Capítulo 20.

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— Violetta entró en coma. — Declaró finalmente el doctor.
— ¿En coma? — Angie lo observó sin terminar de creerlo. — Pero ¿Cómo? ¿Qué fue lo que pasó? — La desesperación invadió su voz. — Se suponía que la ayudarían. — Dijo derrotada.
Germán la envolvió con uno de sus brazos. — Tranquila Angie, dejemos hablar al doctor. — Volvió su mirada hacia el hombre de bata blanca. — Por favor, díganos que pasó con mi hija. — Le pidió conteniendo las lágrimas.
— Durante el procedimiento Violetta sufrió de hipoxia cerebral, esto sucede cuando el suministro de oxígeno al cerebro es interrumpido. — La explicación lejos de llevar clama a los familiares, los desesperaba cada vez más.  
— ¿Pero ella va a estar bien? Va a despertar ¿verdad? — Las palabras de Germán estaban cargadas de súplica, rogaba para que le dijera que su pequeña estaría bien.
— Todo indica a que lo hará pero no podría decirle cuando, hay que esperar. — Angie dejó escapar un pequeño sollozo, odiaba la incertidumbre, que su pequeña sobrina tuviera que pasar por todo aquello a tan corta edad. — La tendremos en constante observación para evaluar su progreso. — Continuó diciendo. —  Les prometo hacer todo lo que esté en mi alcance para que se recupere.
— Muchas gracias. — Se limitó a decir Germán.
Luego de dejar solos a Angie y Germán, el doctor Cooper se dirigió a su oficina. No importaba cuanto tiempo llevase ejerciendo su profesión o le gustase, nunca le resultaba sencillo ser el portador de malas noticias, sin importar cuan graves fuesen. Sentado detrás de su escritorio abrió uno de sus cajones, sacó el sobre que había guardado el día anterior y lo sostuvo frente a él. Era tiempo de cumplir con su palabra.

Pablo se encontraba en la dirección del Studio cuando alguien llamó a la puerta, concentrado en los papeles que sostenía en sus manos, dio una rápida autorización permitiéndole el ingreso al visitante.
Al notar que no se trataba de ningún estudiante o profesor, el director quitó la vista de los papeles para prestar completa atención al desconocido. — Buenos días, soy Pablo, el director. ¿En qué puedo ayudarlo?
— Buenas días, soy el doctor Robert Cooper — Se presentó. — Estaba buscando a un alumno, Maximiliano Ponte ¿puede ser?
— ¿Para qué lo busca? — Pablo adoptó una postura más seria.
— Debo hacerle entrega de una carta, es muy importante — Le explicó sacando el sobre de su bolsillo.
Pablo lo examinó durante unos segundos. — ¿Usted es familiar de él? De lo contrario por cuestiones de seguridad, no puedo darle información de un alumno.
— En realidad no, atiendo a una conocida suya. — Le informó evitando dar más detalles. — Ella me encargó que le entregara este sobre.
— Oh, me imagino de quien habla. — El entendimiento llegó a Pablo. — Venga conmigo por favor. — El hombre asintió siguiéndolo fuera del lugar.

El grupo de chicas y chicos estaba ensayando el número grupal, apoderándose del escenario con sus voces y movimientos. Era evidente cuanto disfrutaban lo que hacían, como al subir al escenario podían olvidar todo para entregarse completamente al momento.
La música y movimientos se detuvieron al abrirse las puertas del S.U.M, dejando a la vista al profesor de los jóvenes y su acompañante.
— Lamento interrumpir, chicos. — Se disculpó Pablo. — Maxi, te buscan. — Le anunció al joven.
Maxi se apresuró a descender del escenario bajo la mirada atenta de sus compañeros. — ¿Qué sucede? — Preguntó una vez llegó junto a los dos hombre.
— No sé si se acuerda de mí, soy el doctor Cooper. — Le dijo a modo de presentación.
El joven echó un vistazo en dirección a sus amigos. — Será mejor que hablemos fuera. — Le señaló hacia el fondo del lugar. — ¿A qué se debe su visita? — Preguntó una vez se aseguró que no lo escuchaban.
Robert dudó antes de hablar. —  Su amiga me pidió el favor de entregarle esta carta. — Dijo extendiendo el sobre. Maxi lo analizó antes de tomarlo, algo en su interior le hacía sentir que eso no podía significar nada bueno.
— ¿Qué… qué le pasó? — Su voz comenzaba a fallar.
— Está en coma. — Al ver la expresión en el joven, decidió continuar. — Es cuestión de tiempo para que despierte, no hay razón para que no lo haga. — Hizo un intento por consolarlo.
— ¿Puede recibir visitas? — Se limitó a preguntar con la mirada fija en el sobre.
— Las autorizadas por su padre, si él lo autoriza podrá visitarla cuando quiera. — Le informó. — Estoy seguro de que le hará bien sentir su presencia, puedo ver el cariño que se tienen. — Le dedicó una pequeña sonrisa.
— Muchas gracias. — Se esforzó por devolver el gesto. Luego de que ambos se despidieran, Maxi se quedó inmóvil sosteniendo la carta con ambas manos.
— Maxi… — El llamado de Francesca lo hizo voltear. — ¿Qué te sucede?
Decidió pasar por alto el cuestionamiento de su amiga. — Pablo ¿puedo retirarme?
— Toma el tiempo que necesites. — Maxi asintió ante sus palabras y, sin dudarlo más, se dirigió hacia el pasillo. — Chicos, continúen con el ensayo.

Maxi había salido en busca de un sitio donde pudiese estar solo, caminó hasta la sala de danza con la esperanza de que se encontrara desocupada y agradeció cuando así fue. Entró cerrando la puerta detrás de él, deslizó sus pies hasta el otro extremo del aula y se dejó caer apoyando su espalda contra la pared. Cuando creyó tener las fuerzas suficientes, abrió el sobre que le había sido entregado y una sonrisa que no alcanzó sus ojos, escapó de sus labios al leer las primeras palabras.
Mi raperito:
Decidí escribirte esta carta con miedo a que algo me sucediera, si la estás leyendo significa que así fue.
Nunca podré terminar de agradecerte todo lo que hiciste por mí, cada momento, consejo y abrazo. Gracias por tu apoyo incondicional, por ser el hermano que nunca tuvo, por cuidarme y siempre estar cuando más te necesitaba. Siempre ocuparás una parte muy importante y especial en mi vida y corazón, no importa qué suceda, tú siempre serás mi hermano.
Esto no es una despedida, al menos esa no es mi intención al escribirte. La verdad es que escribo esto presa del miedo, no por mí sino por ti y todas las personas a las que amo. No sufras por favor, sin importar lo que esté sucediendo recuerda siempre los buenos momentos que compartimos, las risas, todas las veces en que compusimos o cantamos juntos, esos son los recuerdos con los que debes quedarte.
Te quiere, tu princesita.

PD: Casi lo olvido, no rompas tu promesa por favor. Sin importar qué, nunca le digas a nadie sobre mi enfermedad, quiero que me recuerden por quien fui y lo que signifique para cada uno.
Sé que a cada uno de ustedes les espera un gran futuro, uno donde cumplirán todos sus sueños y yo estaré ahí para verlos triunfar, aunque no me puedan ver.
Ahora sí.
Te quiere mucho raperito.
Tu princesita.

— Te quiero mi princesita, yo sé que despertarás. — Pronunció para sí mismo.
Maxi tiró su cabeza hacia atrás, apoyándola contra la pared, cerró los ojos y se permitió derramar un par de lágrimas. Sabía que a ella no le gustaría verlo así pero no podía evitarlo, necesitaba deshacerse de la angustia que sentía en ese momento,   solo sería por un instante se prometió.
Segundos antes de que el sonido de la puerta abriese se produjera, Maxi ya había secado sus lágrimas, casi como si hubiera sabido lo que se avecinaba. Guardó el sobre y se incorporó para llegar al encuentro con sus amigos.
— Al fin te encontramos — Dijo Broduey caminando hacia su amigo.
— ¿Qué te sucede? — Natalia lo miró con preocupación.
— Tranquilos chicos, estoy bien.
— Tu cara no dice lo mismo. — Le señaló Camila. — Vamos Maxi, todos escuchamos cuando ese hombre dijo que era un doctor. — Le informó.
Maxi guardó silencio por unos segundos. — En serio, no es nada.
— Somos tus amigos y puedes decirnos cualquier cosa, confía en nosotros. — Le pidió León.
Examinó a cada uno de los allí presentes, sabía que podía confiarles lo que sea pero también estaba la promesa que había hecho. ¿Debía mantener su promesa y seguir mintiendo a sus amigos? o ¿Faltar a su palabra y contarles toda la verdad, decirle por todo lo que su amiga había pasado el último tiempo y que se los había ocultado porque no quería verlos sufrir? Ninguna de las dos opciones parecía del todo correcta y cuando eso sucede, pesó él, hay que elegir la menos incorrecta. O la que él sentía de esa manera.

Violetta, una historia no tan feliz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora