siempre podrás contar conmigo ¿si? — Violetta creía que si decía o hacía algo, las lágrimas volverían así que decidió asentir sin apartarse de su amigo.
— ¿Llegamos en mal momento? — Una voz, notablemente fastidiada, proveniente de la puerta provocó que ambos jóvenes se separaran para voltear en su dirección.
— Ah, hola chicos. — En los labios de Violetta se formó una pequeña pero sincera sonrisa, al menos más sincera que cualquiera que les hubiera dedicado en el último tiempo.
— Amiga… — Francesca acompañó su saludo con un movimiento de ojos hacia la dirección donde se encontraba León, quien en su rostro reflejaba el mismo fastidio que su voz había transmitido. Violetta negó levemente y su amiga le dedicó una sonrisa, entre ellas no hacían falta las palabras.
El silencio comenzaba a cargar de tensión al lugar por lo que Ludmila decidió hablar. — Maxi, te estábamos buscando.
— Eh… yo… yo me tengo que ir. — Violetta intentó ponerse de pie pero fue jalada hacia abajo por su amigo y el pánico comenzó a apoderarse de ella, temía que la obligara a contarles todo al resto de sus amigos.
— ¿Podemos hablar en otro momento chicos? Estoy hablando con Violetta sobre un tema privado. — Dijo sin soltar la mano de su amiga, creía que si lo hacía ella podía salir corriendo antes de que pudiese contarle todo lo que ocurría.
León posó su mirada en las manos unidas del par de jóvenes pero cuando sintió que no lo resistiría más volvió su mirada hacia el frente. — Es importante.
Violetta lo miró confusa, su tono de voz no era al que ella estaba acostumbrada pero decidió no darle mayor importancia y volvió su mirada al chico sentado a su lado. — Hummm… Maxi, mejor seguimos luego ¿si?
Antes de que alguien pudiera dar cuenta, Maxi la había vuelto a abrazar y, sin soltarla, acercó sus labios al oído de la joven para pronunciar algo que solo ella fue capaz de escuchar. Violetta se separó del abrazo con una sonrisa para besar la mejilla del chico y él repitió su acción.
— Te veo después Vilu. — Maxi se despidió y Violetta se incorporó finalmente y, luego de saludar al resto del grupo allí presente, se retiró del lugar.
— Díganme que no soy el único confundido con todo esto. — El pedido de Andrés no obtuvo respuesta. Todos, excepto Maxi quien parecía ajeno a los pensamientos del grupo, se encontraban observando silenciosamente a León, a la espera de lo inevitable pero él parecía no percatarse de aquello, su atención estaba dirigida al chico sentado detrás del piano.
— ¿Maxi?

Violetta se apresuró al coche que esperaba por ella fuera del edificio. Tener que aparentar frente a sus amigos luego de aquella conversación tan dura había terminado por agotar sus últimas energías, lo único que quería en ese momento era llegar a su casa y descansar. Debía recuperarse y preparar su mente para enfrentar el resto de la charla con su amigo.
Sentada en la parte posterior del coche respiró en busca de tranquilidad y tomó su celular para llamar a su padre, no quería tener que esperar a estar en su casa para lidiar con él.
— Hola pa' — Lo saludó cuando el hombre atendió la llamada. — Sí, estoy bien. Solo te llamo para avisarte que en la tarde Maxi irá a la casa. —
— ¿Y se puede saber para qué vendrá? — Germán era un estupendo padre, de eso no había ninguna, pero cuando se trataba de chicos podía llegar a ser demasiado celoso.
Violetta suspiró, no tenía ganas de discutir. — Irá porque debemos hablar, hoy… hoy se lo conté — No era necesario que aclarara a que se refería, ambos lo entendían. — pero no pudimos terminar de hablar. — Explicó.
— No sabes cuanto me alegra y alivia oír eso hija, no sabía si podría seguir guardando el secreto.
Antes que pudiese decir otra cosa, Violetta se apuró a hablar. — No, no lo entiendes. Solamente se lo conté a Maxi, solo a él. — Dijo haciendo énfasis en la última parte.
— Pero hija… ya habíamos hablado sobre eso. — Ella odiaba cuando su padre usaba aquel tono de voz, como lo utilizaba cada vez que quería hacerla cambiar de parecer pero le molestaba aún más que no aceptara y respetara que ella ya había tomado una decisión.
— Lo sé y nada cambió desde entonces, mi respuesta sigue siendo la misma. — Le recordó su postura. — Solo llamé para avisarte eso y pedirte que por favor lo hagas pasar a Maxi cuando llegue, estoy exhausta y probablemente me quede dormida. — No le gustaba discutir con su padre pero sabía que debía ser firme, no podía permitirle hacerla cambiar de idea.
— Está bien hija, quédate tranquila que yo me encargo. — Luego de su aceptación, se despidieron para finalizar con la llamada.
Violetta guardó su celular y se acomodó en el asiento para ver por la ventanilla, quería concentrarse en el paisaje los pocos minutos que restaban de viaje y dejar de pensar.

— ¿Si? — El tono que León lo hizo temer lo peor, tal vez habían escuchado algo y si era así ¿qué haría? No sabría como se lo explicaría a Violetta, pensaría que le tendió una trampa y se enojaría con él. Pensaría que la traicionó y no podía permitir que pensara así de él.
— ¿Nos explicarás qué sucede o no? — No dijo nada, no quería decir algo incorrecto, si no habían escuchado y él decía algo de más estaría en un gran problema. Continuó mirando a su amigo y optó por fingir no entender a lo que se refería, esperando que su León o cualquier otro dijera algo más.
— El abrazo. — La confusión se apoderó de él por un instante ante la poca explicación de Ludmila.
— Oh, el abrazo. — Dijo una vez comprendió de que se trataba aquello. — ¿Qué tiene? ¿No puedo abrazar a una amiga?
— ¿Y el beso? — Lo cuestionó Natalia ignorando su pregunta.
— ¿Qué hay con el beso? Es un saludo. — No podía negar que la situación le resultaba cómica. Si tan solo sus amigos fuesen más directos, pensó, pero conocía a León y a Violetta, dudaba que eso fuera a suceder.
— ¿Y desde cuándo se saludan con besos o se abrazan tanto ustedes dos? — Maxi concentró todas sus fuerzas en reprimir la risa. Era evidente que León no podía disimular sus sentimientos pero tampoco estaba dispuestos a aceptarlos.
— Desde siempre, solo que no lo hacía frente a ti para evitar exactamente esto, que estés a punto de explotar de celos. — Sus amigos contuvieron la risa, sabían que Maxi tenía razón pero no querían aumentar el enojo de León.
— Yo no… no estoy… — No importaba que todos lo supieran, él parecía decidido a negar sus sentimientos hacia su amiga. — Como sea, acá está pasando algo y tú no quieres decirnos de qué se trata. — Su declaración hizo desaparecer la sonrisa de Maxi al instante.
— Eso es verdad, hasta yo me di cuenta Maxi. — Asintió Andrés.
— Cla-claro que no, solo son los celos de León. — No le gustaba mentir, mucho menos a sus amigos pero había hecho una promesa y pensaba cumplirla.
— Tú no te pones así de nervioso por nada, dinos ¿qué está sucediendo? — La observación de Broduey solo lograba ponerle aún más nervioso, lo estaban acorralando y él no se caracterizaba por ser bueno bajo presión.
— De… de acuerdo, yo… les mentí. — Terminó por aceptar.

Violetta, una historia no tan feliz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora