Capítulo 34.

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La joven mujer de la entrada recibió a la pareja con su sonrisa habitual. — Buenas noches.
— Buenas noche, tenemos una reserva a nombre de Federico Paccini, para seis.
— Aguarden un segundo. — Pidió amablemente la mujer.
— ¿Amorcito? — Susurró la rubia junto a Federico. — ¿Aquella no es Violetta? — Dijo señalando hacía una mesa.
Federico miró hacia donde su novia le indicó. — Sí, creo que son ella y Diego. — Y justo después de decirlo, ambos intercambiaron miradas sin poder creer lo que habían visto.
— Por aquí, por favor. — La recepcionista llamó su atención. Los dos jóvenes la siguieron hasta su mesa en completo silencio y sin poder despegar su vista de sus amigos.
– No puedo creerlo. — Habló aún asombrada Ludmila una vez la mujer se retiró dejándolos solos.
Al cabo de unos minutos, se unieron a ellos sus Maxi, Natalia, Broduey y Camila.
— ¿Nos esperaron mucho? — Les preguntó Camila mientras tomaban asiento.
Federico negó. — No, tranquilos.
— Aunque me hubiese gustado llegar más tarde. — Agregó Ludmila.
Las dos parejas la miraron extrañadas por su comentario. — ¿Sucedió algo? — La cuestionó Maxi.
Ludmila miró a su pareja quien negó levemente con la cabeza. — Tengo que contarles. — Lo contradijo. — A un par de mesas está sentada Violetta con Diego.
— ¿En serio? ¿Dónde? — Natalia comenzó a voltear a ver hacia todos lados. — Tenemos que saludarlos, hace días no los vemos.
— Nat, ya basta. No creo que quieran que los interrumpan. — Mencionó Ludmila.
— ¿Por qué no? Si es por lo que sucedió con León y Francesca, nosotros no tenemos nada que ver.
— Lo sé Broduey, no lo digo por eso. — Le aclaró. — Si no porque están en una cita… romántica.
— ¿Qué? ¿De qué hablas Ludmila? ¿Cómo crees que van a estar en una cita, cita? — Camila casi se burló de lo absurdo que sonaba aquello para ella.
– Es en serio, los vimos besarse. ¿Verdad Fede? — Buscó apoyo en su novio.
Todas las miradas se posaron en el joven Italiano. Suspiró resignado. — Es cierto, cuando llegamos estaban tomados de la mano y se besaron.
— No puede ser, tienen que haber visto mal. Si ellos estuvieran juntos, Violetta me lo hubiese dicho. — Dijo Maxi incrédulo y sintiéndose algo desilusionado.
— Tranquilo amor, quizás estamos malinterpretando la situación. Ya nos ha sucedido antes. — Les recordó Natalia.
— Es verdad, es mejor que hablemos con ellos primero. — Concordó Broduey. —
— La llamaré. — Anunció Ludmila tomando su celular.
Federico agarró el brazo de la chica para detenerla. — ¿Qué haces? ¿Para qué la llamarás ahora? Ellos irán mañana al hotel, le preguntaremos entonces.
— Mañana estarán Francesca y León, no creo que sea buena idea. — Señaló Camila. — Debemos hablar ahora.
— ¿Y qué le dirán? —Las cuestionó Broduey. — Si no han dicho nada antes, no creo que lo vayan a hacer ahora.
— Simplemente le preguntaremos dónde están o qué hacen, si mienten es porque en verdad sucede algo. — Explicó Ludmila. Se liberó del agarre del italiano y marcó en su celular.

Violetta y Diego estaban disfrutando de una deliciosa cena alternando entre risas y conversaciones un poco más serias.
— Perdón. — Se disculpó cuando escuchó sonar su teléfono. — Es Ludmila. — Comentó sorprendida. — Hola Ludmi.
— Vilu ¿Cómo estás? — Preguntó la rubia a modo de saludo.
— Muy bien de hecho. ¿Sucedió algo? Nunca me llamas tan tarde. — Dijo un tanto preocupada.
— Tranquila, solo llamaba para saber de ustedes, qué estaban haciendo. Hechas el chisme, básicamente. — Bromeó.
— Oh, justo estamos a la mitad de la cena. Die me invitó a un restaurante, así que…
— ¿En serio? Qué coincidencia, estamos en una salida de parejas en un restaurante también. — Dijo fingiendo sorpresa. — ¿En cuál están ustedes?
Violetta miró a Diego quien estaba atento a su conversación. — Em... Uno en el centro de Madrid, Delight in food. — Le contestó dudosa.
— No puede ser. — Exageró la emoción. — Nosotros también. ¿Por qué no cenan con nosotros? — Sugirió.
— Eh, no sé. Le voy a preguntar a Diego y te aviso. — Se despidió y finalizó la llamada.
— ¿Qué debe preguntarme? — La cuestionó el joven intrigado.
— No me vas a creer esto. — Dijo aún sorprendida. — Están en una salida de parejas en este mismo restaurante y Ludmila quiere que nos unamos a ellos. — Le explicó.
— ¿Crees que nos hayan visto…?
— No, no creo. — Se apresuró a negar. — Me hubiese dicho algo. Creo que solo nos invitó porque no los vemos hace días.
— Tienes razón. Entonces ¿qué quieres hacer?
— No los podremos evadir por mucho tiempo, es mejor enfrentar las cosas ¿no?
Diego lo pensó por unos segundos. — Tienes razón, además es mejor que se enteren por nosotros.

Violetta, una historia no tan feliz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora